Primero, Inés del Río. Horas después, AntonioTroitiño. El goteo de excarcelaciones tras la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) de Estrasburgo que anula la 'doctrina Parot' ya ha comenzado y, con él, los problemas para el Gobierno de Mariano Rajoy, que hasta ahora había conseguido que ETA no formara parte de la agencia política. Tras el chaparrón de críticas que sufrió desde los colectivos de víctimas por la excarcelación en el verano de 2012 de Josu Uribetxeberría Bolinaga, el secuestrador de José Antonio Ortega Lara, el Ejecutivo había conseguido poner sordina a la situación abierta hace dos años con el anuncio del cese de la violencia por parte de la banda armada hasta conseguir que pareciera que el final del terrorismo etarra no iba con él. "Lo único que espera el Gobierno es la disolución de ETA sin condiciones", era la frase que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, repetía de manera machacona cuando se le preguntaba públicamente por la cuestión. Ahora, según coinciden en señalar todas las fuentes políticas consultadas, el final del terrorismo vuelve a ser centro de atención "y Moncloa deberá empezar a dar pasos".
El Ejecutivo de Rajoy había optado por no mover pieza en el final del terrorismo convencido de que cualquier gesto le traería más problemas que beneficios
Hasta este momento, Moncloa había dejado entrever que para el Gobierno el final de ETA estaba ya amortizado y mostraba su convencimiento de que cualquier movimiento suyo en ese terreno le podía dar más problemas que ventajas. Por ello, no dudó en desactivar cualquier movimiento que se pudiera interpretar como un gesto hacia los terroristas. Así, dejó en un limbo penitenciario a la docena de presos etarras que, tras desligarse de la organización y pedir perdón, se habían acogido a la llamada 'Vía Nanclares' puesta en marcha en la legislatura anterior por el ejecutivo socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. Para ello creó su propio plan de reinserción al cual, año y medio después, no se ha acogido ningún recluso de la banda. Incluso los encuentros entre víctimas y presos de este colectivo que se habían alentado desde el Gobierno vasco y recibido el visto bueno del anterior ocupante de La Moncloa, fueron 'desmantelados'. Para ello, Interior no dudó en organizar dos al margen de los equipos que habían encargado de aquellos, ambos con gran alarde mediático, para terminar de cerrar también esta vía.
Inflexible en política penitenciaria, desde el Gobierno se decidió también cercenar cualquier contacto directo o indirecto con la banda armada, cuyos dirigente reclamaban desde Noruega un encuentro para hablar sobre lo que desde la propia banda se denominaba eufemísticamente las "consecuencias del conflicto": presos y entrega de armas. Rajoy incluso consiguió que las autoridades de Oslo, siempre proclives a ejercer el papel de anfitrión en procesos de paz como habían demostrado en la anterior tregua de ETA, terminaran finalmente expulsando de su territorio a los tres dirigentes de la banda que esperaban allí una visita que el ejecutivo no estaba dispuesto a hacer. Entre medias, el Gobierno seguía propiciando operaciones policiales a un lado y a otro de la frontera con Francia para reforzar la imagen de 'mano dura' ante una parte de su electorado.
¿Qué hará ETA ahora?
Sin embargo, la sentencia del TEDH ha trastocado sus planes. ETA ha vuelto a pasar a primera línea de la agenda política y, sobre todo, de los medios de comunicación. Hasta ahora, el Gobierno ha respondido ante esta vuelta a la primera plana de la banda armada volcándose con las asociaciones de víctimas que más críticas se mostraron durante el 'caso Bolinaga' y, luego, eludiendo responsabilidades cuando ha llegado el momento de asumirlas por la próxima salida de la cárcel de decenas de terroristas y asesinos. De hecho, la rueda de prensa que los ministros de Interior y Justicia, Jorge Fernández Díaz y Alberto Ruiz-Gallardón ofrecieron el pasado lunes menos de dos horas después de que se hiciera público el fallo de Estrasburgo mostró el intento del Gobierno de Rajoy de ponerse de perfil ante el problema que se le venía encima: señaló abiertamente a los jueces como los últimos responsables de las próximas excarcelaciones. El propio Mariano Rajoy ni eso. Cuando ayer fue preguntado en los pasillos del Congreso por los periodistas sobre las salidas de prisión de los terroristas, el presidente se limitó a hablar de la lluvia.
Fuentes políticas vascas creen que ETA puede aprovechar la noticia del final de la 'doctrina Parot' para hacer público un comunicado que anuncie sus primeros pasos para el desarme
Sin embargo, fuentes políticas coinciden en señalar que, mal que le pese al Gobierno, el fin de terrorismo ha entrado ya en la agenda política y que permanecerá en el mismo durante bastante tiempo, incluso más del que se prolongue el goteo de excarcelaciones. De hecho, el Gobierno vasco ya le ha hecho un llamamiento para que una vez consumado el fin de la 'doctrina Parot', Interior flexibilice finalmente su política penitenciaria como le viene reclamando para acelerar el fin de la banda armada. Además, la izquierda abertzale no ha dudado en aplaudir la decisión de Estrasburgo que, por otra parte, aligera también la presión que sufría desde sus propias filas después de dos años desde el anuncio del fin de la violencia sin resultados palpables para uno de los colectivos más sensibles: el de los presos.
¿Y ETA? Fuentes conocedoras del proceso creen posible que ahora dé el primer paso para iniciar el desarme que se le reclama desde todos los ámbitos, incluida la izquierda abertzale. Un movimiento que se concretará muy posiblemente con un comunicado en el que anunciará su disposición a entregar las armas a través de organizaciones internacionales dispuestas a ejercer el papel de 'notario' de dicho gesto ante las reiteradas negativas del Gobierno a participar en él. Es un movimiento que se espera desde hace tiempo, sobre todo desde que la banda armada recogió el guante que la pasada primavera le lanzó el Foro Social celebrado en Pamplona bajo la batuta de la plataforma ciudadana Lokarri y que entonces ya tuvo una reacción positiva, aunque ambigua, por parte de la propia ETA. En aquel momento, la dirección etarra ya señalaba en un comunicado que daría respuesta a los planteamientos que salieron de aquel encuentro de personalidades internacionales y en el que se le reclamaba, precisamente, la entrega de las armas. Ahora, tras el fin de la 'doctrina Parot', estas fuentes esperan que la banda dé el paso. "Aunque con ETA nunca se sabe", concluyen.