Pablo Casado no quiere consejeros de Vox en el próximo gobierno de la Comunidad de Madrid. Sabe que la CAM es el gran escaparate de las políticas del PP desde hace 25 años y que lo primero que hará Pedro Sánchez, si Isabel Díaz Ayuso gobierna e incluye “gestores” de la formación de Abascal como ha prometido, es acusarle a él en el resto de España de dar alas al discurso y las políticas de la ultraderecha; implantación del pin parental en la educación, tal que en Murcia, o la eliminación de ayudas a los inmigrantes.
Fuentes próximas al presidente del PP creen que Madrid es un ecosistema político “no exportable” a otros territorios -igual que Galicia o Andalucía, donde triunfan Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno Bonilla, tampoco lo son- y sostienen que, tras la victoria rotunda de Ayuso el 4 de mayo no será necesaria la entrada de Vox en el gabinete de la Puerta del Sol; incluso el propio Santiago Abascal ha dejado claro que no va a hacer casus belli de la entrada de Vox en el Gobierno madrileño:
“No somos lo mismo que Vox”
En el PP entienden que ahora, en campaña, ella mime a ese sector y a los huérfanos de Ciudadanos, para que no se pierda ni un voto hacia el PSOE que pueda dar alas a las posibilidades del socialista Ángel Gabilondo de gobernar; pero una cosa es eso, admiten, y otra compartir gobierno con una ultraderecha que brindará titulares diarios a la oposición fuera la que fuera la Consejería que ocupará. “No somos lo mismo que Vox ni lo seremos nunca, en materia de libertades, defensa de la España autonómica y otros temas”.
El duro discurso de Casado frente a la moción de censura que presentó Abascal contra Sánchez en septiembre “se mantiene”, sostienen las citadas fuentes, porque las posibilidades del PP de desalojar al PSOE de La Moncloa y gobernar España pasan por opciones que se declaran incompatibles, por lo menos, con apoyar un Gobierno de España en el que está Abascal; otra cosa es que Vox y esas fuerzas nacionalistas favorezcan con su sí o su abstención la investidura de Casado tras las elecciones generales.
Unas elecciones que Génova ya no ve tan improbables a finales de este año, dado el deterioro del Gobierno de coalición, la salida del mismo de Pablo Iglesias y, sobre todo, la crisis económica que se avecina: el Ejecutivo ha rebajado nada menos que en tres puntos y medio -del 9,8% al 6,5%- el PIB de este año por el frenazo en el primer trimestre y ya es inevitable el retraso en la llegada de los 144.000 millones europeos en fondos de recuperación. Un panorama que apunta a un otoño caliente en la calle por parte de los sindicatos y de Unidas Podemos, dicen en el PP.
Casado lleva meses en contacto con el PNV, incluso con el PDCat, para buscar una mayoría alternativa a Sánchez, porque “esto ya no va de tener 176 diputados sino de sumar uno más”
De hecho, la dirección popular ya mantiene desde hace meses discretos contactos con el PNV de Andoni Ortúzar -la última vez con ocasión de la elección del nuevo Consejo de Administración de RTVE, en febrero pasado-, incluso con los diputados del PDCat que apadrina Artur Mas con vistas al futuro y a “normalizar” una relación que acabó muy tocada tras la etapa de Mariano Rajoy. “Saben que ésta es una nueva etapa y, cuando sea, está dispuestos a colaborar”.
Según las cuentas que echan Pablo Casado y los suyos “esto ya no va de tener 176 diputados (mayoría absoluta) y ahora mismo nosotros estamos en empate técnico con el PSOE -1,5% de diferencia-. Sánchez no tiene fácil subir de 120 diputados, bajó en la repetición de elecciones del 10 de noviembre de 2019, por mucho que Podemos caiga. Esos escaños se los vamos a disputar con los miles de votos que nos van a venir de Ciudadanos”, señala un importante dirigente del PP.
Desde ese punto de vista, sí se produce la victoria de Isabel Díaz Ayuso el 4 de mayo , Casado la considerará “propia”, más si cabe que la de Feijóo en Galicia el verano pasado. Al fin y al cabo, Ayuso es una apuesta personal suya como el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, y ambos no le han dado más que alegrías electorales.
”Esa teoría de que una victoria de ella el 4M le molesta porque le hace sombra, en tanto que se convierta en una lideresa nacional, le hace gracia”, comenta una fuente muy próxima al líder del PP, que añade la siguiente reflexión: “sí después de perder las mociones de censura en Murcia y Castilla y León, el PSOE no logra rascar poder en Madrid, el que tiene un problema es Pedro Sánchez, no Pablo Casado”; porque ya no tendrá a Iglesias a su lado, el de Podemos tendrá manos libres para gestionar la ruptura preelectoral con los socialistas y Ciudadanos habrá muerto políticamente.
La sola desaparición de Ciudadanos aportará al PP entre 15 y 20 diputados más y eso pondrá a Pablo Casado en disposición de disputarle la presidencia a Pedro Sánchez
Solo esto último significará entre 20 y 30 diputados más para el PP, por efecto de la Ley d’Hont sobre los restos y los últimos escaños provinciales, sostiene el entorno de Casado. En definitiva, “se va a instalar en la sociedad la sensación de un cambio de ciclo”.
Y aunque la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, insiste en que en las ofertas de convergencia PP/C’s que le ha formulado el presidente del PP es “palabrería”, éste sostiene que le ofreció hasta ser portavoz del Grupo Popular en sustitución de Cayetana Álvarez de Toledo a cambio de diluir la sigla naranja en la popular. Algo que Arrimadas rechazó, al querer pactos como el del País Vasco, que, visto el fiasco, ya no se repetiría en Cataluña.
Esa era una “línea roja” que la dirección de Génova, la de una fusión entre iguales, no estaba dispuesta a admitir; porque esa “refundación” era tanto como ceder la primogenitura de la oposición cuando en la repetición de elecciones generales el 10 de noviembre de 2019, seis meses después de las primeras, Casado logró pasar de la debacle de 66 diputados a 88 (90 contando los dos navarros de UPN). Y, además, por razones históricas.