Salvo para el alquiler, España es un país canino. De hecho, a fecha de hoy, hay más perros que niños con menos de 14 años. Según el último informe del INE, hay 6.265.153 menores de estas características, mientras que hay más de siete millones de canes empadronados. La tendencia dice que de seguir así, la brecha aumentará en los próximos años, algo que contrasta con el número de pisos para arrendar que aceptan mascotas: alrededor del 10% de la oferta.
Aunque vivimos en un país de propietarios (14,5 millones en propiedad frente a 3,2 en alquiler, según el INE), las personas que poseen animales, que cada vez son más, se enfrentan a un problema a la hora de elegir qué piso alquilar. En la Comunidad de Madrid, de los 15.500 pisos que se pueden alquilar a través de Idealista, tan solo 1.891 de ellos aceptan animales. Es decir, el 12,2%. Si optamos por otro portal, Alquiler Seguro, de los 180 pisos que ofrece en la capital, tan solo 28 permiten mascotas (un 15,5%).
Esta tendencia no es exclusiva de la Comunidad de Madrid, sino que se extiende a toda España y en algunos lugares, los porcentajes son aún más bajos. En las provincias con grandes ciudades observamos este mismo efecto. En Barcelona, permiten mascotas un 8,8% de los pisos ofertados en Idealista (876 de 8905 viviendas), mientras que en Valencia es el 10,2% (440 de 4314).
En el caso de Sevilla, el porcentaje es aún menor: un 8,1%, 196 domicilios de los 2413 ofertados. La tendencia en las grandes ciudades gira en torno al 10%, aunque si nos fijamos en el resto de España, el porcentaje es aún menor: Fotocasa, en un informe, cifra en un 5% la oferta de pisos de su catálogo que aceptan mascotas en todo el panorama nacional
La baja cantidad de pisos en alquiler que aceptan mascotas supone, precisamente, un problema para los propios animales. Según la Fundación Affinity, de los 162.000 perros abandonados a lo largo de 2020 (el informe de 2021 aún está en elaboración), el 6% fue por cambio de domicilio, lo que equivale a 9.720 canes.
De los 162.000 perros abandonados a lo largo de 2020 (el informe de 2021 aún está en elaboración), el 6% fue por cambio de domicilio, lo que equivale a 9.720 canes.
También es un problema para los jóvenes que se emancipan. El alto (y creciente) precio del alquiler ya supone una fuerte limitación a la hora de escoger un inmueble. Si esa persona tiene perro, es posible que en su ciudad no haya una opción compatible con su nivel económico y solo le queden dos opciones: dejar al animal en casa de sus padres o coger un piso que no se adapta a sus necesidades.
A ello hay que sumar que, según Fotocasa, tan solo el 38,5% de las viviendas que permiten tener animales están amuebladas, por lo que irse de alquiler, en la mayoría de casos, supone invertir un dinero extra en, como mínimo, un mobiliario básico para poder habitar la vivienda.
¿Cómo puede cambiar esto? Solo mediante la voluntad de los arrendatarios. Al fin y al cabo, tal y como dice la Ley de Arrendamientos Urbanos artículo 4.2, “los arrendamientos de vivienda se regirán por los pactos, cláusulas y condiciones determinados por la voluntad de los implicados”. Es decir, que si el propietario no quiere animales en su propiedad, no hay debate. Eso sí, debe reflejarlo en el contrato.
Tan solo el 38,5% de las viviendas que permiten tener animales están amuebladas, por lo que irse de alquiler implica invertir un dinero extra en un mobiliario básico
Lo cierto es que existe un falso mito de que “el perro te destroza la casa” y eso es algo demostrable en cifras. Menos del 0,01% de los alquileres acaban con una reclamación por desperfectos ocasionados por el animal, según datos del informe de vivienda de la Comunidad de Madrid.
De hecho, alquilar un piso con mascotas es una opción recomendable. Cada vez hay más unidades familiares que poseen un perro o un gato, pero la oferta es pequeña, por lo que es mucho más sencillo arrendar un piso de forma rápida -y probablemente, con selección de candidatos incluida- si decides permitir la entrada de animales en tu domicilio. Además, aumenta la probabilidad de que los inquilinos sean de larga duración, dado lo problemático que resulta encontrar un hogar en compañía de un amigo de cuatro patas.