La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, y el titular de Educación, José Ignacio Wert. Trío de ases en el mismo AVE que viajó el pasado domingo de vuelta a Madrid desde Valladolid, pocas horas después de acabar la convención que el PP celebró para levantarse los ánimos. Tema de conversación casi monográfico: la polémica reforma de la ley del aborto.
Algunos testigos presenciales de la charla informal mantenida por el trío escucharon la vehemencia con la que Gallardón defendió su cruzada personal en esta reforma y la defensa encendida que recibió del ministro de Educación, ante el silencio contemplativo de la vicepresidenta. La escena resultó curiosa a algunos viajeros de postín porque Soraya Sáenz de Santamaría estaba delante de dos de los ministros cuya popularidad ha caído en picado por mérito propio: a Wert se le considera carbonizado en el Gobierno por la contestación que está recibiendo su nueva ley educativa, mientras que al ministro de Justicia hay quien le da escasos meses en el Gabinete.
El principal escozor se le produjo a Gallardón cuando contempló asombrado como el mismísimo presidente del Gobierno admitía hace dos semanas desde la tribuna del Congreso que la reforma del aborto tenía puntos controvertidos que debían ser nuevamente debatidos por tratarse de asunto tan sensible, el mismo argumento que viene manteniendo la vicepresidenta desde hace meses y que ha sido, en parte, causa principal del retraso sufrido por el cambio legislativo.
Los mismos testigos que presenciaron a pocos metros de distancia la conversación de este trío de ases en el AVE Valladolid-Madrid, cotillearon también sobre la compañía elegida por Wert: no viajaba al lado de la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, quien hizo acto destacado de presencia en la convención del PP, a pesar de no ser militante. Extrañeza por partida doble.