Las derivadas de la pandemia han desinflado ligeramente la 'burbuja' del alquiler en España, en especial, en Barcelona y Madrid, pero la realidad es que los precios siguen siendo poco accesibles para el común de los barceloneses y madrileños.
El consenso a lo largo de la Unión Europea es que el alquiler no debe suponer más del 35% de los ingresos del inquilino. Bajo ese criterio, la gran mayoría de los pisos en alquiler que hoy se ofrecen en las dos principales ciudades del país no son sostenibles para un ciudadano que perciba la remuneración media en sendas ubicaciones.
Más del 95% de los pisos disponibles para el alquiler tanto en la Ciudad Condal como en Madrid cuestan más de 600 euros al mes. Sendas ciudades sobresalen entre las urbes donde más alto subió el alquiler desde 2013, según se desprende de información cotejada a partir del principal portal del mercado, Idealista.
Paralelamente, el salario medio neto está claramente por debajo de los 2.000 euros mensuales tanto en Madrid (unos 1.615 euros) como en Barcelona (1.555 euros), de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística.
El ciudadano medio tiene que dedicar más del 35% de sus ingresos para alquilar alguno de los pisos en oferta sin compartir gastos
Lo anterior implica que la media de los ciudadanos de Barcelona y Madrid tendría que dedicar más del 35% de sus ingresos para alquilar alguno de los pisos en oferta sin compartir gastos. La gran mayoría se ve así abocado a compartir gastos o habitaciones con terceros para que el pago del alquiler no comprometa el resto de su día a día.
De hecho, a finales de 2020, ningún joven español menor de 34 años era capaz de alquilar una vivienda en solitario en España sin destinar a ello más del 30% de sus ingresos reales, atendiendo al Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud. Según datos de la Asociación de Propietarios de Viviendas en Alquiler (Asval), alrededor de 350.000 familias en España están en situación de profunda vulnerabilidad económica. Son familias para las que el alquiler puede suponer incluso más del 50% de sus ingresos.
El alquiler deja de subir, pero sigue caro
Desde septiembre del año pasado hasta agosto de 2021, la espiral de los precios desde 2013 se ha desinflado, al menos, en doce puntos porcentuales. En septiembre de 2020, el alquiler era un 63% más caro que en 2013; ahora, solo un 51% más caro.
Dado que en ese mismo período de tiempo los salarios medios han subido poco más del 3%, el desfase entre ambas variables sigue siendo notable para el común de los ciudadanos en puntos como Barcelona, Madrid y otros también significativos como Málaga y Valencia.
Un factor en común de estas ciudades es el creciente peso del comprador extranjero de viviendas, procedente de países con mayores rentas que las españolas, siendo ello un fenómeno en el que ha incidido el Banco de España.
"La elevada correlación entre el crecimiento del precio de la vivienda y el aumento de la población sugiere que el incremento de los habitantes residentes de origen extranjero en determinadas provincias (en especial, las insulares) habría contribuido a elevar los precios de la vivienda a través de su efecto sobre la demanda de inmuebles", concluyó la institución que preside Pablo Hernández de Cos tras una investigación sobre la correlación entre la inversión extranjera y los precios de la vivienda en España en el período 2007-2019.
A lo anterior se suma el hecho de que más del 90% del parque inmobiliario actual se ha diseñado sin los estándares de eficiencia energética actuales y para su uso por un cliente en propiedad, no en alquiler. Fuentes del sector inmobiliario estiman que en España hacen falta entre uno y dos millones de unidades de vivienda pensada para un uso eficiente en alquiler.
Tanto el ala socialista del Gobierno como el sector inmobiliario están en suma de acuerdo que el problema principal es de oferta. En concreto, un déficit de oferta de alquileres a precios asequibles por los factores antes mencionados y la escasa cuota que tiene en nuestro país la vivienda pública.
De acuerdo a cifras que maneja el PSOE, España precisa de más de un millón de viviendas asequibles para bajar los precios a la media UE, algo que no será posible antes de 2030. Paralelamente, el sector privado calcula que solo se ha captado entre el 5% y el 10% de la inversión necesaria.