Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado llevan tiempo alertando del incremento de las actividades ilícitas que se cometen en las costas andaluzas, con especial incidencia del narcotráfico. Y el río Guadalquivir se convierte en la columna que vertebra el transporte de estupefacientes hacia el interior de la Comunidad. Debido al aumento de la actividad que se ha registrado en los últimos tiempos, las autoridades se han visto obligadas a recurrir al Ejército para contener a los delincuentes que operan en la región.
Una misión que, en mayor o menor responsabilidad, ha recaído sobre los hombros de varias unidades de las Fuerzas Armadas, tanto del Ejército de Tierra como de la Armada Española, que han colaborado estrechamente con Guardia Civil y Policía Nacional. De forma conjunta, han llevado a cabo labores de vigilancia en algunos de los puntos más sensibles de la lucha contra el narcotráfico.
El despliegue, que tuvo lugar entre el 17 y 23 de febrero, requirió la intervención del Regimiento de Artillería de Costa nº 4, cuyos efectivos se desplegaron en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda. Su cometido, señalan desde el propio regimiento, se basó en "contribuir a la vigilancia del espacio marítimo del estrecho, más concretamente de la desembocadura del río Guadalquivir, debido al incremento de las actividades de tráfico ilegal de estupefacientes en la zona".
Una fuerza armada y colaboración naval
Junto a ellos se incorporó una unidad de protección del Regimiento de Infantería La Reina nº2, de Córdoba. Una fuerza armada encargada de proteger al personal y al material desplegado en las labores de vigilancia. Parte de este equipo se desplegó en "zonas públicas y urbanas en el interior de la localidad", por lo que los vecinos de Sanlúcar de Barrameda pudieron ver a los militares integrados en la misión.
Los efectivos del Ejército de Tierra no fueron los únicos a los que se activó para reforzar la presencia de seguridad contra el narcotráfico: el despliegue también contó con la colaboración de los buques de acción marítima Furor (P-46) y Serviola (P-71) de la Armada Española, que cumplían labores de vigilancia en el Estrecho.
Ejercicios periódicos
Fuentes del Ejército de Tierra detallan que la unidad de artilleros se integró en el Mando de Vigilancia y Seguridad Marítima, que depende directamente del Estado Mayor de la Defensa (EMAD). Su activación dependió directamente de este órgano militar, último responsable de los despliegues de seguridad que desempeñan las Fuerzas Armadas en el exterior.
Asimismo, fuentes de Seguridad del Estado detallan que este tipo de ejercicios se llevan a cabo de forma rutinaria y periódica, con la intención de fomentar la interoperabilidad entre diferentes cuerpos policiales y militares. La presencia de militares en puntos como la desembocadura del río Guadalquivir atiende a refuerzos puntuales ante el incremento de actividades ilícitas en la zona.