Siempre que el crecimiento económico se ha resentido por una crisis, fuera cual fuera su origen, los gobiernos han buscado la puerta de salida en la demanda nacional y su contribución al Producto Interior Bruto. Ocurrió, en el pasado reciente, después de la quiebra de Lehman Brothers, en 2088. También, durante la crisis de la deuda soberana en 2011-2012, que puso en entredicho el futuro de la moneda única europea. Y va a suceder en el próximo ejercicio.
El consumo de los hogares es el refugio donde se sustentan los cuadros macroeconómicos de todos los gobiernos, sea cual sea su signo, cuando se hace necesaria una recuperación. Eso y unos Presupuestos Generales del Estados expansivos, como los que se están perfilando desde el Ministerio de Hacienda y cuyas primeras pistas se han dado a conocer con la propuesta de techo de gasto para 2022: más de 196.142 millones de euros, una nueva cifra récord, que incluye una importante partida de fondos europeos.
Los segundos PGE de Pedro Sánchez no podían ser una excepción. La publicación por parte del ministerio que dirige Nadia Calviño de las previsiones macroeconómicas para el próximo ejercicio y el informe de situación de la economía española con los datos mas recientes de este mismo mes dejan claro en quién y en qué confía el Gobierno para salir adelante el próximo año. La previsión de crecimiento del PIB para 2022 es del 7,0%. De este porcentaje, el 6,7 puntos porcentuales serán aportados por la demanda nacional (consumo privado y público más inversión) y apenas dos o tres décimas, por el sector exterior.
Según el grandes cifras del Ministerio de Economía, el consumo de los hogares crecerá casi al mismo nivel del PIB: un 6,9%, una décima menos que la economía. Tiene toda la lógica. El gasto final de los hogares españoles viene de registrar una caídas interanuales del 6,1%, 24,7%, 9,3 y 9,4% en cada uno de los cuatro trimestre de 2020, y del 3,5% en el primer trimestre de este año. Es difícil ir a peor.
Si la comparación se realiza sobre la base de tasas de variaciones intertrimestrales, el resultado cambia algo. En los tres primeros meses de 2020 bastaron dos semanas desde la declaración del estado de alarma para que un crecimiento del consumo del 0,8% en el verano de 2019 o del 0,1% en el cuarto trimestre de ese mismo año se transformaran en una caída del 6,6% entre enero y marzo de 2020. Y es que, en el conjunto del pasado año, el PIB cayó un 10,8%;la demanda nacional restó 8,8 puntos al PIB y la externa, otros dos puntos.
Hay algunos indicadores del Ministerio de Economía que sustentan su optimismo sobre el papel del consumo privado en la recuperación económica durante lo que queda de año y 2022 y que no están directamente relacionados con el empleo y su recuperación. El gasto vinculado a las tarjetas está creciendo entre mayo y julio entre un 20% y un 30% en relación con los realizados en 2019. Llegaron a aumentar hasta casi un 40% en diciembre de 2020, pero la llegada de una nueva ola de la pandemia frustró todas las esperanzas. Sirva como referencia del brusco cambio de tendencia el hecho de que entre marzo y mayo del pasado año el desplome de su uso superó el 50%.
Según ha reconocido el Banco de España en alguno de sus últimos informes, existe en España en la actualidad una demanda de consumo que no ha podido ser satisfecha por las restricciones de movilidad, los toques de queda, las limitaciones de aforo... y que, en buena parte, no pueden ser trasladadas en el tiempo. No parece normal, apunta sin decirlo explícitamente la institución monetaria, que los gastos suntuarios que diariamente se realizaban en cafeterías, bares, restaurantes o transporte se puedan volver a hacerse. Otra cosa son los viajes, las vacaciones o las celebraciones extraordinarias que sí pueden ser aplazables a la espera de mejores condiciones sanitarias.
Y ahí es donde Nadia Calviño parece fiar parte de los resultados del crecimiento económico de los próximos meses. Según los datos que recogen sus previsiones macroeconómicas, el gasto con tarjeta en bares está creciendo en los dos últimos meses a tasas interbienales del 40%, después de soportar fuertes caídas entre los meses de noviembre de 2020 y marzo pasado. El transporte está de nuevo en niveles similares o superiores a las de 2019, con crecimientos del 5%, tras caídas de entre el 20 y el 35% entre finales de 2020 y mayo.
Cerca de recuperar la actividad de hace dos años están los alojamientos (aún un 5% por debajo del nivel de 2019). Algo peor sigue el sector de la moda, con caídas interbienales superiores al 20% y con solo un pico positivo en diciembre pasado. Los peores números se refieren al turismo. Sigue un 35% por debajo de 2019, aunque ha permanecido mucho meses con una actividad reducida al 20% de la registrada antes de la pandemia.
Durante la crisis sanitaria, al gasto que los hogares no han podido realizar por una u otra razón se ha destinado al ahorro. El gasto en consumo final de los hogares españoles durante el primer trimestre del año fue, según el INE, de 163.811 millones de euros, un 4,4% inferior al del mismo periodo de 2020, que sólo se vio afectado en dos semanas por la declaración del estado de alarma.
El Instituto Nacional de Estadística cifra el ahorro de los hogares en el primer trimestre de este año (último dato conocido) en 8.505 millones de euros, cuando en el mismo periodo de 2020 fue de 3.213 millones. Si se eliminan los efectos estacionales y de calendario, la tasa de ahorro de las familias se mantiene en el 10,6% de la renta disponible, un nivel desconocido en el último decenio.
Otro factor a tener en cuenta a la hora de apostar por el consumo interno de cara a la recuperación económica es que los depósitos de las familias han aumentado un 5,5% en junio en tasa interanual, hasta los 941.200 millones de euros, según el avance el Banco de España. Con datos definitivos del mes anterior, los españoles disponían en cuentas a la vista (cuentas corrientes), de inmediata utilización, de 832.808 millones de euros, 76.353 millones más que hace doce meses, un 10,1%.