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Abengoa, una refinanciación que parece una liquidación

La compañía está dando los mismos pasos que daría una empresa en concurso de acreedores.

  • Planta de Abengoa.

De nuevo el mismo titular: Abengoa, salvada. La multinacional energética española ha comunicado esta semana un acuerdo de refinanciación que, otra vez, asegura la viabilidad del grupo. Desde finales de 2014, cuando las dudas sobre la deuda de la compañía sacudieron su cotización, Abengoa se ha 'salvado' ya varias veces (de declararse en concurso de acreedores, el mayor ocurrido en España, se entiende).

Se 'salvó' cuando en septiembre del pasado año, al límite de su capacidad financiera, anunció un acuerdo para ampliar capital por 650 millones de euros. Volvió a estar al borde del concurso pocas semanas después, cuando los bancos que iban a realizar dicha ampliación -Santander, HSBC, y Credit Agricole- dijeron que 'no nanananay', que cantaban Las Grecas ("si tanto me querías para que me engañaste, nanananay, te tuve como mío y al final me traicionaste..."), ya que no se creían las cuentas del grupo, según reveló el mes pasado el presidente de Santander en España, Rodrigo Echenique, al juez que investiga la indemnización del anterior presidente de Abengoa, Felipe Benjumea. Cuando parecía abocada al concurso, apareció el grupo industrial Gonvarri, dispuesto a inyectar capital y tomar el control: Abengoa, salvada. Pero si la banca no estaba dispuesta a ampliar capital, difícilmente iba a hacerlo Gonvarri, que en noviembre suspendió las negociaciones.

Abengoa se declaró en preconcurso de acreedores después de fracasar las conversaciones con los bancos y con Gonvarri. Al declararse en preconcurso, Abengoa disponía de cuatro meses para negociar un convenio de pago con los acreedores y evitar la declaración de concurso. Cuando parecía que la salvación era imposible, Abengoa presentó un acuerdo de homologación de refinanciación en el juzgado mercantil de Sevilla en el último día, a finales de marzo, para seguir negociando otros siete meses con sus acreedores. El juez admitió a trámite la solicitud, una medida prácticamente inédita en el sistema concursal español. ¡Abengoa, salvada!

"Decían tener unas cuentas que luego resultaban ser otras", declaró Rodrigo Echenique

Lo que Abengoa ha presentado esta semana son los mimbres del acuerdo definitivo que, esta vez sí, salvará al grupo sevillano de declararse en concurso de acreedores. Pero más allá de que es la enésima vez que la empresa anuncia un acuerdo, hay otros aspectos que plantean dudas sobre si realmente Abengoa está salvada, o sobre si está inmersa en un proceso de liquidación.

Los 1.169,6 millones de euros que en total la compañía va a recibir por parte de hedge funds y avales bancarios son de momento un compromiso, pero no una realidad. Hasta octubre, cuando cumplen los siete meses del acuerdo, los fondos tienen tiempo para pensárselo. Ahora Abengoa cuenta con “cartas de compromiso” suscritas por 10 fondos estadounidenses y cinco bancos (Popular, Santander, Bankia, Credit Agricole  CIB, y CaixaBank).

Abengoa ha puesto a disposición de estos fondos para garantizar los préstamos su mayor proyecto energético en México y las acciones de Atlantica Yield, la sociedad estadounidense controlada por Abengoa en un 41,48%. Sin embargo, la delicada situación del grupo español cuestiona incluso la benevolencia de sus garantías. Abengoa México anunció el 2 de agosto que ha sido instado su concurso por parte del acreedor Banco Base, lo que prohíbe a la compañía hacer operaciones sobre sus bienes ni hacer transferencias con terceros. Sobre su participación en Atlantica Yield, Abengoa ya tiene pignorado el 39,5% de su participación; además, de acuerdo a los comunicados enviados al regulador del mercado de Estados Unidos (SEC) por Atlantica Yield, si la empresa española redujera su participación en la empresa estadounidense por debajo del 35%, la propiedad de sus plantas energéticas cambiaría de dueño, según contempla la mayoría de los acuerdos de financiación.

Los créditos que los fondos se han comprometido a aportar vencen en 47 o 48 meses, cuatro años, el mismo periodo de tiempo que el Código Civil en su artículo 1299 contempla para pedir la rescisión de un contrato.

El primer acuerdo de homologación alcanzado por la compañía para seguir negociando con sus acreedores durante siete meses fue impugnado por compañías como la mayor aseguradora suiza, Zurich Insurance, o el fondo estadounidense de infraestructuras EIG. El juez todavía no se ha pronunciado sobre la solicitud de estas empresas, que no ven otra salida que el concurso de acreedores de Abengoa.

Desde que Abengoa se declaró en preconcurso de acreedores en noviembre, la compañía ha estado actuando como si realmente estuviera en concurso de acreedores. Negocia un convenio de pago con sus acreedores; aplica fuertes reducciones de plantilla –en un año ha pasado de emplear a 32.000 personas a 17.000 en la actualidad-; los acreedores financieros capitalizan deuda y se convierten en sus accionistas; y vende activos. Idénticas medidas habrían tomado seguramente los administradores concursales que hubieran sido nombrados en un hipotético concurso de acreedores de Abengoa. Con la diferencia que ahora la compañía no está sometida al escrutinio del juez y de los administradores concursales. Ni a las conclusiones que un informe concursal público hubiese podido revelar sobre la contabilidad del grupo (“decían tener unas cuentas que luego resultaban ser otras”, dijo el presidente de Santander ante el juez).

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