El Buscón

El "ilustrísimo" Guevara, sus puñetas y una jueza oculta tras un folio en blanco

Las sorprendentes escenas vividas durante la vista para decidir qué juez investigaba los 'papeles de Bárcenas'.

  • Alfonso Guevara, juez puñetero al que le gusta que le traten de ilustrísima.

La venda que cubre los ojos de la simbólica figura de la Justicia le impide ver --algunos dirán que por fortuna-- las escenas que a veces se producen en esos lugares teóricamente tan serios y respetables que son los tribunales de justicia. Un ejemplo de esas situaciones que dejan perplejo al néofito en todas estas cosas que tienen que ver con los quehaceres diarios de magistrados, letrados y demás personajes togados se vivió este miércoles en la Audiencia Nacional, precisamente en una de esas vistas que todos coinciden en calificar de 'mediáticas' por el número de periodistas que se aprestaba a seguirla. Se refiere este Buscón a la que tuvo lugar para decidir qué juez, si Pablo Ruz o Javier Gómez Bermúdez, debía seguir investigando los célebres 'papeles de Bárcenas'. Y no porque el resultado gustara a algunos y desagradara a otros, que ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos, sino por las imágenes que pudieron vivir los que siguieron en directo la sesión y que son de las que, como poco, dejan con la boca abierta.

Lo más llamativo fue, sin duda, la actitud que durante las tres horas que duró la vista mantuvo una de las juezas que componía el tribunal, María de los Ángeles Barreiro. La magistrada se pasó todo el tiempo sujetando en alto un folio en blanco con el que impidió que se le pudiera ver el rostro. ¿El motivo? Eso es lo que preguntó este Buscón a los periodistas más veteranos de los tribunales. Y la respuesta fue, de nuevo, sorprendente. No le gusta que las cámaras de televisión ni las de los fotógrafos 'inmortalicen' su cara. ¿Teme que no saquen su perfil bueno? ¿Nunca le da tiempo a ir a la peluquería? ¿Una inoportuna espinilla adolescente en plena frente? Quién sabe, pero no deja de ser llamativo ver que quien debe impartir justicia está más preocupada de que no se le caiga el folio de la mano que de lo que se está debatiendo en la sala. Como me dijo una buena amiga: "¡Qué papelón el suyo!".

Para colmo de la vista, uno de sus compañeros de estrado, el magistrado Alfonso Guevara, célebre tanto por su rostro enjuto como por sus desplantes a abogados, fiscales, testigos y acusados, decidió también conseguir sus gotitas de protagonismo más allá de la presidencia que ocupaba. De hecho, las tres horas de la vista estuvieron sazonadas de curiosos comentarios y frases lapidarias que impusieron tanto respeto que uno de los abogados decidió por terminar su exposición por la vía rápida para evitar recibir más reprimendas. Así, por ejemplo, cuando uno de los letrados se dirigió a él con el habitual "usted", Guevara le recordó que a él le debían tratar de "ilustrísima" porque así lo indicaban las puñetas que lucía su toga. Cuando el mismo letrado sugirió que quizá el tribunal estuviera "contaminado" para tomar una decisión sobre la cuestión competencial que se abordaba, se puso serio y dijo que lo único que allí estaba contaminado era "el aire".

En un momento dado, el representante de una de las acusaciones, en su intento por convencer al tribunal de que los papeles de Bárcenas debían ser instruidos por el juez Bermúdez, criticó el papel de la Fiscalía, Guevara salió como árbitro de patio de colegio y soltó un "nadie se ha medio con usted, nadie se mete con la Fiscalía". Minutos después, el magistrado reprendía a otro abogado por considerar que estaba acusando a su compañero Ruz de prevaricación. Cuando el letrado quiso aclarar que no era así, primero le mandó callar --"cuando habla el presidente, se callan las partes"-- y poco después le hizo ver que no estaba dispuesto a comulgar con las ruedas de molino con las que pretendía negar lo que había dicho: "Uno tiene oído y algo de mente. Más claro, agua".

Y así continuó el resto de la vista este juez que fue uno de los que juzgó el 11-M. Presumió de adivino ("El tiempo me da la razón"), cortó cualquier intento de protesta ("Aquí no se protesta, se me critica luego fuera") y evitó que algún letrado se fuera por las ramas del debate político ("Vamos a centrar la cuestión: el [juzgado] tres o el cinco. Aquí no estámos hablando ni de la calle Prim [actual sede provisional de los juzgados de lo Penal de la Audiencia Nacional] ni de los leones de las Cortes"). Lo dicho, que si doña Justicia se hubiera levantado un poco este miércoles la venda que le cubre los ojos, seguro que hubiera esbozado una sonrisa o, tal vez, se hubiera tapado la visión de nuevo. Hay cosas que es mejor no ver... por los menos en un tribunal serio y respetable.

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