El grupo turístico Wamos prescindió de Martin Gruschka como consejero y accionista antes de recibir los 85 millones de euros concedidos a la compañía por el Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas, gestionado por la Sepi.
Así lo aseguran fuentes de la compañía presidida por Eduardo Montes. "No nos habrían dado la ayuda", admiten. A través de su sociedad de inversión, Springwater, Gruschka era accionista y figuraba como administrador o miembro de los consejos de administración de sociedades del grupo turístico español.
El Consejo de Ministros aprobó el pasado 18 de febrero la concesión de una ayuda de 85 millones de euros al Grupo Wamos. Esta ayuda se canalizará a través de un préstamo participativo por importe de 43,35 millones y un préstamo ordinario de 41,65 millones.
Wamos integra agencias de viajes, con Nautalia como una de las minoristas de mayor peso; los operadores turísticos Wamos Circuitos y Grupo Mapa; y la aerolínea Wamos Air, "una de las principales aerolíneas españolas de largo radio y en cuanto a número de asientos disponibles", explicó Moncloa con motivo de la concesión de la ayuda pública. A diciembre de 2019, el grupo empleaba en España a 1.747 personas.
Las fuentes consultadas en Wamos insisten en que Martin Gruschka ya no tiene presencia alguna en el grupo. "Hemos pasado auténticas calamidades para conseguir la ayuda de la Sepi, hemos esperado más de un año", señalan. "Si hubiera estado Gruschka no nos la habrían dado", reiteran.
Los empresarios advierten
Varios empresarios españoles con los que trabajó Martin Gruschka se han puesto en contacto con este diario en las últimas semanas para advertir sobre las penalidades que pasaron cuando el inversor suizo, que figura en el listado de los mayores morosos con Hacienda -apareció por vez primera en la lista publicada el pasado mes de diciembre, con una deuda de 14,5 millones de euros- se hizo cargo de sus empresas.
Gruschka desembarcó en España con la firma Springwater al calor de la crisis económica, en el año 2013, decidido a hacer negocio de quiebras y concursos de acreedores, tomando participaciones significativas en compañías españolas como Nautalia, Unipapel, Aernnova o Imtech.
Se suponía que iba a reflotar la empresa, pero lo que hizo fue quedarse con lo poco que había en la caja", recuerda un empresario
"Es un peligro", dice uno de los empresarios que trabajó con Gruschka. "Vació la caja; se suponía que venía a reflotar la empresa, pero lo que hizo fue quedarse con lo poco que había en la caja y volar", recuerda. "Dejó de pagar a Hacienda, a la Seguridad Social, a los trabajadores... Solía hacer préstamos entre sus sociedades; tenía un buen equipo de abogados, a los que sentaba en los consejos de las empresas que tomaba", añade.
"En cada operación que hizo sobre una empresa española en esos años lo que hacía era poner en cada sociedad distintos accionistas. Así generaba dificultad jurídica a la hora de atender reclamaciones. Si eras un acreedor suyo no podías localizarle", comenta otro empresario que trabajó con el fundador del fondo Springwater.
Llevo años tras él para reclamar una deuda de más de 50.000 euros, pero ya no es posible localizarle en España", dice un abogado
"Llevo años tras él", cuenta el abogado de un empresario que reclama a Gruschka más de 50.000 euros. "Ya no es posible localizar en España el domicilio de Springwater, tenemos que enviar solicitudes a Suiza, no podemos localizarle", lamenta.
Las fuentes consultadas que trabajaron con el inversor suizo coinciden en señalar que este a quienes sí pagaba era a sus inversores. "Para cada operación reunía una serie de inversores. A estos era a los que sí pagaba, los inversores de sus fondos recuperaban pronto su inversión, en cuanto accedía a la caja de la empresa adquirida", dicen.
También coinciden en apuntar que Gruschka siempre aparecía con dos millones de euros, que los ponía en la empresa adquirida, pero que los iba moviendo entre sus sociedades.
La Sepi dice que la información relativa a los expedientes del fondo de ayuda son confidenciales
Otras fuentes que trabajaron junto a Gruschka, con las que ha contactado Vozpópuli, advierten sin embargo que el inversor suizo "trabajó en empresas que estaban o en concurso de acreedores o a punto de estarlo, en situaciones muy comprometidas, y eso le ha acarreado enemigos y mala fama".
Gruschka "era como Richard Gere en Pretty Woman", comentan estas mismas fuentes. "Algunas de las empresas en las que entró acabaron en concurso, pero otras fueron reflotadas, entraron nuevos inversores y tiraron hacia adelante", defienden.
Desde la Sepi, organismo al que se ha dirigido este periódico para precisar los motivos de la concesión millonaria al grupo turístico y sobre la figura de Martin Gruschka, se ha indicado a este diario que la información "referente a los expedientes del FASEE es confidencial".