El otro día en una comida de trabajo alguien pronunció la frase: "hoy en día muchas de las canciones que escuchábamos hace años estarían censuradas". Quien lo dijo lo hizo con tranquilidad, flemático. Ni rastro de gravedad a pesar de lo que significa.
Loquillo titulaba una canción, que quien suscribe bailó mucho de adolescente, como 'La Mataré'. Siniestro Total bailaba sobre la tumba de alguien en una de sus letras -hasta le cortaba el cuello con el filo de un disco-; Extremoduro defecaba sobre una deidad y, de paso, sobre Cáceres y Badajoz. Prodigy pensaba en darle una paliza a una prostituta, Víctor Manuel amenazaba en una de sus canciones con suicidarse, los anárquicos Sex Pixtols tacharon de 'fascista' la monarquía inglesa y Molotov animaba a salir a la calle a asesinar homosexuales.
El PPSOE prepara en el Artículo 85 de la nueva Ley Orgánica de Protección de Datos el llamado 'Derecho a la rectificación en Internet'. Quieren tener la potestad de cambiar noticias y comentarios en redes sociales, cambiar contenidos. Una situación equivalente, con algunos matices, sería que Loquillo, Extremoduro o Víctor Manuel cambiasen la letra de sus canciones. Por ley. Es indudable que hay quien puede sentirse ofendido por determinadas letras, pero no es menos cierto que esto implica una baja capacidad intelectual, toda vez que hablamos de arte, de contar una historias, no de una declaración de intenciones literal del creador.
En determinados sectores, como el político, el Artículo 85 puede ser una buena herramienta para desteñir vergüenzas y cambiar las sensaciones del ciudadano y por extensión del votante. Quizá sea por ahí por donde vayan los tiros
El texto de la normativa tal y como se pretende aprobar dice querer "garantizar el ejercicio del derecho de rectificación, en particular en relación con los contenidos que atenten contra el derecho al honor, la intimidad personal y familiar y personal en Internet y el derecho a comunicar o recibir libremente información veraz".
Pablo Casado y Pedro Sánchez podrán pedir que determinadas informaciones sobre su máster se retiren de Internet. O que por lo menos que se maticen. Si algo no se cuenta, no existe. Y si se cuenta será como ellos quieren. Todo esto tiene un tufillo parecido al de 1984, novela de George Orwel. La nueva Policía del Pensamiento es casi tan rancia como aquella.
La PDLI (Plataforma en Defensa de la Libertad de Información) y la FeSP (Federación de Sindicatos de Periodistas) sostienen que, en caso de contenidos erróneos o noticias falsas, la actual normativa que regula el derecho de rectificación ya es aplicable a los medios digitales. Aseguran que la duplicación provocará inseguridad jurídica. Algo en la línea de lo que piensa el despacho de abogados Bufete Almeida, muy beligerante con la propuesta que será aprobada presumiblemente el 9 de octubre en el Parlamento.
El movimiento del PPSOE dice mucho en favor de los medios digitales, de su capacidad para llegar donde no llega el papel. De molestar con información a quienes mandan. De estar al servicio del ciudadano, de este país
Pretenden introducir un derecho que ya existe. Los periodistas mantenemos un pulso constante con las empresas de las que publicamos informaciones. En los medios serios se editan artículos cuando son imprecisos o están equivocados. Es nuestro deber y el derecho del lector. Los medios que no lo hacen caen en el descrédito. La fórmula funciona. Además, si llegado el caso no hay consenso entre el periodista y la empresa, están los tribunales. Hay muchos ejemplos de conflictos dirimidos en los juzgados.
El movimiento del PPSOE dice mucho en favor de los medios digitales, de su capacidad para llegar donde no llega el papel. De molestar con información a quienes mandan. De estar al servicio del ciudadano, de este país.
No es necesario el derecho de rectificación que se plantea. Internet se rectifica por sí mismo, deja pensar al ciudadano a través de quienes participan en la comunidad. Este sólo debe saber dónde acudir y saber contrastar fuentes, cosa cada vez más difícil, cierto es, por el volumen ingente de información que se maneja. Lo cierto es que se puede seguir un hilo temporal con el desarrollo de toda la historia de los másteres o de cualquier otra noticia a través de Google, Facebook o Twitter: Cifuentes, la deriva independentista, Donald Trump, la trama Gürtel, los EREs de Andalucía, el caso Bankia... Y no sólo en los medios digitales, también en Facebook o Twitter, redes sociales a las que, como hemos comentado, también afecta esta normativa.
No es necesario el derecho de rectificación que se plantea. Internet se rectifica por sí mismo
En determinados sectores, como el político, el Artículo 85 puede ser una buena herramienta para desteñir vergüenzas y cambiar las sensaciones del ciudadano y por extensión del votante. Quizá sea por ahí por donde vayan los tiros.
Pasen el domingo sin pensar en el lunes, no me sean agonías. Serán mucho más felices.