España

Largo Caballero, el 'Lenin español' en cuyo espejo se mira Pedro Sánchez

"Me gustaría empezar por recordar a una persona fundamental en la historia del PSOE y en la de la Unión General de Trabajadores que ha sido mancillada en los últimos

  • Francisco Largo Caballero, ministro de Trabajo tras la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931

"Me gustaría empezar por recordar a una persona fundamental en la historia del PSOE y en la de la Unión General de Trabajadores que ha sido mancillada en los últimos meses por grupos políticos y también por gobiernos autonómicos: Francisco Largo Caballero. Un sindicalista y un político consecuente con sus actos que como ministro de Trabajo promulgó la legislación social más avanzada de su época. Actuó como hoy queremos actuar nosotros".

De esta forma tan rotunda se ha referido Pedro Sánchez durante el 43º Congreso Confederal de UGT celebrado este miércoles al que fuera ministro de Trabajo tras la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931, cuya figura ha estado en el foco de varias polémicas a lo largo del último año después de que el Ayuntamiento de Madrid retirara su nombre del callejero a propuesta de Vox y con el apoyo del PP y Ciudadanos.

De origen proletario, nacido en 1869 en una buhardilla de una ciudad en expansión industrial como era Madrid, Largo Caballero ingresó en las filas del PSOE y la UGT a finales del siglo XIX, con 21 años, de la mano de sus fuertes convicciones, que marcarían su paso por la política española.

Defensor a ultranza de la dictadura del proletariado, se convirtió en uno de los primeros concejales del partido en el municipio de Madrid. Tras ser elegido en las elecciones municipales de 1905, su nombre empezó pronto a hacerse conocido por su participación activa en varias huelgas.

Largo Caballero fue nombrado vicepresidente del Comité Nacional de la UGT y se convirtió en uno de los firmantes del manifiesto conjunto de la UGT y el PSOE que sirvió de pistoletazo de salida para la huelga general de 1917, por la que fue detenido y condenado a cadena perpetua, aunque un año después, al ser elegido como diputado, quedaría en libertad.

Partidario de que el PSOE conviviera con la dictadura de Primo de Rivera, llegó a ejercer como consejero de Estado durante este período, y fue uno de los hombres clave para que el partido se acabara aliando con los republicanos en 1930. La frialdad y oportunismo que le caracterizaban le llevaron a ser reconocido por sus dotes como estratega, teniendo siempre en mente la conquista del poder por parte de la clase trabajadora

El paso de los años, la radicalización de su mensaje, -afirmó que los socialistas irían a la guerra si "las derechas" ganaban las elecciones de 1936, en las que finalmente se impuso el Frente Popular- y su amistad con Stalin, con quien intercambiaba cartas, hicieron que se le comenzara a conocer por el sobrenombre del 'Lenin español'. Precisamente tras esa victoria chocó públicamente con su compañero Indalecio Prieto, firme defensor de la democracia republicana frente a la dictadura del proletariado por la que apostaba Largo Caballero.

Con la Guerra Civil en marcha, y tras el derrumbe del Gobierno de José Giral, Largo Caballero asumió el puesto de presidente y ministro de la Guerra, convirtiéndose así en el primer líder obrero en desempeñar la jefatura de gobierno en España. Aunque poco después, su fallida gestión de los enfrentamientos en el seno del bando republicano en mayo de 1937 en Cataluña le llevó a dimitir.

Finalmente, la derrota de los republicanos le forzó a exiliarse a Francia, donde fue detenido por la gestapo y hecho prisionero del campo de concentración nazi de Sachsenhausen. En 1945 fue liberado, poco antes de fallecer.

A día de hoy, casi 100 años después, el que fuera dirigente socialista sigue siendo un personaje controvertido al que, mientras unos consideran un referente político y defienden su legado, otros tildan de "antidemocrático".

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli