A los 17 años, Borja Giménez Larraz presenció el asesinato de su padre, Manuel Giménez Abad, a manos de ETA. En 2001, el que fue el último jefe militar de ETA, Mikel Carrera Sarobe, alias 'Ata', remató de un tiro en la cabeza a su padre cuando él estaba presente y luego le miró a la cara, según ha relatado durante el juicio en la Audiencia Nacional. En el proceso también se juzga Miren Itxaso Zaldúa, integrante de la banda que también participó en el homicidio.
A preguntas de la fiscal, Borja Giménez ha recordado que ese domingo de mayo de 2001 se dirigía con su padre a ver un partido de fútbol al estadio de la Romareda. Apenas cinco minutos después de abandonar su casa para seguir su ruta habitual hacia el estadio, "una persona llegó por detrás y disparó" contra su padre. Este cayó al suelo a causa del ataque, y fue entonces cuando el hombre "le acabó rematando con un tercer disparo en la cabeza". "Luego me miró a la cara, yo iba pegado al edificio, mi padre iba por la acera pegado a la calzada. Y cuando le disparó y remató, me miró a mi y cuando se iba me seguía mirando", ha recordado.
El hijo de Giménez Abad le vio la cara "totalmente" y pudo reconocerle con el paso de los años
De esta manera, el que puede ser testigo principal, dado que estaba en el momento del atentado junto a su padre, ha aseverado que le vio la cara al etarra "totalmente" y que con el paso del tiempo pudo reconocerle en las fotografías que en 2014 le mostró la Guardia Civil a pesar de que habían transcurrido 13 años.
No obstante, ha especificado que en las primeras fotografías de etarras que los investigadores le enseñaron en 2001 y en años posteriores no logró identificar al atacante. Durante el juicio se ha sostenido, por varios de los agentes que realizaron la investigación, que 'Ata' no aparecía en esas primeras muestras fotográficas porque por entonces era un miembro legal -no identificado- de ETA.
Era "la persona que disparó" a su padre, Giménez Abad
En 2014, cuando Borja Giménez vivía en Bruselas le contactó la Guardia Civil y viajó a Madrid para ver una vez más fotografías. Entonces sí que reconoció "a la persona que disparó" contra su padre si bien entonces desconocía que el alias de ese etarra era 'Ata'.
Ya en 2018, ha relatado, viajó a París para asistir a una rueda de reconocimiento, donde de nuevo volvió a identificar a 'Ata' como el hombre que disparó a su padre, aunque en esta ocasión sí que había visto mas fotos de él en noticias recogidas por medios de comunicación. En esta jornada del juicio ha señalado que reconoció a 'Ata' "perfectamente" y apunta que destacó ante el juez sus rasgos característicos: "La mirada y la mandíbula".
Además del testimonio de Giménez, este martes han pasado por la sala más de una decena de testigos. La primera de ellas, protegida, ha resaltado que ese día se encontró con Carrera Sarobe en la zona del asesinato y que le reconoció en 2019 cuando los investigadores le enseñaron fotografías. "¿Reconoció a esa persona?", le ha preguntado la defensa del etarra, a lo que ha respondido: "Sí, era él".
También ha cobrado protagonismo el testimonio de algunos de los cuatro amigos que viajaban en un coche rojo ZX y que regresaban de celebrar una capea. Pasaban por la zona cuando se produjo el atentado, y allí se detuvieron para interesarse por qué había pasado. Han coincidido en señalar que el presunto agresor se cruzó delante de ellos "apuntando y amedrentando a la gente", y que le entregó algo a una mujer -aunque sin afirmar que fuera una pistola-.
Todos han señalado que el tipo al que vieron era de 1,80 metros, que llevaba gorra, que tenía pelo largo y rizado, y que se "pasó" algo con una mujer de entre 1,50 o 1,60 metros.
Los "mofletes" de Zaldúa
Sobre esa mujer, presuntamente Zaldúa, uno de ellos ha explicado que se cruzó la mirada con ella, y que recuerda que era "fuerte" y que tenía "mofletes", la "cara redonda", ojos "morenos" y llevaba abrigo y una suerte de pamela en la cabeza.
Este testigo identificó en 2019 a Zaldúa en un reconocimiento fotográfico, pero la defensa de la etarra le ha recordado que en una declaración previa policial dijo que no se había quedado con su cara, solo que tenía mofletes y una "cara alegre".
Tras esta apreciación, el tribunal le ha preguntado si tenía seguridad en la identificación, a lo que ha recordado que "perfectamente" porque "hay situaciones en la vida imborrables y ésta es una de ellas".
A esos testigos presenciales les han sucedido otros que no han aportado nada más que la vivencia de cómo se encontraron con esa situación. Uno de ellos ha sido un policía local que también iba camino del fútbol y que escuchó los disparos. Tras las detonaciones pudo ver a un hombre con gorra oscura que daba "zancadas muy largas".
Los peritos
Durante la sesión de este martes han declarado además diferentes agentes tanto de Policía como de Guardia Civil que han ido detallando los documentos incautados a diferentes miembros de ETA y que dieron pie a los informes de inteligencia en los que se basaron para dirigir la investigación hacia 'Ata' y Zaldúa como autores materiales del asesinato de Giménez Abad.
Uno de ellos ha explicado que pusieron el foco en 'Ata' porque a raíz del fin de la banda terrorista empezaron a revisar atentados con víctimas mortales y, dado que tenían un retrato robot elaborado en 2001 y descripciones físicas de testigos bastante similares, encajaba. Además, buscaban sospechosos que tuviera "peso" en ETA y que en 2001 no estuvieran fichados, y eso les llevó a la posibilidad de que el comando que atentó contra el político aragonés fuera Basajaun, "y uno de los posibles integrantes era 'Ata'".
La jornada de este martes se ha visto marcada por la asistencia a la vista tanto de familiares de Giménez Abad como del presidente del PP de Aragón, Jorge Azcón, quien ha señalado a las puertas de la Audiencia Nacional que tras 22 años por fin se celebra el juicio "para que los asesinos de Manuel Giménez Abad puedan estar donde les corresponde, que es en la cárcel".
El juicio se reanudará este miércoles a las 10.00 horas con más declaraciones testificales, si bien la defensa de Zaldúa ha anunciado que renuncia al testimonio de hasta cuatro miembros de ETA que estaba previsto que declararan.