La creación de un gran campeón nacional de Defensa choca con Wall Street. Fondos y bancos de inversión de Estados Unidos se han convertido en el muro para contener el intento de crecer del brazo inversor de Moncloa en empresas como Indra e ITP. Goldman Sachs, JP Morgan o Bain Capital han tejido participaciones en ambas empresas por un valor de más de 4.000 millones de euros, según estiman fuentes financieras consultadas por Vozpópuli.
El Gobierno quiere dar munición a Indra para seguir construyendo un campeón nacional en Defensa tras la compra de Hispasat, que se aceleró tras la salida de Marc Murtra a Telefónica y la llegada de Ángel Escribano como nuevo máximo dirigente de la empresa. El plan pasa por desprenderse de negocios que considera no estratégicos, como el caso de Minsait, que sopesó venderla entre fondos, pero que ahora en el sector se sospecha que se acabe fusionando en Telefónica.
El objetivo de Moncloa es labrarse una autonomía del peso armamentístico del otro lado del Atlántico, con Indra como piedra angular. La Sepi controla en Indra un 28% del capital, pero cuenta con interlocutores afines, como Escribano y Sapa, que además se sientan en el máximo órgano de gobierno de la compañía.
Bain Capital aguanta la presión de Indra, que quiere a toda consta subir su participación del 9,5% en la aeronáutica vasca ITP
Pero el peso de fondos y bancos de inversión con procedencia estadounidense han amasado más de 1.200 millones en los últimos meses. JP Morgan y Goldman Sachs controlan un paquete de acciones de más del 20% y ponen difícil un posible aumento de la participación estatal para conseguir la ‘independencia’ de Estados Unidos.
Los fondos estadounidense David. E. Shaw, del científico millonario con el mismo nombre, y Millenium también entraron recientemente como accionistas relevantes de Indra. En el primer caso, la apuesta es mayor, al irrumpir con un 3,5% del capital en enero de este año, justo después del cese relámpago de José María Álvarez-Pallete. Millenium, por su parte, roza una participación del 1% tras llegar a rebasar este umbral precisamente en septiembre de 2024, cuando afloró dentro del accionariado de la multinacional española.
Nuevo enemigo Oughourlian
Al freno con sello americano, se le suma un nuevo ‘enemigo’ para el Gobierno: Joseph Oughourlian. El presidente de Prisa libra una batalla con Moncloa por hacerse con el control de Prisa, lo que sin duda afectará a su relación en Indra, como indican fuentes empresariales, en donde declara una participación superior al 7%, que le da derecho también a ocupar un sillón en el consejo de administración.
En la aeronáutica vasca ITP Aero el capital también está dividido entre la Sepi y un gran inversor procedentes del otro lado del Atlántico. En este caso, se trata del fondo Bain Capital, que compró a finales de 2022 la compañía por unos 1.800 millones y que se ha beneficiado de la carrera armamentística en Europa tras perder el paraguas de Donald Trump. De hecho, se estima que el 100% de la compañía tiene ahora un valor de unos 6.000 millones, según fuentes próximas a la compañía. ITP es uno de los principales proveedores de las Fuerzas Armadas.
Indra no esconde su ambición de construir un paquete por encima del 9,5% del capital que controla en la actualidad, pero Bain Capital no está dispuesto a ceder posiciones y su plan es resistir como máximo accionista al menos hasta 2030, como publicó este medio. El fondo de Estados Unidos controla alrededor del 70% del capital y en 2023 decidió dar entrada en el capital a Indra.
Movimiento por Santa Bárbara
En ese momento, pactaron la compra por parte de la empresa participada por el brazo inversor de Moncloa del 9,5% por 175 millones y sentó a un consejero en el máximo órgano de gobierno. ITP Aero no cotiza en Bolsa y, de hecho, Bain ha retrasado su plan de saltar al parqué en varias ocasiones.
Santa Bárbara Sistemas es otra de las compañías en las que Moncloa ha puesto el punto de mira. El principal fabricante en España de blindados terrestres está en manos estadounidenses desde que el Gobierno de José María Aznar la vendiera en 2001 a General Dynamics. Ya ha habido contactos, aunque aún muy incipientes, pero que denota el pulso sigiloso entre el Gobierno y el poder económico de Estados Unidos por hacerse con el negocio armamentístico.