El PP heredó del PSOE un déficit en la Seguridad Social de 700 millones de euros que la crisis engordó en 10.000 durante 2012. Este año lo hará en 13.000 y el que viene, según las previsiones presupuestarias del Gobierno, en otros 12.000. La política económica de José Luis Rodríguez Zapatero dejó el sistema con tres millones menos de cotizantes, a los que se han sumado los 900.000 afiliados perdidos desde finales de 2011. De ahí la caída de ingresos de un 4% registrada el año pasado y la polémica reforma que la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, conduce ahora en su recta final para ahorrar alrededor de 33.000 millones en la próxima década, a la que se suma la prevista subida de las cotizaciones.
Al déficit de 10.000 millones en el sistema de Seguridad Social en 2012, se sumará el de 13.000 de este año y el de 12.000 millones previsto para 2014
Los socialistas ya han empezado a dar señales de que no soltarán la presa de las pensiones y han colocado en cabeza de esta ofensiva ni más ni menos que al exministro de Trabajo Valeriano Gómez, el diputado del PSOE más versado en el mercado laboral y, paradójicamente, el que más ha insistido, de forma estéril, a Alfredo Pérez Rubalcaba sobre la conveniencia de entrar a negociar con el PP algunos aspectos de la reforma. Su sucesora, Fátima Báñez, le tiene tan bien tomada la medida que ayer le hizo un recordatorio de su paso por su antiguo despacho de Nuevos Ministerios. Le aireó el triste récord de haber dejado el sistema de pensiones en déficit y de haber congelado por primera vez en la democracia las pensiones. Le mencionó también que durante la etapa de Zapatero como presidente, Pedro Solbes y Celestino Corbacho animaron a los españoles a apuntarse a planes de pensiones privados. Le reprochó que los sucesivos gobiernos socialistas no separaran las fuentes de financiación, hurtando 14.000 millones de excedentes al sistema en los años 2008 y 2009 y, por último, el entusiasmo con el que anunciaban desde los campos de Rodiezmo, no desde el Pacto de Toledo, las subidas anuales de las pensiones durante los tiempos de bonanza.
Las sugerencias del exministro Valeriano Gómez a Rubalcaba para que el PSOE entre a negociar algunos aspectos de la reforma de las pensiones han resulado estériles
¿Es Valeriano Gómez, con estos antecedentes, el diputado más indicado para interpelar a la titular de Trabajo? La propia ministra lo puso en duda, como lo hacen también en privado no pocos parlamentarios del PSOE. Como las simulaciones sobre la reforma de las pensiones permiten muchos escenarios, el exministro socialista escogió el más pesimista. Según sus cálculos, si la media de inflación en la próxima década fuera del 2,8% que ha regido desde la entrada de España en el euro, con la nueva legislación que prepara el Gobierno la pérdida para los pensionistas sería de 94.000 millones, casi el triple de los 33.000 previstos para este periodo.
Pese a todo, en opinión del exministro, las cuentas del sistema tampoco se sanearán fácilmente, pues las altas de jubilación crecieron en 57.000 en 2012 respecto al ejercicio anterior y entre enero y julio de este año han entrado 147.000 más. El horizonte es complicado si se tiene en cuenta que para frenar el desfase entre ingresos y gastos, se necesitarían crear 1,2 millones de puestos de trabajo, un objetivo que queda lejos todavía del cuadro macroeconómico con el que trabaja el Gobierno para los próximos años y que este viernes será renovado por el Consejo de Ministros.
Durante el primer semestre de este año, han entrado 147.000 jubilados más al sistema de Seguridad Social
Mientras, desde el Ejecutivo se reconocen las dificultades para explicar las bondades de la reforma del sistema, desde el PSOE se vigilan con atención los movimientos de Comisiones y UGT para evitar que entren en la negociación que les ha propuesto Trabajo. “Tenemos la certeza de que es una reforma pactada con los empresarios”, aseguraba ayer un parlamentario socialista, consciente de que la de las pensiones será “la madre de todas las batallas”, con más de nueve millones de votos en juego, y de que el viento electoral sopla en contra del Gobierno.