Es el barón más poderoso del PP, amigo del presidente, gallego como él y siempre tiene a su disposición una línea directa con Moncloa.
Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta, se ha aprovechado en los últimos años de ese valioso salvoconducto para forzar en Madrid decisiones que han venido de perlas a Galicia.
Su último y hábil movimiento no ha tardado en conseguir sus objetivos. El gigante Alcoa tendrá la segunda subasta de electricidad que había exigido al Gobierno bajo la amenaza de despedir a 800 trabajadores y cerrar sus plantas de Coruña y Avilés.
La compañía estadounidense se quedó fuera de la primera puja, celebrada a finales de noviembre, perdiendo las jugosas ayudas que el sistema eléctrico ‘regala’ a las grandes empresas intensivas en consumo energético a través del servicio de interrumpibilidad.
No tardó Núñez Feijóo en llamar a Moncloa y a Soria para que se convocara una segunda subasta ad hoc que evitara el despido de 800 empleados
Alcoa fue “poco activa, por no decir nada” en la puja, según el ministro de Industria y Energía, José Manuel Soria, y se quedó sin el 30% de los megavatios (MW) con precio bonificado a los que aspiraba para esas dos plantas.
Sin esta electricidad barata, que le hubiera supuesto unos ahorros de alrededor de 50 millones de euros, ni Coruña ni Avilés son rentables, según dijo la empresa. Ipso facto pasó al ataque y lanzó la amenaza: si no hay nueva subasta, el grupo cerrará las dos plantas e impondrá un despido colectivo de sus 800 trabajadores.
No tardó Núñez Feijóo en llamar primero a Moncloa y después a Soria, pidiendo un gesto rápido para frenar la andanada de Alcoa y convocar una nueva subasta antes de que termine el año, dado que lo que está en juego son los precios bonificados de la electricidad para todo 2015.
Dicho y hecho, Soria se vio obligado a ceder y ha tenido que montar en solo unos días una nueva subasta diseñada ad hoc para Alcoa en la que prevé colocar un máximo de 250 MW, tal y como este jueves publicaba el BOE.
REE ha tenido que justificar que son necesarios 250 MW más de interrumpibilidad, cuando unas semanas antes dijo que con la primera subasta (2.000 MW) bastaba
Red Eléctrica, que hace sólo un mes consideraba que sólo era necesaria una subasta de 2.000 MW, se ha visto obligada a justificar, sólo unas semanas después, que son necesarios otro 250 MW. Y la CNMC ha dado el sí a la nueva subasta en un tiempo récord.
Todo ello para evitar que Alcoa consume su amenaza y provoque un estallido social en Galicia y Asturias. La subasta se celebrará los días 22 y 23 de este mes y tanto Soria como Núñez Feijóo han instado a la compañía estadounidense a echar el resto en la segunda subasta que ella misma ha pedido. Los 200 millones de euros que se había ahorrado el sistema eléctrico con la primera subasta se esfumarán, en buena parte, cuando se adjudiquen los MW de la segunda.
Pero Núñez Feijóo ha impuesto su ley en Moncloa, como ya hizo en el proceso de fusión y posterior venta de las cajas gallegas. El presidente gallego tuvo una sonora trifulca con Miguel Ángel Fernández Ordóñez, entonces Gobernador del Banco de España, en 2010, y llegó a enfrentarse al mismísimo Pepiño Blanco (ojo, gobernaba Zapatero) y consiguió que finalmente Caixanova se fusionara con Caixa Galicia, en lugar de hacerlo con Caja Madrid.
Núñez Feijóo consiguió darle la vuelta al proceso de venta de NCG, vetó a La Caixa y él mismo llevó a Escotet (Banesco) a Moncloa para recibir la 'bendición' a su operación
Posteriormente, ya con Rajoy en Moncloa, Núñez Feijóo consiguió frenar la venta de Novacaixagalicia (NCG) a La Caixa y “fue el propio presidente gallego el que se encargó de buscar al comprador, el venezolano Banesco, cuyo presidente, Juan Carlos Escotet, vino de su mano a Moncloa y se llevó las prebendas gubernamentales para ganar la puja sobre la macrocaja gallega”, dice una fuente conocedora del proceso que se cerró a finales de 2013.
También demostró el presidente gallego el poder con que cuenta para influir en Madrid durante la guerra abierta de Pemex, que era accionista de Repsol, contra el presidente de la petrolera, Antonio Brufau.
El presidente gallego llamaba a Moncloa un día sí y otro también para forzar una solución de Repsol con Argentina que agradase a Pemex para que diera trabajo a los astilleros
El grupo mexicano hizo llegar al Gobierno español su amenaza: si Brufau no accedía a solucionar el problema de Argentina y seguía enrocado en su puesto de presidente, el grupo estatal mexicano rompería sus acuerdos con los astilleros gallegos.
La carga de trabajo que Pemex se había comprometido a encargar a las factorías gallegas (Barreras, Navantia…) estuvieron en vilo durante meses y Núñez Feijóo consiguió influir en la decisión de Rajoy de intervenir directamente con el Gobierno Kirchner para buscar una salida honrosa a Repsol.
El presidente gallego salvó los muebles y consiguió firmas los acuerdos comerciales con Pemex, que finalmente acabó abandonando el capital de Repsol.