Cándido Méndez (Badajoz, 1952) fue el secretario general de la UGT durante 22 años. En la recta final de su mandato vivió la reforma laboral aprobada por el Gobierno del PP en el 2012. La norma salió adelante al margen del diálogo social. Las organizaciones sindicales respondieron con una huelga general.
Méndez apela al acuerdo de Gobierno, sindicatos y patronal para abordar la nueva reforma del mercado laboral. El exlíder de la UGT dice en una entrevista con Vozpópuli que la coalición no debe caer en la "trampa" de la palabra "derogación", y que en su lugar se debería hablar de "sustitución". Méndez asegura que la legislación del 2012 no ha resuelto los problemas de fondo, que son la "precariedad" y la "elevada tasa de paro juvenil". "Lo fundamental es ver qué legislación laboral necesitamos de aquí al 2030, que es el primer escalón hacia la neutralidad climática", dice.
Además, sostiene que la recuperación económica no es tan robusta como quiere vender el Ejecutivo. Y se muestra preocupado por la capacidad de ejecución de los fondos europeos. Méndez asegura que este Gobierno tiene una oportunidad de "transformación" histórica, similar a la que tuvo Felipe González con la entrada de España a la Unión Europea en 1986.
Pero en su opinión, la condicionalidad de la financiación a las transformaciones digital y verde debe estar vinculada al empleo para crear un "triángulo virtuoso" y no "un círculo vicioso". "Corremos el riesgo de que la sociedad española vea estas transformaciones, que son tan inexorables como imprescindibles, como algo negativo", asegura.
España es el país de Europa que más reformas laborales ha hecho. Van 50 reformas laborales y esta próxima será la 51"
Pregunta: Los últimos datos de la EPA muestran que España ha recuperado los 20 millones de ocupados, una cifra que no se veía desde 2008. El Gobierno habla de que hemos recuperado los niveles de empleo prepandemia. ¿Son buenas noticias?
Respuesta: La EPA muestra que las horas trabajadas con respecto al tercer trimestre del 2020 son un cinco y pico por ciento más. Pero con respecto al tercer al trimestre del 2019, que es la situación prepandemia, es un 2,53% menos. Eso quiere decir que el volumen de trabajo no se ha recuperado. Lo que ha ocurrido es que ha aumentado la precarización del empleo, y a su vez esa precarización ha hecho que los trabajadores con empleo sean hoy más pobres en relación con la situación prepandemia. Como el promedio de horas trabajadas es un 2,53% menos, eso quiere decir que han cobrado un 2,53% menos de salario. Si a esto le añades una inflación del 5,5% y la evolución de los salarios que es del 1,5%, los trabajadores han perdido poder adquisitivo en más de un 6,5%.
P: ¿Usted cree que la recuperación no es tan sólida como se vende?
R: Tenemos unos problemas de paro estructural muy serios, que son de dos tipos. Uno de calidad del empleo y otro de cantidad del empleo. El de cantidad del empleo se evidencia en nuestro paro juvenil; uno de los más altos de Europa; en nuestro paro de larga duración; y en el paro de los mayores de 45, que también es muy elevado. Y el otro problema es de calidad laboral, porque tenemos una precariedad de las más elevadas de Europa.
P: ¿Es un buen momento para abordar la reforma del mercado laboral?
R: España es el país de Europa que más reformas laborales y de pensiones ha hecho. Van 50 reformas laborales y esta próxima será la 51. La última fue la del 2012, que en mi opinión es la madre de todas las reformas laborales. La Unión Europea la aceptó, pero lo más curioso es que seguimos teniendo los mismos problemas. Los comisarios cambian, los problemas siguen. Lo primero que hay que plantearse es si el diagnóstico es adecuado. Yo digo que no. Lo segundo es si las recetas son adecuadas. Y yo digo que no también. La última reforma laboral si analizamos lo que ha aportado es un 10% al empleo y un 90% ha sido para devaluar los salarios y para precarizar: 45% de devaluación salarial y un 45% de precarización.
P: Entonces está de acuerdo con abordar esos cambios.
R: Europa planteó la reforma y el Gobierno tiene en su plan de Recuperación el componente 23 para hacer un mercado de trabajo dinámico, resiliente e inclusivo, según dice literalmente. No hay otra alternativa que desarrollarlo. Y en ese sentido no hay mejor procedimiento que el diálogo social.
El debate en España antes de la reforma laboral del PP era sobre los mileuristas. Y ahora, desgraciadamente, hay franjas de trabajadores que aspirarían a ser mileuristas"
P: A usted le tocó la reforma del 2012 sin diálogo social.
R: Es una de las diferencias abismales que hay hoy por hoy. En aquel momento, teníamos muy avanzadas negociaciones con la patronal en relación con dos temas que ahora son conflictivos, como era la ultractividad de los convenios y la articulación de los convenios colectivos, entre empresa y sector. El Gobierno en aquel entonces, acuciado por la Unión Europea todo hay que decirlo, tomó unas determinaciones que a la vista está no han resuelto los problemas de fondo. A los problemas de fondo que teníamos se han añadido otros como el incremento de los trabajadores en riesgo de pobreza o la devaluación salarial. En España, hasta el 2008, el debate era sobre los mileuristas. Y ahora, desgraciadamente, hay franjas de trabajadores que aspirarían a ser mileuristas.
P: ¿Es fundamental que la patronal esté también en el acuerdo o le parece secundario?
R: El diálogo social es importante, pero es mucho más importante cuando no hay diálogo parlamentario con el principal partido de la oposición. El diálogo social en esta coyuntura tiene más importancia. Es muy importante que no se produzca ningún descuelgue, como ha ocurrido con la última subida del salario mínimo interprofesional. Las organizaciones sindicales son esenciales, pero la patronal también.
Las organizaciones sindicales son esenciales para la reforma laboral, pero la patronal también"
P: ¿Cree que la batalla que se ha vivido en el seno del Gobierno ayuda?
R: El Gobierno ha caído en la trampa de las palabras en relación con el término de derogación. Cosa distinta son las organizaciones sindicales, que tienen el derecho y la obligación de plantear en los términos que plantean la derogación de la reforma laboral del 2012, que además provocó una huelga general. El Gobierno debería de haberse centrado, que parece es lo que va a hacer ahora, en el desarrollo y ejecución del componente 23; no entrar en la trampa de palabras. En el componente 23 del Plan de Recuperación, que es de todo el Gobierno y que a su vez es lo que ha aceptado Europa, no he leído la palabra derogación.
P: ¿Le parece satisfactorio el acuerdo al que se ha llegado con la presencia de los Ministerios de Nadia Calviño y José Luis Escrivá junto a la titular de Trabajo, Yolanda Díaz?
R: El diálogo social debería radicarse en la Presidencia del Gobierno y desde la presidencia designar un único interlocutor para los sindicatos y la patronal, el mismo interlocutor evidentemente. Desde Presidencia es donde se tiene que gestionar qué ministerio o vicepresidencia entra o sale en función de los temas a tratar. Pero eso es lo que parece que a partir del próximo martes se va a corregir.
El diálogo social debería radicarse en la Presidencia del Gobierno y desde la Presidencia designar un único interlocutor para los sindicatos y la patronal"
P: ¿Qué elementos son en su opinión son imprescindibles en esta reforma?
R: Lo fundamental es ver qué legislación laboral necesitamos de aquí al 2030, que es el primer gran escalón hacia la neutralidad climática y la primera gran etapa en la transformación verde y digital. Y a partir de ahí, hay que sustituir en el debate la palabra derogación por la palabra sustitución. Eso te trae como consecuencia derogar cosas, añadir, modificar otras. Hablar en estos términos resta dramatismo a la discusión. Tanto las organizaciones sindicales como las patronales y el Gobierno ya tienen algunos acuerdos como el caso de los ERTE. Mi consejo sería: no discutamos tanto por lo que hay que quitar, sino vamos a intentar acordar cuál es la nueva legislación. En el propio componente 23 se habla, por ejemplo, de un estatuto de los trabajadores para el siglo XXI. ¿Cómo conseguimos ese nuevo estatuto?
P: Este debate se produce en un momento crucial para España por la llegada de los fondos europeos. ¿Cómo cree que está gestionando el Gobierno esta financiación?
R: Este Gobierno está ante una oportunidad diría que histórica sobre la base de la financiación europea para abordar una transformación profunda de nuestra economía. Es quizá la segunda oportunidad más importante de nuestra historia. La primera fue la de Felipe González con nuestro ingreso en la Unión Europea en 1986. Estamos ante un escenario de similar potencia para abordar las transformaciones que necesita España. En general, creo que nuestra capacidad de absorción de los fondos europeos, sobre todo en estos últimos tiempos, no ha sido una óptima. No hemos tenido capacidad de utilizar al 100% los fondos. Esto no es un problema que haya que atribuir exclusivamente a la administración o a la sociedad española. También pasa en otros países. Pero nosotros no estamos en una buena posición. Tenemos que mejorar de manera urgente nuestra capacidad de ejecución.
Hay que quitar del debate la palabra derogación por la palabra sustitución de la reforma laboral. Hablar en estos términos resta dramatismo a la discusión"
P: ¿Se puede corregir esa ejecución?
R: Los fondos los vamos a aplicar después de una pandemia terrible, que ha provocado un colapso de la economía mundial. Los fondos, además, tienen un doble condicionante, que es la necesidad de abordarlos desde la transformación digital y la transformación verde. A partir de los Presupuestos del 2022 es cuando vamos a meternos a fondo con la utilización de la financiación europea. La información que yo tengo, que no es actualizada y que probablemente haya mejorado, es que la capacidad de ejecución estaba en un 8% de una primera partida que se ha utilizado este año. Eso pone claramente de manifiesto que la gestión de los fondos tiene que mejorarse de una manera urgente y radical.
Hay que vincular el empleo con la transformación digital y la transformación verde o se creará un círculo vicioso donde aumente la precariedad y el paro"
P: ¿La participación de las comunidades autónomas es operativa?
R: El reparto al 50% entre comunidades autónomas y administración del Estado introduce un factor de complejidad que supongo no va a favorecer precisamente la aplicación de los fondos. Es verdad que nuestra estructura es la de la España de las autonomías, pero no es menos cierto que quien va a tener que dar cuenta del uso de los fondos es el Estado miembro. A Europa no le vamos a poder contar historias de nuestra administración territorial, porque lo que nos van a pedir es cuentas como Estado miembro, como España.
P: ¿Cómo van a afectar la digitalización y la transformación verde al empleo?
R: El enfoque de los fondos debería ser distinto, vinculándolo empleo. El objetivo de la transformación verde y el objetivo de la transformación digital están interrelacionadas. No creo acertado que se planteen como compartimentos estancos. Para avanzar en la transformación digital hay que cambiar los empleos, hay que cambiar la formación. La digitalización en los términos actuales está aumentando la precarización del empleo de una manera radical. Yo vivo en Vicálvaro, y aquí cerca hay un centro logístico de Amazon en un polígono industrial. Alrededor de ese centro logístico de Amazon están los nuevos jornaleros, que en lugar de llevar una azada lo que hacen es conducir una furgoneta. Están esperando que los llamen para poder trabajar. Hay una precarización, un abuso del falso autónomo, y por lo tanto la digitalización hay que analizarla vinculándola al empleo. Y a su vez, la transformación verde va a cambiar de una forma radical nuestro modo de vida, el transporte, la generación de energía, y eso va a afectar de manera radical al empleo.
P: ¿En qué sentido?
R: Estos tres temas pueden abocar a un círculo vicioso donde aumente la precariedad y el paro. Hay una desconfianza muy grande por parte de la población para algo que es muy deseable que es la transformación verde y aprovechar la transformación digital. Yo defiendo ambas, pero se puede generar una reacción negativa de la sociedad porque se genere un círculo vicioso. Pienso que se tendría que haber construido un triángulo virtuoso, cuyos tres vértices son preservar empleo y empleo de calidad vinculando a la transformación digital y a la transformación verde.
P: No es muy optimista...
R: La digitalización, hasta el momento, lo que ha provocado en España es precariedad. Y no hay nadie que se atreva a decir que la transformación digital puede generar un mayor volumen de trabajo que el que teníamos con anterioridad. No hay ningún informe de prospectiva donde se arriesguen con ese tipo de información. Y los que se arriesgan, que son muy pocos, siempre reconocen que es decisivo el papel de las administraciones públicas. Digitalización es de momento precariedad. Ese es su rasgo. Y la defiendo, pero hay que corregirla y no puede estar al servicio de un pequeño grupo de empresas. En parte se ha tratado de corregir con leyes como la de riders.
Alrededor de algunos centros logísticos de los líderes de la digitalización están los nuevos jornaleros, que en lugar de llevar una azada lo que hacen es conducir una furgoneta"
P: Esa percepción negativa de la que habla también afecta a la transformación ecológica. Mucha gente no lo entiende.
R: La transformación verde va a provocar una revolución en nuestra manera de vivir. Y está directamente vinculada al empleo. Por ejemplo, todo lo que es la arquitectura energética de los países cambia. Cuando el carbón ya no se incorpora en el mix energético. Hay una serie de trabajos que van a desaparecer y que van a ser sustituidos por otros. Y tiene una directísima relación con la digitalización, porque la digitalización también contamina, emite CO2. Por eso digo que estos tres temas deben estar relacionados.
P: ¿Cómo va a afectar este proceso a nuestras zonas rurales?
R: La transformación verde va a impactar en todos los ámbitos de nuestra vida y en todos los territorios. En relación con la España vaciada, aunque particularmente no me gusta mucho el término, tanto la transformación digital como la verde son una oportunidad más que un peligro, también para nuestra agricultura y ganadería. Por ejemplo, para agricultura y ganadería porque se daría preferencia a los productos de proximidad frente a importaciones masivas. Y la digitalización aporta una ventaja. La tecnología 3D, por ejemplo, puede facilitarte poner una pequeña fábrica si hay cobertura de internet, que es lo primero que hay que hacer para que no haya zonas sin cobertura. Hay que cambiar el concepto de concentración en grandes urbes de la población, de los centros de producción, las estructuras administrativas por un concepto radicalmente distinto. En mi opinión, ahí hay una oportunidad.