Las pequeñas y medianas empresas afrontaron en el segundo trimestre del año unos costes financieros por su deuda comercial próximos a los 2.400 millones de euros, el doble que un año antes (1.192 millones) y el mayor nivel desde septiembre de 2009, según la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme).
La deuda comercial (ordinaria y morosa) de las empresas con menos de 250 trabajadores se ha mantenido relativamente estable, situándose en el segundo trimestre del año en los 180.000 millones de euros, alrededor de un 8% más que un año antes. Además, tanto para las empresas pequeñas como para las medianas, los plazos de pago se redujeron, aunque no fue así en el caso de las microempresas.
En este sentido, el motivo principal de este aumento del esfuerzo financiero de las pymes ha sido la subida de tipos de interés. En el Observatorio de la Morosidad correspondiente al segundo trimestre de 2023, Cepyme informa de que el tipo para nuevos préstamos de hasta 250.000 euros pasó de 1,8% en el segundo trimestre de 2022 a 4,6% en el mismo período del año en curso.
Lo más habitual es que las empresas cobren un tiempo después de haber efectuado la venta
La deuda comercial forma parte de la dinámica de las empresas, entendiendo que lo más habitual es que las empresas cobren un tiempo después de haber efectuado la venta. Para hacer frente a esta dinámica de facturas impagadas, pueden recurrir a financiarse con créditos bancarios. Además, una parte de esa deuda comercial, la morosa, no se cobra en los plazos previstos (60 días), y supone un coste adicional.
El coste financiero relacionado con el tramo normal de la deuda comercial se triplicó para las pymes, con una subida del 200% interanual, y sumó 1.300 millones de euros en el primer trimestre en cómputo anualizado por la subida de tipos. El coste de la mora, por su parte, ascendió a casi 1.100 millones, un 41% más que un año antes.
"En entornos económicos como el actual, de alta inflación y crecientes tipos de interés, la morosidad multiplica su coste para las empresas: cobran sus facturas en moneda con un poder de compra menor, pero aun así tienen que realizar un esfuerzo mayor para financiar la deuda comercial", explica Cepyme.
"A este incremento del coste de la morosidad para las pymes se suman la subida de otros costes energéticos, suministros, laborales, etc.- y los efectos de la inflación, que merman su rentabilidad y su capacidad de negociación para acceder a la financiación necesaria en un contexto de encarecimiento del dinero, como consecuencia del aumento de los tipos de interés", advierte la patronal.
Baja el periodo medio de pago
La noticia positiva que arroja el Observatorio de Morosidad de Cepyme es que continuó la tendencia de reducción del Período Medio de Pago (PMP), que descendió hasta 81,3 días, 0,5 menos que un año antes. El PMP se acortó en los cuatro principales sectores económicos. La reducción más pronunciada se produjo en el sector servicios, donde el PMP bajó hasta 73,5 días.
La explicación es, precisamente, el azote de la inflación, que tiene un efecto contractivo en la deuda comercial: las empresas intentan acortar los plazos de cobro para evitar la pérdida en el valor real de los importes a cobrar que la misma acarrea, del mismo modo que ocurre cuando las condiciones crediticias se tornan más restrictivas.
Además, el índice de morosidad en las facturas de ventas a plazo (IMFVP) fue de 53,6 puntos, acumulando cinco incrementos interanuales consecutivos y alcanzando con esta cifra su nivel más elevado desde diciembre de 2020. No obstante, en comparación con los registros históricos, continúa siendo bajo, ya que la media de los seis años de referencia (2014-2019) es 100.