El barrio de Malasaña, uno de los puntos clave del colectivo LGTBI, todavía está conmocionado por la reciente denuncia (luego se declaró que era falsa) de un joven que aseguraba haber sido atacado por ocho encapuchados el pasado domingo a las cinco de la tarde en el citado barrio. Según su primera declaración, casi una decena de hombres tapados con capuchas le rajaron el labio y grabaron con un cuchillo la palabra "maricón" en su glúteo. La polémica ya estaba servida entonces, pero cuando el miércoles la supuesta víctima reconoció ante la Policía Nacional que no se produjo tal ataque y que las lesiones fueron consentidas, las redes ardieron.
En relación con este caso concreto, las asociaciones (y las calles) tienen mucho que decir. Todos ellos coinciden en que jugar con un problema como el acoso a este colectivo no es justo. Desde la Asociación de Familias LGTBI Galehi tachan la denuncia de "deleznable" y consideran en conversaciones con Vozpópuli que este tipo de actos les da "munición y alas" a todos los que piensan que el invertir en la seguridad del colectivo no es algo que sea necesario.
Emma Solano Dueñas, coordinadora de la Asociación LGTBI de la Comunidad de Madrid, Arcópoli, defiende que este caso no puede ser motivo para "quitar el foco del problema real". Según los datos que manejan, la Comunidad de Madrid lleva más de 100 incidentes atendidos este año y más de 1000 desde que se empezaron a contabilizar en 2016. Además, recalca que hay que tener en cuenta que muchos de los problemas no se denuncian porque "las víctimas piensan que no las van a creer", por lo que saben que los casos son muchos más de los que se tienen constancia.
Manchar el historial
Por las calles madrileñas se escuchan mensajes parecidos. Alex C. y un grupo de amigos que esperan en la Plaza del Dos de Mayo aseguran que cientos de casos siguen siendo verdad, aunque uno haya sido falso. Por su parte, S.T.B. ha mostrado su rechazo a que se inventen denuncias, porque "manchan el historial del colectivo". Además, considera que este tipo de acciones son "hipócritas", porque lo único que provoca son enfrentamientos internos.
Este tipo de acciones son "hipócritas", porque lo único que provoca son enfrentamientos internos dentro del propio colectivo
Por supuesto, los políticos también se han pronunciado al respecto. Mientras que Santiago Abascal criticó que la agresión fue una "burda patraña alimentada por el Gobierno y sus lacayos mediáticos para señalar a Vox", desde otras formaciones políticas como Podemos han defendido que una denuncia falsa no tiene que empañar la realidad del colectivo LGTBI. Como ha señalado la ministra de Igualdad, Irene Montero, "el árbol no nos puede impedir ver el bosque".
Las asociaciones y los defensores de la causa LGTBI defienden que este caso concreto en el que se ha mentido no puede ser motivo para justificar que no se necesita protección y activismo, porque "los delitos de odio contra el colectivo se han incrementado en un 43% en el primer semestre de 2021", tal y como ha señalado la ministra a través de su cuenta de Twitter.
Miedo en las calles
Uno de los temas que se está debatiendo estos días entre las personas que forman parte del colectivo es si el miedo y la incertidumbre ha aumentado en las calles, especialmente en las de las zonas que históricamente habían sido "zonas seguras", como Chueca o Malasaña.
S.T.B. ha vivido la evolución del Madrid "progresista de Carmena al tradicionalista del PP". Bajo su punto de vista, es en este cambio de alcaldía cuando se produce un giro en la situación del colectivo LGTBI en la capital. Considera que "ese tipo de personas que con Carmena se escondían por tener una mentalidad más extremista, ahora tienen la libertad de hacer lo que les dé la gana porque cuentan con el "apoyo" del gobierno". Aunque asegura que él no tiene miedo por su condición y apariencia física, sí ha notado que el colectivo en general se cohíbe más que antes.
Otras personas, en cambio, sí tienen cierto miedo después de todos los casos de ataques homófobos que han salido a la luz este verano. Sergio L., transexual y vecino de Chueca, asegura que aunque lo del ataque en Malasaña haya sido mentira, "el acoso al colectivo es constante" y se producen agresiones con "demasiada frecuencia". Mientras habla, Marina, que también forma parte del colectivo, afirma con la cabeza y defiende que se nota que en las calles la violencia ha aumentado en el último año.
El último informe del Ministerio del Interior sobre los delitos de odio, diseñado por Grande-Marlaska, refleja que durante los primeros seis meses de 2021 este tipo de delitos crecieron un 9,3% con respecto al mismo periodo de 2019. Concretamente, la Policía Nacional y la Guardia Civil han recibido en el primer semestre de este año un total de 610 denuncias por infracciones de este tipo, frente a las 558 registradas en los primeros seis meses de 2019, año que hasta ahora marcaba el máximo histórico desde que se iniciaron las estadísticas sobre este delito.
"Un lugar seguro"
Desde las asociaciones LGTBI señalan que aunque el miedo no se puede cuantificar, sí perciben que se está creando un clima de inseguridad generalizado. Solano, de Arcópoli, ha asegurado a este periódico que "agresiones ha habido siempre, pero ahora se están poniendo en común de manera más pública y masiva". Precisamente por ello asegura que aunque en las calles esté volviendo el miedo, las asociaciones van a ser siempre un "lugar seguro".
Por su parte, desde Galehi, aseguran que estas zonas que tradicionalmente han sido 'zonas seguras', como Chueca, lo siguen siendo a día de hoy. Pese a ello, el secretario de la organización ha declarado que el hecho de que se concentren tantas personas del colectivo en estos barrios hace que las inmediaciones de los mismos se conviertan en un foco donde aquel que quiera agredir a las personas LGTBI sabe que es el sitio donde tiene que acudir. S.T.B. comparte una opinión parecida. Aunque considera que estos barrios ya no son lo que eran, porque "Madrid se está convirtiendo en una ciudad clasista", cree que en Malasaña, Chueca y casi todo Madrid Centro no hay problema.