Economía

Maniobras ocultas de rescate o el temor del BCE a que España se la pegue

En dos meses ha reinvertido en deuda española casi 7.000 millones usando dos programas de ayuda ya suspendidos (PEPP y PSPP) . El objetivo: tejer una red de seguridad ante las turbulencias que se avecinan

  • Sede del BCE en Fráncfort. -

Las cuentas de Fráncfort no engañan. El BCE lleva dos meses tejiendo una red de seguridad para evitar que la economía española se la pegue. También la italiana y la griega, en el foco de los inversores desde que la institución que preside Christine Lagarde certificó el fin de una larga era de ayuda financiera y monetaria.

Si los Tesoros de España o Italia no están pagando más por colocar su deuda se debe, en buena parte, a la actuación silenciosa del BCE. Esa acción explica por qué las primas de riesgo han vuelto a niveles 'aceptables' tras repuntar hasta cotas preocupantes hace apenas mes y medio. Ante la imposibilidad de gastar más fondos en deuda, el banco central está aprovechando el único resquicio que le permite la UE: la reinversión del dinero que ha destinado a la compra de bonos en los últimos años, con los distintos programas desarrollados.

Vayamos a las cifras oficiales. Según la última actualización, publicada esta misma semana, el BCE ha acaparado más deuda española por dos vías. La primera la avanzó Vozpópuli: desde el 1 de junio al 31 de julio, invirtió 5.914 millones de euros en bonos de nuestro país. La institución está usando la liquidez que obtiene con la deuda vencida de otros estados, fundamentalmente del norte de Europa. El 'modus operandi' es el siguiente: en vez de reinvertir en bonos alemanes u holandeses canaliza los fondos hacia los títulos de países del sur.

La prueba está en que, además de España, se han beneficiado de esta estrategia Italia, Grecia y Portugal. En total, los cuatro países han recibido un 'manguerazo' de casi 18.000 millones. Todos los movimientos se han llevado a cabo reinvirtiendo fondos del Programa de Compras de Emergencia frente a la Pandemia (PEPP, según sus siglas en inglés), constituido en marzo de 2020 para afrontar la crisis de la Covid.

Pero el BCE ha aprovechado también -y aquí está la novedad- la flexibilidad que le proporciona otro programa: el Public Sector Purchase Programme (PSPP). Éste fue constituido en 2015 para afianzar la recuperación tras la crisis financiera de 2008 y permitía adquirir tanto deuda pública como privada. Sólo en el mes de julio, el BCE reinvirtió 1.727 millones de euros en bonos españoles y otros 2.256 millones en italianos. El dinero procedía, básicamente, de la desinversión en deuda alemana (3.649 millones) y holandesa (3.065 millones).

Sólo en el mes de julio, el BCE reinvirtió 1.727 millones de euros en bonos españoles y otros 2.256 millones en italianos con el programa PSPP

El banco central ha repetido con PSPP el mismo esquema aplicado con el PEPP. En este último caso, se deshizo de 14.279 millones de deuda de Alemania, más otros 3.383 millones de los Países Bajos. Ambos programas ya han sido dados de baja. Sin embargo, la institución de Fráncfort se reservó la posibilidad de seguir moviendo el dinero en circulación. Este factor es clave para entender cómo el BCE está protegiendo a las economías más vulnerables en un periodo de transición como el actual, desde la etapa de intervención masiva en el mercado al nuevo escenario sin ayudas y con los tipos de interés al alza. Y, por si fuera poco, con una guerra en Europa de por medio.

El BCE está dando sus últimos pasos con sigilo. No conviene publicitar la intervención en los mercados de deuda, entre otras cosas, para no alterar a los grandes inversores, demasiado sensibles con el panorama que se avecina en otoño, por los niveles inaguantables de inflación y el riesgo de desabastecimiento energético. Según los cálculos de Goldman Sachs, el ente que lideran Lagarde y el español Luis de Guindos podría reinvertir este año y el siguiente entre 150.000 y 200.000 millones procedentes del PEPP.

BCE: Luis de Guindos y Christine Lagarde
Luis de Guindos y Christine Lagarde.

"En lo que se refiere al PEPP, el Consejo de Gobierno prevé reinvertir el principal de los valores adquiridos en el marco del programa que vayan venciendo al menos hasta el final de 2024", aclara el comunicado oficial publicado por el BCE el pasado 21 de julio, cuando aprobó la subida de tipos. "En todo caso, la futura extinción de la cartera del PEPP se gestionará de forma que se eviten interferencias con la orientación adecuada de la política monetaria".

El último boletín económico de la institución, difundido esta semana, refleja la preocupación creciente en Fráncfort de cara a los próximos meses. "El impacto de la alta inflación en el poder adquisitivo, la persistencia de las restricciones de oferta y la mayor incertidumbre están teniendo un efecto moderador sobre la economía. Las empresas siguen afrontando costes más elevados y disrupciones en sus cadenas de suministro, aunque se observan señales incipientes de que algunos cuellos de botella están disminuyendo", asegura. "En conjunto, estos factores están ensombreciendo considerablemente las perspectivas para la segunda mitad de 2022 y a más largo plazo", añaden los analistas del BCE.

Perspectivas del BCE

El banco central hará todo lo que esté en su mano para suavizar el batacazo. Ahora bien, hasta en su Boletín Económico reitera que los Gobiernos del euro también deben hacer sus deberes. "En todos los países, las políticas fiscales deben tener por objeto preservar la sostenibilidad de la deuda, así como aumentar el potencial de crecimiento de manera sostenible con el fin de impulsar la recuperación".

El mensaje parece teledirigido al Ejecutivo español. Pedro Sánchez y los ministros del área económica deben darse por aludidos por varios motivos. España soporta uno de los mayores niveles de deuda pública de la Eurozona y es un mal ejemplo ante sus socios con problemas enquistados como el paro juvenil o el desequilibrio de las cuentas de la Seguridad Social. Para colmo, el Gobierno está elaborando unos Presupuestos Generales del Estado con un techo de gasto récord.

El BCE está dando ejemplo de paciencia y flexibilidad. Pero tiene un límite. Si vuelven las turbulencias a los mercados de deuda en el tramo final del año, algunos países se verán obligados a solicitar la ayuda del nuevo mecanismo aprobado el pasado julio, que permitirá comprar nuevas partidas de deuda. Eso sí, el BCE solicitará a cambio reformas. Y a España le quedan muchas por hacer.

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