El Gobierno de Pedro Sánchez está estudiando que el nuevo embajador para Afganistán, Ricardo Losa, trabaje desde Qatar ya que España no reconoce diplomáticamente al régimen de los talibán, según desvelan fuentes diplomáticas a Vozpópuli.
Precisamente, el ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, estuvo el pasado martes en Doha con el emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Zani, y otros miembros del Ejecutivo catarí a los que trasladó esta posibilidad y pidió ayuda para lograr la evacuación de los colaboradores de España de Afganistán "en el menor tiempo posible".
Los países de la UE analizan dar el mismo paso y seguir de esta forma el ejemplo de Estados Unidos, que a finales de agosto anunció el traslado a Doha de la misión diplomática que tenía en Kabul tras la retirada de las tropas occidentales de la capital afgana ante la toma del poder de los talibán, quienes por el momento han respetado los recintos de las embajadas.
La legación española en Kabul, al igual que la de EEUU, está formalmente cerrada en la actualidad y los talibán han apostado combatientes en las puertas para garantizar la seguridad en torno a la misma, según las citadas fuentes.
Cambio de embajador en Afganistán
Losa fue nombrado embajador en el país asiático el 3 de agosto coincidiendo con el cese del embajador saliente, Gabriel Ferrán, pero no pudo viajar allí ante el deterioro de la situación en Afganistán. El 11 de agosto, días antes de la caída de Kabul, fuentes norteamericanas todavía evaluaban la capacidad de resistencia del Gobierno local en tres meses.
La sustitución de Losa por Ferrán se hizo, por tanto, antes de la crisis política y humanitaria en Afganistán. La solicitud de plácet -para el cambio de embajador- se cursó al Gobierno afgano el 8 de junio y la luz verde de Kabul llegó un mes más tarde, el 8 de julio, en un momento en el que los análisis de inteligencia de Estados Unidos "incidían en que los talibanes tardarían en llegar a Kabul entre varios años y seis meses", según reveló el ministro español en su comparecencia parlamentaria de finales de agosto.
Tras la rápida ofensiva talibán a mediados de agosto y la entrada de éstos en la capital, Albares decidió -tras consultar a ambos- que lo mejor era que el nuevo embajador permaneciese en Madrid y que Ferrán y su adjunta, Paula Sánchez, permanecieran en Kabul para coordinar desde el aeropuerto el dispositivo de evacuación de más de 2.000 afganos.
"Cuando se inicia la evacuación, yo hablo con él (Ferrán) por teléfono y le digo que considero que él debe seguir sobre el terreno ya que no hay tiempo para que vaya una nueva persona a ocuparse de la evacuación. No lo duda ni un minuto y lo ha hecho con absoluta profesionalidad; más allá de la profesionalidad, con sentido de servicio público, que yo le reconozco", relató el jefe de la diplomacia después del regreso del último avión de evacuación a España.
Albares también ha decidido que Ferrán y Sánchez sigan trabajando unos meses en Madrid en la célula sobre Afganistán que Exteriores mantiene operativa para organizar la evacuación de colaboradores y familiares que no pudieron abandonar su país en agosto en el puente aéreo. El próximo día 28 Ferrán y Sánchez serán condecorados por el ministro en el Palacio de Viana junto a otras personas de Exteriores que participaron en la operación.
El hecho de que Losa vaya a seguir previsiblemente los asuntos afganos desde Doha cuenta con algunos precedentes en el pasado. Por ejemplo, España ha tenido destinado varios años en Túnez al embajador en Libia debido a la guerra civil que se desató en el país magrebí tras la caída del régimen de Muamar el Gadafi.
Interior condecora a Ferrán y Sánchez
Entre tanto, el Ministerio del Interior aprobó este jueves la concesión a los policías de Kabul de la medalla roja por su participación en el dispositivo de evacuación. También condecoró con la cruz con distintivo blanco al embajador saliente en Afganistán y su adjunta por ponerse al frente de la coordinación de dicho operativo.
Los policías de Kabul utilizaron alcantarillas para rescatar a parte del personal en una misión en la que eliminaron información sensible antes de abandonar el recinto de la embajada, dentro del plazo negociado con los talibán para abandonar el país centroasiático antes del 31 de agosto.