En Argentina hay escasez de gas y de dólares. La importación del primero se come día tras día las reservas del preciado billete verde que el país atesora en sus reservas del Banco Central.
Argentina arrastra una crisis energética desde la pasada década, agravada por la progresiva caída de la aportación de los yacimientos nacionales al consumo nacional. El país se gasta anualmente una media de 13.000 millones de dólares en importar gas y petróleo tanto de sus países vecinos como de barcos.
Y en este contexto de colapso financiero y energético que vive el país apareció hace unos dos años el yacimiento de gas y crudo no convencional de Vaca Muerta, un gigantesco reservorio que se extiende por varias provincias del país y que en buena parte está en manos de YPF.
Este diamante por pulir (se necesitan, al menos, unos 25.000 millones de dólares para ponerlo a producir) ha sido la causa principal de que la presidenta Kirchner decidiera en abril de 2012 expropiar a Repsol un 51% de su participación en YPF.
Con la española fuera de juego, enfrascada en sus batallas legales y arbitrales para tratar de conseguir una justa compensación, la presidenta argentina ha acelerado los planes para que la estatal YPF se ponga ya a invertir en Vaca Muerta.
El objetivo de Kirchner es que el conflicto con Repsol no paralice el desarrollo de tan preciado botín para ponerlo a producir en los próximos años, conseguir parar la sangría que provoca a las arcas de la República las importaciones y en el mejor de los casos, conseguir el autoabastecimiento del país en 2019.
Eso es lo que propone el plan estratégico de YPF, que plantea la friolera de 58.000 millones de dólares en inversión para alcanzar ese objetivo a medio y largo plazo (hasta 2030), según ha informado el diario Clarín.
El plan es agresivo y prevé desarrollar "más de 360 pozos al año", con un coste estimado de 10 millones de euros cada uno de ellos
El plan elaborado por YPF propone incorporar a los primeros yacimientos de Vaca Muerta unos 40 equipos de perforación, 40 de terminación, 20 sets de fractura y 10 unidades de enfriamiento. Deberían realizar “más de 360 pozos por año”, con un coste estimado de 10 millones de dólares cada uno, para que Argentina pueda consumir su propio gas en no más de dos o tres años.
Eso sí, extendido el plan a 2030, el coste total previsto por la petrolera estatal se elevaría a 58.000 millones. El problema está en cómo financiar tales montos de inversión.
La solución pasa por la firma de nuevas alianzas por parte de YPF con compañías petroleras con músculo financiero como ya lo han hecho con la estadounidense Chevron. Es 'exportar' el modelo a empresas de la talla de la china Cnooc, a través de su socio local PAN (familia Bulgheroni) o la francesa Total, además de sellar alianzas con Petrobras que incluyan la compra de activos productivos en el país.
Serían estas compañías las que tendrían que afrontar la mayor parte de estas inversiones, dado que el Estado argentino vive casi al día y no puede afrontar aportaciones financieras a los proyectos.
Según el plan de YPF, los nuevos pozos en producción sustituirían a los yacimientos actuales: Los campos petroleros del país están agotándose. “Excepto el Complejo Aries- Carina (operado por Total) y el yacimiento Macueta en Salta (de PAE), todos los yacimientos se encuentran (...) cercanos a su presión de abandono. Esto implica que las productividades por pozo son cada vez menores y que los costos por captación y compresión, cada vez mayores”, señalan el plan estratégico presentado por la petrolera en la Casa Rosada.