El 16 de marzo de 2012, Arturo Fasana, el gestor de la fortuna del rey emérito en Suiza a raíz de una donación saudí de 100 millones de dólares en 2008, se acercó a las oficinas del banco Mirabaud en Ginebra, situadas en el número 29 de Boulevard Georges-Favon, para sacar 50.000 francos suizos (41.500 euros de aquella época) de la cuenta de la Fundación Lucum.
Unas horas después entregó este dinero a Juan Carlos I en mano. Apenas quedaban unas semanas para el safari de Botsuana y el propio jefe del Estado firmó el recibí de aquella entrega sobre el extracto creado ese mismo día por Mirabaud.
La firma del entonces jefe de Estado en ese papel (ver abajo) es singular por varias razones. En primer lugar, es uno de los dos documentos de este banco suizo en el que aparece la firma del monarca de entre toda la documentación de la Fundación Lucum a la que tenido acceso Vozpópuli en exclusiva. El otro extracto es de junio de ese 2012 antes de procederse al cierre de la cuenta.
Tanto Fasana como su socio Dante Canonica entregaban en La Zarzuela o en territorio helvético las importantes sumas de dinero que sacaban para el rey emérito. A cambio, se quedaban con unos recibís elaborados en folios en blanco, sin membrete, en el que únicamente anotaban de forma escueta el motivo de la firma de don Juan Carlos.
Así, por ejemplo, el 3 de febrero de 2010, Fasana entregó 250.000 euros al rey emérito en la estación alpina de Villars. Fue en el dúplex que Corinna Larsen había adquirido en 2009 con la ayuda de dos préstamos por un montante total de 1,56 millones de euros y que al año siguiente fueron reintegrados al monarca con un interés del 4%.
Aquel trámite entre Juan Carlos I y Fasana se solventó con un simple papel en el que el segundo dejó escrito la fecha, la mención "Recibido en este día el montante de:" y la cuantía de la entrega que se le hacía al entonces jefe del Estado, quien se limitó a firmar el documento como si de una disposición del BOE se tratara (ver abajo).
Otro detalle importante de la retirada en efectivo de 50.000 francos suizos en marzo de 2012 es que fue la última que quedó registrada en la cuenta que la Fundación Lucum tenía en el banco Mirabaud. Apenas cuatro meses antes había estallado el caso Urdangarín, pero nada hacía presagiar que iba a ser la última salida de dinero.
A finales de octubre de 2011, el monarca había realizado a Corinna la primera de las tres transferencias "a título gratuito" y "sin posibilidad de retorno" para la compra de la mansión en Londres por parte de la empresaria germano-danesa. Era el equivalente al 30% del apartamento en esta exclusiva zona de la capital británica.
El 10 de noviembre de ese año, dos días después de que se registrasen las oficinas del Instituto Nóos, Canonica elaboró una nota interna en la que indicó que el representante de Larsen, el abogado Maurice Turrettini, confirmaba la donación del rey emérito así como la intención del monarca "de efectuar otras donaciones" al hijo pequeño de íntima amiga, Alexander zu Sayn Wittgenstein.
El segundo y tercer pago para el apartamento de Londres se efecturaron los días 24 y 25 de enero de 2012 y el 17 de febrero hubo una retirada de 50.000 francos suizos que Canonica entregó a Juan Carlos en Villars. El hijo de Corinna cumplía ese fin de semana 10 años y don Juan Carlos le prometió en ese momento la organización del viaje a Botsuana para después de Semana Santa.
Un mes más tarde, el 16 de marzo, llegó la última retirada de dinero de la cuenta de la Fundación Lucum, otros 50.000 francos suizos. Aquel fin de semana no hubo actos oficiales del rey Juan Carlos, quien pudo viajar a Villars para estar con Corinna y su hijo. En menos de un mes llegaría el fatídico viaje a África con el que se quiso celebrar la adjudicación del AVE del desierto a un consorcio de empresas españolas.
La cacería fue organizada por el empresario saudí de origen sirio y residente en España, Mohamed Eyad Kayali, administrador y hombre de confianza del hoy rey Salman, quien por aquel entonces era ministro de Defensa. Por aquel entonces ya se indicó que la estrecha relación de amistad entre don Juan Carlos y el príncipe Salman fue determinante en la adjudicación del contrato del AVE del desierto. El proyecto, valorado en más de 6.736 millones de euros, fue el mayor contrato internacional jamás logrado por empresas españolas.
La caída de Juan Carlos en Botsuana se produjo el 14 de abril de ese 2012. Ese mismo día se tuvo que organizar de forma precipitada el viaje de regreso a España ya que el jefe del Estado se rompió la cadera y tuvo que pasar por el quirófano para ser operado. Fue entonces cuando se descubrió por primera vez la existencia de la amiga entrañable del monarca.
A los pocos días, el entonces Rey no le quedó otra que pedir disculpas antes toda España: "Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir". Este incidente supondría un antes y un después para el emérito y para la Monarquía, que se vio seriamente perjudicada por ello. Para la historia de Corinna y el monarca, sería el fin de su estrecha amistad tras ocho años de relación.
Canonica va a Madrid tras Botsuana
Al mismo tiempo que se produjo la salida de Corinna y su hijo de España, hubo un viaje de Canonica de Ginebra a Madrid, según ha podido saber Vozpópuli al tener acceso a la documentación de Lucum. Fue el 24 de abril, apenas 10 días después de la caída del monarca de Botsuana y cuando el entonces jefe del Estado acababa de recibir el alta médica y empezaba a retomar a duras penas la actividad oficial en La Zarzuela.
El abogado suizo sacó unos billetes de avión de ida y vuelta para el mismo día por un montante de 1.551,42 euros (ver abajo). Lo hizo con Iberia en clase I o business plus, que le permite al comprador tener "butacas más amplias, conexión a internet, estrenos de cine en tu pantalla, cocina gourmet y bodega"... además "de un cuidado servicio en tierra antes de volar".
En aquellos días no constan retiradas de efectivo de Lucum, por lo que se puede deducir que don Juan Carlos pidió a Canonica que viajase a Madrid para comunicarle verbalmente su deseo de desprenderse de los activos de la fundación, que pasarían a Corinna a principios de junio mediante un contrato de donación. Los 65 millones de euros que quedaban en esta sociedad creada en Panamá iban a cambiar de manos en unas pocas semanas.