Así lo afirmó hoy el periódico alemán "Die Welt am Sonntag", que amplía citando fuentes gubernamentales las informaciones al respecto publicadas ayer en exclusiva por el rotativo germano "Bild".
Los suscriptores del nuevo pacto, que sería un acuerdo entre países individuales y no un tratado que los 27 socios de la Unión Europea (UE) tendrían que ratificar, obligaría a un estricto control de los déficit nacionales y sancionaría una supervisión presupuestaria supranacional.
"Así demostrarán su determinación para atajar el problema de la deuda rápida y comprensivamente", apunta la publicación.
A cambio, los firmantes contarían con la ayuda permanente del BCE que, manteniendo su independencia pero dispuesto a apoyar a los países comprometidos con la consolidación fiscal, actuaría de forma contundente en los mercados de deuda para mantener bajos los tipos de interés de sus bonos soberanos.
"Después de estas medidas (de ajuste), debería haber una mayoría dentro del BCE lista para realizar intervenciones más contundentes en los mercados de capital", señaló al periódico alemán una fuente del Gobierno alemán.
Al parecer, la autoridad monetaria europea ya ha sido sondeada sobre su posición con respecto a este nuevo pacto que negocian en secreto los gobiernos de Francia y Alemania y que, pese a la difusión en medios germanos, no ha sido confirmado oficialmente.
En este sentido, un miembro del BCE sin identificar agregaba a "Die Welt am Sonntag" que "si los políticos tienen problemas mientras realizan un paso verdaderamente comprensivo, entonces el BCE entrará en juego y ayudará".
Berlín y París podrían empezar a difundir los detalles del nuevo pacto -que crearía un "club de los supereuropeos" o una "coalición de los ahorradores", según el periódico alemán- la semana que viene y desvelarlo al completo en la cumbre de líderes de la UE del próximo 9 de diciembre en Bruselas.
Las razones de Merkel y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, para promover este nuevo acuerdo -que de alguna forma puentea a la Comisión Europea (CE)- son la necesidad de actuar con rapidez y la de evitar los bloqueos de países particulares.
Las fuentes consultadas por el rotativo alemán señalaron que una reforma de los tratados europeos tardaría al menos un año en entrar en vigor, cuando esta nueva vía podría estar lista para enero o febrero de 2012.
Si este pacto de estabilidad se tramitase por la vía comunitaria en lugar de como acuerdo entre países podría embarrancar con que uno de Los 27 -aunque no esté en la Unión Económica y Monetaria (UEM)- se negase a ratificarlo.
"Alemania y Francia no están dispuestas a esperar a una unanimidad de todos los países de la EU", apunta la publicación, que recuerda el nerviosismo instalado en los mercados y los crecientes problemas de países como España y Italia, pero también Francia y Alemania, para colocar sus bonos.
Además, con este paso se podían anular las reticencias de algunos países a comprometerse más efectivamente con la consolidación fiscal y con la integración fiscal europea, una necesidad según Merkel y Sarkozy.
Entre los países que hasta el momento más críticos se han mostrado con la posibilidad de una mayor cohesión fiscal en la UE destaca Reino Unido.
La canciller alemana parece haber dado su brazo a torcer con respecto al papel del BCE debido al incremento de la presión del resto de socios de la eurozona y de otros países como Reino Unido y Estados Unidos, y a su oposición a la otra posible salida a la crisis: los eurobonos.