Las mujeres ocupan de forma superior los estudios universitarios en España y representan el 58% de los licenciados. Su incorporación al mundo laboral se produjo sobre todo en los años 90. Y según un estudio de McKinsey, el PIB español habría sido un 18% menor en el año 2015 en el caso de que este hecho no se hubiera producido.
A pesar de la importancia de las mujeres en el mundo laboral, estas tienen una baja representación en todos los niveles empresariales, sobre todo en los altos cargos ejecutivos. No obstante, se ha producido un repunte en los últimos años. Actualmente, las mujeres representan el 19% de los consejos de administración y el 11% de los comités ejecutivos.
Falta de compromiso
La tendencia es alcista, pero insuficiente. A este ritmo, España tardará de 10 a 20 años en alcanzar los niveles de los países europeos más avanzados en representación de la mujer en las empresas. El objetivo principal se encuentra en la base de la pirámide, ya que tan solo el 37% de las incorporaciones a las empresas las protagonizan las mujeres.
Los cargos a los que ascienden son, mayoritariamente, puestos de responsabilidad en áreas de apoyo y no tanto en la gestión económica. Esto dificulta el ascenso a los altos puestos, según el informe. Por ende, las mujeres que forman parte de un equipo directivo tienen cuatro veces menos posibilidades de convertirse en consejera delegada.
Esta realidad necesita de la puesta en marcha de un programa de diversidad, que deben liderar las empresas. No obstante, solo el 26% de los consejeros delegados considera prioritaria la diversidad en sus negocios. Los departamentos de Recursos Humanos todavía no han tomado decisiones de calado para cambiar esta situación.
Los deberes a seguir
La receta para eliminar este lastre no existe, aunque algunos países han comenzado ya a trabajar en ello. Por ejemplo, Estados Unidos y Reino Unido han realizado importantes avances en la iniciativa privada. Por otro lado, Suecia y Noruega han promovido cambios legales. Los denominadores comunes de estos países son las propuestas empresariales, la colaboración entre negocios y el apoyo de los gobiernos.
España, por su parte, emplea algunas iniciativas como conseguir el apoyo de las empresas e implementar programas de desarrollo. El 75% de las empresas españolas analizadas en el estudio de McKinsey cuentan con más de 20 iniciativas de diversidad de género. Sin embargo, la implementación continúa siendo el reto. Solo el 17% de las empresas del estudio asegura haber obtenido resultados con estas iniciativas de igualdad.
Para conseguir el objetivo, el estudio establece cuatro prioridades: asegurar el compromiso directivo, actuar en los principales focos de preocupación, mejorar el estilo de vida de hombres y mujeres y promover movimientos de colaboración entre empresas.
España avanza hacia la diversidad real, pero debe aumentar su ritmo. Para ello, debe conseguirse el convencimiento de los responsables empresariales y coordinar todas las actuaciones. La posición igualitaria de las mujeres en el mundo laboral está todavía por conseguir.