El consumo, que representa el 75% del PIB, ha sufrido un nuevo frenazo ante la incertidumbre económica y política del conflicto bélico iniciado por Rusia en Ucrania y también por el nuevo repunte de los precios, sobre todo los energéticos y alimentarios, a tasas que no se conocían desde hace 36 años sin que el Gobierno haya movido un solo dedo hasta ahora.
El 24 de febrero, día del inicio de la invasión de rusa, las ventas totales diarias de las grandes empresas en España alcanzaron los 3.531 millones de euros, una de las cifras más elevadas tras el fin de la sexta ola de la pandemia. Sin embargo, una semana después, bajaron a 3.222 millones, reflejando ya los primeros efectos directos de la guerra en los mercados y el impacto del nuevo incremento de la inflación hasta el 7,4% (la revisión lo elevó al 7,6%). Por tanto, la facturación descendió casi un 9%, es decir, en más de 300 millones diarios, según los datos de Ventas Diarias del Sistema de Suministro Inmediato de Información (SII) de la Agencia Tributaria.
La cifra es importante, ya que desde el decreto del estado de alarma por el coronavirus, en marzo de 2020, no se conocía una caída tan vertical (aunque en aquel momento alcanzó el -18%). Esta situación ha provocado que la tasa interanual haya bajado de golpe en 11,5 puntos de media, pasando de un crecimiento del 35,3% en el inicio de la guerra al 23,8% una semana después. Aunque es probable que se haya ido moderando estos primeros efectos, las ventas seguirán a lo largo de este mes en registros negativos como consecuencia de la huelga de los transportistas, del cierre de algunas actividades antes la imposibilidad de colocar en el mercado los productos para su venta y del acaparamiento iniciado por muchos consumidores, sobre todo en el sector alimentario, que han dejado vacíos muchos lineales de los supermercados.
La Agencia Tributaria, tras haber cuestionado el Gobierno la estadística oficial del INE, al considerar que no refleja la realidad de la situación económica, ha elaborado unas series estadísticas de ventas interiores (bienes y prestación de servicios) con periodicidad diaria con la obligada información de las operaciones de IVA (tienen un plazo de cuatro días para enviar los datos desde la expedición de la factura) de las 30.000 grandes empresas que facturan anualmente más de seis millones de euros y que representan el 70% del total.
En todo caso, para ser más precisos y homogéneos en la estadística y en su impacto en el corto plazo y en el momento actual, los datos se corresponden con la media móvil de ventas de los últimos siete días y están referidos a los niveles originales de ventas corregidos de efectos determinantes (tienen en cuenta la estructura del calendario de ventas y laboral, los efectos de comienzo del mes así como el medio o el fin, sus interacciones con los fines de semana o con los festivos o incluso las diferentes fechas de facturación de las empresas) y también están corregidos de variaciones estacionales y de calendario (CVEC). Y sale que las grandes empresas de nueve de los diez sectores han registrado en esos días tasas de crecimiento negativas. Es decir, sus ventas han caído de una forma importante.
Golpe al consumo
Según esta información de la Aeat, las empresas de la industria manufacturera han bajado un 0,7% el ritmo de sus ventas en esta primera semana de la guerra (unos cuatro millones menos facturación diarios hasta poco más de 610 millones totales) y es un 8% inferior a la que se produjo en los mismos días del año pasado. La mayor parte de sus subsectores registran también un descenso significativo en sus ventas. Así, la industria textil y del cuero y calzado ha bajado su facturación un 7,4%; la de la industria del papel ha bajado un 13,4%; y un 23,8% ha caído la de los productos informáticos y electrónicos.
También se han reducido en estos días un 8% las ventas de las coquerías y empresas de refino de petróleo ante el descenso de la demanda por los elevados precios y la incertidumbre del conflicto bélico. Por su parte, las de la industria de la madera y de muebles han sido inferiores en un 9,2%, y, por ejemplo, las de la industria de fabricación de productos farmacéuticos han bajado un 5%.
Sólo registran un aumento de las ventas: la industria de la alimentación (1,2%); de fabricación de maquinaria (8,3%); la industria química (9,9%); y de fabricación de coches (19%). Este vertical descenso generalizado ha provocado a la vez en todos estos subsectores una reducción importante de la tasa interanual, moderando su crecimiento. Por ejemplo, la tasa de las empresas de refino respecto al mismo periodo del año anterior ha caído en casi 30 puntos en esta semana mientras que la de la fabricación de vehículos de motor se sitúa en el -43,3%.
La caída de las ventas de las grandes empresas, que son las retroalimentan de actividad al resto del tejido productivo, pueden estar advirtiendo de un nuevo pinchazo del consumo y de un proceso de estanflación
Pese a las subidas galopantes de las tarifas, las grandes empresas que se dedican al suministro de energía eléctrica y de gas también ha sufrido una reducción en su facturación (-1,5%), seguramente por el componente del ahorro iniciado por el consumidor a costa de pasar algo de frío y de la volatilidad en los precios. Han pasado de facturar casi 194 millones de euros diarios el 24 de febrero a poco más de 190 millones a primeros de marzo. En cuanto a la tasa interanual, el crecimiento del exorbitante 227% en el primer día de la invasión se ha situado en el 64% en el inicio de marzo.
Las grandes empresas de la construcción han bajado también su facturación (-2,4%) en estos días. La causa es el desplome de las actividades de la construcción especializada (-18%) mientras crece la facturación de las sociedades de ingeniería civil (17%) y de la construcción de edificios con proyectos y obras ya en marcha (5,9%).
Las ventas totales del comercio también caen hasta los 1.579 millones diarios (-0,1%). Lo más llamativo es el descenso del 12% de la facturación de las empresas destinadas a la venta y reparación de coches, subsector que vuelve a registrar una tasa interanual negativa (-0,9%), así como la caída en un 5,3% en el resto de comercio al por menor (equipos relacionados con la tecnología de la información, productos alimentarios y bebidas y el comercio no realizado en establecimiento y puntos de venta).
Descenso generalizado
El sector del transporte y almacenamiento pierde también un 1,2% de sus ventas en estos días. Mientras, las empresas relacionadas con la información y las comunicaciones bajan su facturación un 14,1% y las que se dedican a actividades profesionales y administrativas la reducen casi un 19%. En esta última actividad, relacionada directamente con los servicios, la tasa interanual cae espectacularmente, ya que se sitúa en el 9,7% a primeros de marzo frente al 48% en los últimos días de febrero.
El mayor descenso se produce (de casi un 30% hasta una facturación de 256 millones diarios frente a los 363 de una semana antes) en el sector que engloba el resto de actividades (agricultura, industria extractiva, actividades financieras y de seguros, inmobiliarias y, por ejemplo otros servicios y actividades artísticas y sanitarias). Su tasa interanual ha bajado en casi 18 puntos hasta el 59%.
La hostelería es el único sector que se salva de la pérdida de ventas en estos días. La facturación en esta semana ha crecido un 12,6% (hasta los 36,7 millones) gracias al alza de los servicios de alojamiento (6,7%) y de los servicios de comida (3,8%). En todo caso, aunque la tasa interanual es aún muy elevada (129%) por el efecto rebote del fin de la sexta ola de la pandemia, se reduce de forma considerable su ritmo de crecimiento (en casi 36 puntos) ya que el día 24 de febrero llegaba al 165%.
Todo esto pone en evidencia que la mejora económica que se estaba produciendo tras la sexta ola de la pandemia puede sufrir un nuevo parón. La caída de las ventas de las grandes empresas, que son las retroalimentan de actividad al resto empresas nacionales, pueden estar advirtiendo de un nuevo pinchazo del consumo y de un proceso de estanflación, es decir, estancamiento económico con inflación elevada, que anticipa tipos de interés más altos. Se trata de uno de los peores escenarios imaginables, sobre todo cuando el PIB y los ingresos fiscales dependen del consumo, mientras que el empleo no se ha repuesto aún de los niveles de la gran depresión de 2008.