Un cuadro de grandes dimensiones de Francisco Franco dentro de la principal base militar de Melilla fue uno de los motivos de la destitución, el 7 de marzo de 2006, del comandante general en esta ciudad, el entonces general de división Francisco Fernández, quien se resistió a descolgar el lienzo del dictador al mostrar su "disconformidad" con la orden recibida por su superior jerárquico, el jefe de la Fuerza Terrestre, el teniente general Pedro Pitarch.
Vozpópuli ha tenido acceso al expediente militar que este último entregó en mano el 27 de febrero de 2006 al Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra (JEME), José Antonio García González, y que luego llegó al despacho del entonces ministro de Defensa, José Bono, quien a los pocos días llevó el cese de Fernández al Consejo de Ministros.
El escrito ha circulado en los últimos días en el chat de la XXIII Promoción de la Academia General Militar de Tierra y el propio Pitarch confirmó a este periódico su autenticidad. Se da la circunstancia de que 73 de los miembros de esta promoción, entre los que habían antiguos mandos del CNI, enviaron a finales de noviembre una carta a Felipe VI quejándose del Gobierno de Pedro Sánchez.
A raíz de la polémica de esta misiva de militares retirados de Tierra, Bono advirtió hace una semana en La Sexta que el motivo de la destitución del comandante general de Melilla fue por tener en su despacho un cuadro de Franco más grande que el del Rey, por aquel entonces Juan Carlos I.
Tras ello, el exgeneral Fernández negó las afirmaciones de Bono -en realidad, el lienzo no estaba en su despacho y los dos cuadros eran del mismo tamaño- y dio su versión de los hechos en el diario Melilla Hoy sobre la visita de Pitarch el 16 de febrero de 2006 a la nueva base 'Alfonso XIII', en la que el jefe de la Fuerza Terrestre se encontró con la sorpresa del lienzo de Franco.
El coronel de regulares le explicó aquel día a Pitarch, según la versión que Fernández dio la pasada semana, que Franco "había sido teniente y capitán en esa unidad" cuando estuvo al frente de la Legión y que "por eso estaba en el museo". Sin embargo, en el expediente militar se indica que en aquel momento no estaba presente un coronel, sino un teniente coronel "accidental", y que el edificio en cuestión no tenía un carácter museístico sino que era la Sala de Mandos, el 'sancta santorum' de la citada base.
"Esta guarnición es complicada"
Pitarch ordenó descolgar el cuadro en aquella visita. Tras salir de la estancia, Fernández dice que tuvo un aparte con él, en el que le comentó lo siguiente: "Esta guarnición es muy complicada y en vez de quitar el cuadro de Franco, de momento, voy a poner el cuadro del Rey en sitio preferente. (Pitarch) se calló, lo que me indicó que la solución le parecía correcta".
Nada de ello se dice en el expediente que motivó su cese. Pitarch indicó en el escrito que le produjo "extrañeza" que el cuadro estuviera colgado allí y que le expresó al comandante general de Melilla "su desagrado por el hecho y su deseo de que se le pusiera pronto remedio".
Pitarch le ordenó que retirara el retrato del anterior Jefe del Estado y que "se depositara éste en el almacén de la unidad o en el Museo de Melilla"
"El COMGEMEL manifestó su desconocimiento previo de la situación ya que el Grupo estaba todavía instalándose en el nuevo acuartelamiento y, al menos esta vez, sí se mostró dispuesto a corregir la situación", señaló Pitarch al JEME tras una serie de roces con él por otros motivos. Sin embargo, a los cuatro días, cuando el jefe de la Fuerza Terrestre llamó por teléfono a Fernández preguntando si ya se había retirado la pintura de Franco, la respuesta fue negativa.
"El COMGEMEL manifestó que no, alegando para ello que él no entendió que lo dicho por el Mando que suscribe supusiera una orden concreta de retirada del cuadro. Expresó, asimismo y sorprendentemente, su disconformidad con la retirada de la pintura, por el 'carácter museístico' del recinto donde se encontraba colgado", anotó un sorprendido Pitarch ante lo que era el incumplimiento de una orden dada por él.
"Para despejar cualquier incomprensible duda sobre el asunto", prosiguió el entonces jefe de la Fuerza Terrestre, "este Mando le ordenó al general Fernández Sánchez, que se procediera a retirar de su ubicación el retrato del anterior Jefe del Estado y que se depositara éste en el almacén de la unidad o, en su ausencia -como aquél alegaba- en el Museo de Melilla".
Colgado hacía poco tiempo
De manera inmediata, Pitarch puso al corriente de estos hechos al JEME "por las posibles e imprevisibles consecuencias que pudiera tener este asunto en el caso de que se hiciera público, toda vez que, además, no se trataba de un objeto que hubiera estado allí durante años, sino de algo que se había colocado 'de nueva planta'" al ser unas instalaciones recién inauguradas, anotó el teniente general en su informe.
Con todo, el asunto del cuadro de Franco no fue la principal causa de la destitución del comandante general de Melilla, sino una "conducta profesional poco deseable" advertida por Pitarch al poco de tomar posesión en Sevilla como jefe de la Fuerza Terrestre en sustitución de José Mena, quien durante un discurso de la Pascua Militar había advertido con un levantamiento del Ejército si el Estatut de Cataluña sobrepasaba los límites políticos marcados.
Así, el 18 de enero de 2006, el general Fernández llamó a Pitarch para ponerle al tanto de la publicación en un diario de Melilla de una carta enviada por el capitán en activo Roberto González Calderón, en el que se aludía a las declaraciones de Mena y confesaba su deseo de plantarse con su compañía de la Legión "en el Ministerio de Defensa y entregarle en mano al Señor Bono" la misiva.
Lo más sorprendente es que aquel día no había nadie "con autoridad de cierto nivel de la cadena de mando" para arrestar al citado capitán. Es decir, la Comandancia General de Melilla estaba descabezada pues el general Fernández "se encontraba de vacaciones en Cádiz", mientras que el segundo jefe -un general de brigada- "se hallaba en Madrid asistiendo a un curso". Por último, el coronel al mando del tercio de la Legión al que pertenecía González Calderón "estaba también de vacaciones en la Península".
"Ante esta insólita situación de ausencia de cabeza visible presente en una plaza tan sensible como es Melilla, y ante la peculiar situación creada por la carta del mencionado capitán, en el marco de una creciente alarma social, este Teniente General manifestó por teléfono al GD Fernández Sánchez su preocupación y disconformidad con esa situación de 'acefalia', ordenándole que, tanto él, de vacaciones en Cádiz, como el coronel jefe del I Tercio, de vacaciones al parecer en Galicia, regresaran a Melilla de manera inmediata", expuso Pitarch en el expediente entregado al JEME (leer abajo).
Ambos retornaron a Melilla a las ocho horas, pero el general Fernández se resistió de forma "incomprensible y quizás fatuamente" a cumplir las órdenes. Por ejemplo, alegó que "él seguía ejerciendo el mando de la Plaza desde cualquier lugar en que estuviera", en aquel momento Cádiz. Incluso, en dos ocasiones llamó a Pitarch para quejarse por el regreso de su coronel desde tierras gallegas.
"Este Mando, después de manifestar al COMGEMEL su extrañeza por ese empeño en discutir una orden legítima de su jefe inmediato, especialmente cuando ya todos los medios de comunicación llevaban varias horas hablando con cierta alarma del tema, le volvió a reiterar la orden de regreso. Se le dijo también que si el problema era de dinero, que se le facilitaría pasaporte por cuenta del Estado", concluyó Pitarch.
Expediente sobre el cese de... by Vozpopuli
Fernández fue uno de los promotores de la polémica misiva firmada por 73 mandos retirados del Ejército de Tierra, que fue enviada al rey Felipe VI el pasado 25 de noviembre, con el agravante de que el texto tuvo una redacción inicial en la que se sugería que el propio jefe del Estado compartía sus preocupaciones sobre la situación política en España.
El antiguo comandante general de Melilla fue el que elaboró el texto inicial y, junto al coronel Juan Albero, se encargó luego de recolectar las firmas. El borrador sólo contó con una treintena de adhesiones en un primer momento entre sus miembros. Ello provocó que el general retirado lamentase en un segundo correo la falta de implicación de sus conmilitones en un momento tan difícil, según él, para España.
Esas duras palabras provocaron que pidiese disculpas en un tercer mensaje, pero en paralelo mandató a otro promotor, cuya identidad desconoce este periódico, para que llamase, uno a uno, a aquellos que no se habían animado a dar un paso al frente. Algunos de los 'llamados al orden' equipararon estas llamadas telefónicas a un "intento de presión", según fuentes consultadas por Vozpópuli.