Ni la fragmentación política de los ayuntamientos y parlamentos autonómicos ni el freno a la recuperación que podría suponer un cambio de gobierno en las próximas elecciones generales. Lo que preocupa a los inversores de verdad es Grecia, un problema enquistado en el que ni el enfermo ni los médicos se ponen de acuerdo para resolverlo y que de tanto dar vueltas sobre los síntomas y su curación correcta ha terminado por gangrenarse, hasta dar por buena la solución final de cercenar el miembro putrefacto.
El ‘Grexit’ o salida de Grecia de la zona del euro es la única opción válida que dan por segura ya todos los inversores, ante la falta de acuerdos reales que no supongan atrasar en el tiempo una vez más una profecía que está a punto de cumplirse. Por lo menos es lo que empiezan a descontar los mercados. Y esto, real o no, es lo verdaderamente importante.
El Ibex lleva ya cuatro semanas sufriendo el tira y afloja entre la troika y el gobierno de Tsipras y ayer lunes volvió a vivir en sus propias carnes el drama heleno: el índice cayó hasta los 10.842 puntos, entrando en una tendencia bajista de la que parece complicado que salga sin que se vislumbre una solución al asunto griego. O un acuerdo de mínimos, otra vez. Lo cierto es que el selectivo de la bolsa española reduce al 5% la ganancia de este primer semestre y los especuladores bajistas se frotan las manos ante la eventualidad de que se cumplan sus apuestas.
El ‘Grexit’ o salida de Grecia de la zona del euro es la única opción válida que dan por segura ya todos los inversores
Que los inversores se han puesto más nerviosos por la ruptura de negociaciones del pasado domingo entre Bruselas y las autoridades griegas es algo que se está trasladando a la prima de riesgo española, que se ha situado en los 158 puntos básicos, un nivel que no había visto desde mediados del año pasado. Y podría haber sido mucho mayor esta subida si no fuera porque el bono alemán se convirtió de nuevo en el refugio favorito para sortear el temporal. La prima lleva ya acumulada una subida prácticamente del 40% en tan solo un mes, y los credit default swap (CDS), seguros de impago contra la deuda española, también se dispararon.
Aunque queda muy lejos de los más de 600 puntos a los que llegó en el peor momento de la crisis, a mediados de 2012, el fuerte repunte que ha vivido la prima de riesgo española ha vuelto a atemorizar a unos inversores que asisten con preocupación a una todavía débil recuperación de Europa. Y lo primero que hacen es vender sus títulos de deuda española, que ha visto cómo la rentabilidad del bono a diez años subía hasta el 2,38%, frente al 0,82% del bono alemán.
Ni siquiera Podemos y las fuerzas afines que se presentaron a las pasadas elecciones municipales y autonómicas de 24 de mayo provocaron tanto temor entre los inversores. Aunque el lunes siguiente algunas de las plazas bursátiles más importantes del mundo cerraron por ser festivo, los días posteriores no recogieron la noticia de la fragmentación política española con tanta preocupación. De hecho, la prima de riesgo solo repuntó seis puntos hasta los 123 puntos básicos.
Mientas Grecia termina de tensar todo lo que puede la cuerda, esperando como siempre un acuerdo de mínimos, los inversores hace tiempo que están emitiendo señales de que la gangrena helena centra todas sus preocupaciones. Lo importante ya no es el 'Grexit', sino cómo podría afectar al resto de países periféricos.