Después de meses de avisos, lo que se avecinaba es un hecho. No habrá 5G en Estados Unidos, al menos con equipamiento de Huawei.
La mecha que ha hecho explotar el petardo ha sido muy larga. Se prendió el año pasado, cuando Donald Trum acusó a Huawei de espiar para el gobierno chino a través de sus teléfonos.
Un teatrillo tras el que, entre bambalinas, el motivo de tanta beligerancia parece ser otro, según los analistas. Todo responde a una guerra comercial. China amenaza con sustituir a Estados Unidos como potencia mundial y el gigante americano va a vender cara su piel. La guerra de los aranceles ha cruzado otra frontera más, la de las marcas.
Una buena red de fibra óptica combinada con 5G dotará a los países de una vertiginosa velocidad de operacional
La tecnología ha sido la novia con la que Estados Unidos ha pisado los altares de la gloria. Ganó la II Guerra Mundial a las potencias del Eje a fuerza de sangre -recordemos el desembarco de Normandía-, pero también de avances tecnológicos. El punto final lo firmaron dos bombas nucleares, las únicas lanzadas en un conflicto bélico. Alemania llegó tarde a la meta de la carrera nuclear. Hoy la historia podría haber sido muy distinta.
Sus fábricas de automóviles también han logrado conquistar medio mundo a base de tecnología, con una alta robotización e inversión tecnológica en las cadenas de montaje. El país del dólar es la cuna de la informática, y un actor relevante de la telefonía móvil, del e-commerce: Microsoft, IBM, Google, Apple, Amazon, eBay... Todo se ha levantado con tecnología e I+D.
Trump ha decido pegarse un tiro en el pie con una bala que lleva grabado el nombre de Huawei. Dejemos al margen el hecho de que el fabricante espíe o no para el régimen chino. Es como la existencia de Dios. No está demostrada, pero al mismo tiempo nadie puede poner la mano en el fuego sobre lo contrario. Lo mismo puede decirse de enseñas norteamericanas de la telefonía móvil como Google o Apple. ¿Quién no dice que espíen para Estados Unidos?
Descartar a Huawei para la instalación del 5G supondrá la llegada tardía de esta tecnología, y no en las mejores condiciones técnicas posibles
La decisión de Trump retrasará la siguiente revolución industrial en Estados Unidos. El 5G está llamado a ser una ventaja competitiva. Una buena red de fibra óptica combinada con 5G dotará a los países de una vertiginosa velocidad de operacional. Estamos en un mundo en el que los segundos valen quilates.
Habrá quien piense que esto no es un problema. Se contrata el desarrollo con otra empresa y Santas Pascuas. Lo cierto es que cambiar de caballo a mitad del río entraña problemas. ¿Qué hacer con la base instalada de dispositivos y estaciones base en suelo estadounidense? Aunque no es mucha, su retirada y sustitución supondrá una pérdida tiempo. Piensen que, en España, Vodafone ofrecerá servicio comercial 5G este verano y Telefónica tendrá su red preparada para hacerlo a finales del periodo estival.
El principal candidato para sustituir a Huawei es Ericcson -deben andar frotándose las manos-, pero su tecnología si hablamos de 5G está lejos de la de Huawei, único fabricante con una solución completa para probar toda la red: antenas, envío de señal, teléfonos móviles y routers para el hogar. La firma de Shenzhen lleva diez años invirtiendo en 5G. El mercado reconoce de manera unánime su liderazgo.
Huawei es el único fabricante con una solución completa para probar toda la red 5G: antenas, envío de señal, teléfonos móviles y routers para el hogar
En la actualidad ha firmado 40 contratos comerciales 5G con operadores de todo el mundo y ha desplegado para ellos 70.000 antenas 5G. En diciembre Tony Jin Yong, responsable de Huawei en España, comentaba con este redactor que sus rivales apenas habían distribuido tres centenares de estaciones base 5G.
Ericcson, a diciembre de 2018, tenía tan sólo siete contratos comerciales firmados con operadores. Estados Unidos tiene en Nokia Networks otra opción para el desarrollo de este tipo de redes, pero su músculo no es tan grande como el de Huawei y Ericcson.
Descartar a Huawei para la instalación del 5G supondrá la llegada tardía de esta tecnología, y no en las mejores condiciones técnicas posibles. Estados Unidos tendrá un mayor control de su red de comunicaciones pero, ¿a qué precio?
Sin saberlo, o a sabiendas, Donald Trump se ha pegado un tiro en el pie. El detalle es que debajo de ese zapato hay un país entero.