En 2013 España ascendió a lo más alto del podio como país de la Unión Europea con más población viviendo en pisos. Diez años después, mantiene el puesto. El 66% de las familias residen en edificios, según los últimos datos publicados por Eurostat. La otra cara de la moneda es Irlanda. En este Estado miembro el 90% de los hogares viven en casas, generalmente con zonas y espacios más amplios que un piso o apartamento.
En el conjunto de la Unión Europea, la mayoría de la población (el 52%) vive en casas, mientras que el 48% reside en pisos. Además, el 17% de la población reside en hogares "superpoblados" y los precios de la vivienda han aumentado un 48% entre 2010 y 2023. En el caso de España, los precios han aumentado un 10% en el mismo periodo. Si se echa la vista más atrás, a 2003, en veinte años los precios de la vivienda han aumentado en España un 64%.
Factores históricos y económicos hacen que el sector inmobiliario del país haya tendido a la edificación vertical. España también es un país de propietarios, la gran mayoría de la población posee al menos una vivienda, en muchos casos como inversión, con la compra de pisos o apartamentos ubicados en ciudades. Sin embargo, el creciente desfase entre el ritmo de creación de nuevos hogares y el de la producción de obra nueva ha disparado las alarmas, generando problemas de acceso especialmente a los más jóvenes.
La vivienda y los jóvenes
Tal y como explica la Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas), "desde 2021 se está produciendo en España un desajuste importante entre la oferta de vivienda y la demanda del mercado. La oferta de vivienda nueva (en torno a 100.000 viviendas por año) es notablemente insuficiente, lo que deriva en un tensionamiento del mercado que presiona los precios al alza y dificulta el acceso, en particular a los jóvenes y a colectivos vulnerables".
En este contexto, y según los datos difundidos también por la oficina estadística de la UE, el 13,3% de los jóvenes viven en situación de hacinamiento en España, un millón de personas con entre 15 y 29 años. Aunque es una cifra significativamente inferior a la registrada en otros países europeos, la comparativa temporal evidencia un incremento en los últimos años. Hay que remontarse casi dos décadas para encontrar cifras similares.
En 2005 fue la última vez que un millón de jóvenes, el 13,7% del total, vivía en esta situación. Eurostat considera que una persona vive hacinada cuando el hogar "está sobreocupado", es decir, no tiene una habitación por pareja o una habitación para cada persona soltera mayor de 18 años. Cuando tienen menos de 18 años y duermen en una habitación más de dos personas, Eurostat también considera que viven hacinados.
Los jóvenes que deciden independizarse antes de los 29 años se enfrentan a problemas para encontrar viviendas a precios accesibles, especialmente en zonas y ciudades tensionadas. Por ejemplo, según un estudio del Consejo de la Juventud de España (CJE), en Madrid y Cataluña los jóvenes deben destinar más del 100% de su salario a pagar el alquiler, lo que hace inviable su emancipación sin pedir ayuda a familiares o compartir vivienda.
La inmigración afecta directamente a estas cifras. España está registrando el mayor aumento de población de la UE por la llegada de extranjeros: alrededor de medio millón al año. Y, tal y como refleja el INE, éste es un colectivo en el que de media existe mayor riesgo de pobreza o exclusión social. De hecho, según Eurostat, la tasa de hacinamiento en 2023 entre los jóvenes nacidos en España era del 10,6%, mientras que entre los extranjeros se elevaba al 24,9%.
Funcas calcula que habría que construir 200.000 casas nuevas al año (el doble de las que se construyen en la actualidad) para estabilizar el mercado y absorber la demanda actual, poniendo fin así a la escalada de precios que registra el mercado inmobiliario en España. Y para eso, además de resolver la falta de suelo disponible para la edificación y la lentitud de los procesos de concesión, las empresas necesitan mano de obra.
El déficit de trabajadores se ha puesto más en evidencia, si cabe, con la DANA en Valencia. Desde el sector apuntan a la inmigración como única solución, pero precisamente la falta de viviendas pone en riesgo la llegada de los inmigrantes necesarios para construirlas. "En un escenario de riesgo, en el que la vivienda es un cuello de botella para la entrada de inmigrantes, es posible que ese incremento de la población no pueda materializarse", advierten desde BBVA Research.