En la actualidad, uno de los mantras más repetido por el separatismo es el de la necesidad de reagrupar al movimiento. Este desiderátum parece difícil de alcanzar entre los principales partidos secesionistas, Junts y ERC, que tras renovar en sus últimos congresos la confianza en Junqueras y Puigdemont han ensanchado sus diferencias —los primeros, disputándole el voto ultra a Aliança Catalana cargando contra la inmigración; y, los segundos, tratando de convertirse en un 'catch-all-party' dentro de la izquierda catalanista—. Sin olvidar que la relación personal entre sus líderes quedó liquidada tras los hechos del 'procés'. Con todo, aún se antoja más ardua la reconstrucción de los puentes entre las dos entidades que organizaron las protestas de aquellos días: la Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural.
Las diferencias entre ambos 'lobbies', que se han agudizado en los últimos tiempos, se remontan al periodo en el que Dolors Feliu presidió la ANC, cuyo discurso "antipartidos" puso los cimientos de una deriva radical que el liderazgo del cantautor Lluís Llach no ha hecho sino acrecentar —recordemos que la nueva hoja de ruta de la entidad pasa por repetir el 'procés' recurriendo a la "desobeciencia civil" y al "choque con el Estado"—. Este extremismo ha servido a Òmnium para culpar a la entidad de Llach de la división del secesionismo. De su parte, la Assemblea ha venido reprochando a OC su "connivencia" con el programa de ERC. Pero las afinidades de la asociación de Xavier Antich parecen estar cambiando.
Y es que, en un vídeo difundido ayer, Antich reclamó un "giro de 180 grados" al independentismo para robustecerse" y superar el "desánimo y la frustración" que cunden entre sus partidarios ¿Y cómo conseguirlo? Pues tratando de "enderezar el rumbo político del catalanismo" —léase el PSC de Salvador Illa— y posibilitar "nuevos escenarios futuros para conquistar la libertad" —léase referendo de secesión—. Y por si quedaban dudas de su apuesta por tender puentes con los socialistas, aclaró que el secesionismo no podía "esperar cuatro años" a ponerse en marcha, en alusión a una hipotética victoria de los nacionalistas en los próximos comicios catalanes. Un adelanto de esta mentalidad pragmática lo deslizó Antich en su alocución de la pasada Diada, cuando recordó a los manifestantes: "Ya no estamos en 2017, sino en 2024".
Semejanzas en los discursos
Dado este nuevo contexto, Antich modeló su discurso hasta hacerlo coincidente en gran medida con el enarbolado por el Ejecutivo de Illa. Habló, por ejemplo, de "hacer crecer el sentimiento de pertenencia, aglutinar mayorías, combatir las desigualdades y la exclusión, garantizar la cohesión social y fortalecer la lengua y la cultura para hacerlas accesibles a todo". De hecho, con respecto a la cuestión lingüística, Antich apeló a frenar el supuesto retroceso del catalán alegando que la "lengua es la columna vertebral de la nación", una frase idéntica a la pronunciada por Illa en su discurso de investidura.
Un primer capítulo de este acercamiento tuvo lugar el pasado 11 de noviembre, cuando Antich se reunió con el presidente de la Generalitat para acordar más recursos para fomentar el monolingüismo en catalán —una causa que el PSC ha convertido en uno de los pilares de la legislatura junto a la llamada "financiación singular"—. En aquella cita —que Òmnium tenía pendiente desde el 24 de octubre pero pospuso para no coincidir con la recepción de Illa a Sociedad Civil Catalana—, Antich reclamó al 'president' que el catalán fuese necesario para "participar en la vida social, política y cultural del país". Poco después, Òmnium descendió al terreno de los números y, tras una reunión en el Parlament con representantes del PSC y el resto de partidos catalanistas, exigió doblar los recursos para que los cursos de catalán alcancen en breve las 200.000 plazas.
La demanda de la entidad no ha tardado en ser atendida por el Govern, que el último día de 2024 anunció en redes que este año aumentará el presupuesto del Consorcio para la Normalización Lingüística para ampliar la "oferta de cursos de catalán" y fabricar una nueva generación de "hablantes". Un objetivo que, según la 'conseller' Vila, es "posible si somos capaces de tejer el máximo de complicidades para conseguirlo". De momento, la complicidad del Ejecutivo con Òmnium Cultural es ya un hecho.