Así, la sociedad ha acordado una reducción de capital que deja al fondo un tercio más pequeño que antes de las diferentes aportaciones realizadas por los socios, la última de ellas apenas hace un año. No obstante, no puede decirse que los últimos movimientos de Gala Capital hayan sido especialmente brillantes.
Sus apuestas por las energías renovables han quedado un tanto en entredicho debido a la incertidumbre generada por los cambios en la normativa jurídica en el sector, que hicieron incluso que algunas salidas a bolsa previstas, como la de la T-Solar de Isolux y la Renovalia de Domingo Díaz de Mera se quedaran forzosamente en los tacos de salida.
Otra de sus sonados patinazos fue el de Coronel Tapiocca, que se encuentra actualmente en la fase final de su concurso de acreedores, a la búsqueda desesperada de un comprador que no termina de llegar. Gala adquirió la cadena de establecimientos de moda justo antes del inicio de la crisis y las consecuencias no se hicieron esperar.
Todas las miradas se dirigen hacia Jaime Bergel, antiguo presidente de Merrill Lynch en España, que ha llevado las riendas de la firma después de la ruptura con Carlos Tejera, que decidió iniciar una aventura por su cuenta.
Costes excesivos
Los accionistas de Gala consideran que la estructura de costes que Bergel exige para mantener el fondo, que fuentes conocedoras de la situación cifran en torno a los tres millones de euros, es excesiva para los resultados que últimamente está cosechando la firma, a la que no han salvado tampoco las inversiones en el fabricante de moda Jimmy Choo y la empresa especializada en software Panda.
Ante este escenario, los accionistas del fondo de capital riesgo han tomado la determinación de repartirse parte de lo suyo, de lo que han aportado a la sociedad en los últimos tiempos. La operación de reducción de capital, que fue aprobada en la última junta de accionistas de la sociedad, permitirá a los socios recuperar un montante de 50 millones de euros, a lo que se destinará el total de la reducción de capital.
Hasta el momento, Gala no ha conseguido dar el salto de calidad que le exigen los grandes nombres que están detrás de la sociedad. La oportunidad surgió cuando se abrió la posibilidad de tomar una participación de control en Iberia, una maniobra que finalmente quedó en nada, para Gala y para otros fondos que también mostraron su interés y que tuvieron que hincar la rodilla ante Caja Madrid, que fue la que tomó las riendas de la aerolínea de bandera española.
En el último año, los socios de Gala Capital trataron de revitalizar el fondo con vistas a realizar alguna operación, aprovechar alguna oportunidad que dejara la crisis, aunque en vano.
Después de mucho mirar y estudiar no ha habido nada que haya convencido a los gestores de Gala. De ahí que las grandes fortunas que alimentan al fondo hayan decidido probar suerte por su cuenta, aunque no parece que el futuro de Gala corra peligro. Simplemente, es un punto y seguido pero, eso sí, a menor ritmo y con menor altura de miras.