Madrid

De Las Barranquillas a la Cañada Real: así forjó su imperio el clan de los 'Saavedra'

El clan de los 'Saavedra' consiguieron alzar su imperio en el mismo terreno de la Cañada Real que ocuparon antaño los 'Kiko'. Esta familia se había dedicado al menudo de drogas en Las Barranquillas pero vieron su oportunidad con la vacante de poder en el poblado chabolista

Miguel y Antonia, el matrimonio líder del clan de los 'Saavedra', vieron hace dos años la oportunidad de negocio en la Cañada Real con la caída de los 'Kikos'. Décadas a la sombra en el tráfico de estupefacientes les enseñó los errores que cometieron sus familiares y se llegaron a creer más listos que la Policía al tomar más cautelas en su 'hipermercado' de la droga. De poco o nada les sirvió. La 'Operación Andrómeda', una de las más ambiciosas de la Jefatura Superior de Policía Nacional de Madrid, ha conseguido meter en prisión a esta pareja que controlaba el tráfico en el punto más activo del poblado chabolista.

Los antecedentes de este clan familiar se remontan al antiguo poblado de Las Barranquillas. Este terreno se consideraba el mayor hipermercado de la droga de Europa, ubicado en una zona de Villa de Vallecas. El final de este narcopoblado fue en torno al año 2011 cuando los vendedores trasladaron sus tentáculos al Sector VI de la Cañada Real.

La Cañada Real ha visto tres reyes caer en poco más de una década. Primero fueron los 'Gordos' que ostentaban su poder y su riqueza por las zonas más desfavorecidas de Vallecas. Después vinieron los 'Kiko' con la misma ostentación y después fue el turno de los 'Saavedra', más discretos que sus familiares. Porque Miguel y Antonia están emparentados con este clan.

Desde hace años los 'Saavedra' tenían un pequeño punto de menudeo de drogas en la parcela 96 de la Cañada Real. Vendían cocaína y heroína bajo la sombra de los otras familias que tenían más poder en la zona. Todo cambio en el año 2020 con la detención de los 'Kiko'. Esta operación policial benefició a Miguel y Antonia que vieron como se multiplicaban sus clientes.

Con el aumento de su negocio, decidieron traspasar su modesto menudo a la parcela número 20, donde estaba ubicada la base de los 'Kiko'. Allí establecieron su 'Cuartel General' que convirtieron en un auténtico búnker con reformas encaminadas a la seguridad y no caer en los errores de sus antiguos propietarios.

Instalaron su 'Cuartel' en la parcela de los 'Kikos'

Comenzaron con un centenar de clientes y pasaron en pocos meses a más de medio millar de personas al día, según informan fuentes policiales a Vozpópuli. Un nuevo 'hipermercado' de la droga con carteles como 'Se venden pipas' o 'Hay porros buenos'. Cobraban entre 20, 40 y 60 euros por dosis. Su emplazamiento era privilegiado ya que estaba protegido por un callejón en el acceso a la Cañada Real. En la reforma de la parcela también instalaron un laberinto de puertas para dificultar el acceso.

Una de las estancias con ropa de marca de la casa del clan de los 'Saavedra'

Los agentes del Grupo Operativo de Investigación Zonal (GOIZ) no lo tuvieron fácil. Levantaban tres actas por la mañana y otras tres por la tarde de vigilancias intensivas en la zona. Muchas veces eran 'pillados' por los 'machacas' de seguridad de la familia que incluso se acercaban a hablar con los agentes.

De forma paralela a la prosperidad de este negocio, Miguel y Antonia desplazaron a su familia a un chalet en Morata de Tajuña. Al contrario que sus predecesores las ostentaciones se las guardaban para dentro de su domicilio. No conducían coches de lujo pero si gastaban el dinero en ropas de marca y joyas. También dedicaban sus beneficios a las reformas de la casa. Paredes de mármol, baños inmensos y columnas de lujo, del suelo al techo, eran sus únicos caprichos.

Droga oculta en botes de ColaCao

Intentaron expandir su negocio al trasladar cocaína en botes de ColaCao a Europa del Este. Su primer envío fue infructuoso ya que fueron interceptados en la frontera. Una y no más. No volvieron a insistir con esta vía y decidieron mantener el control de su negocio local.

La Policía Nacional reunió información suficiente durante dos años para poder acabar con su imperio de la droga en la Cañada Real. Habían instalado un aparcamiento en la parcela para facilitar el acceso de los clientes a su 'Cuartel' y que contaran con privacidad incluso para drogarse. El 23 de marzo con autorización judicial tras reunir miles de pruebas los agentes decidieron culminar la Operación Andrómeda. Más de dos centenares de agentes participaron en el operativo.

Los policías accedieron a esta 'fortaleza' a las seis de la mañana y en su interior había 31 personas. Esa es una pequeña muestra del negocio constante que habían conseguido. Los miembros del Grupo Especial de Operaciones (GEO) fueron los encargados de registrar la vivienda personal de los principales líderes del clan en Morata de Tajuña. Sus ocupantes contaban con peligrosas armas de fuego cargadas para defenderse de los grupos rivales.

Un tiempo sin clanes en la Cañada Real

Durante el registro del punto de venta los arrestados incendiaron la estancia para hacer desaparecer dinero y sustancia estupefaciente que pudieran vincularle con la actividad delictiva que estaban desarrollando. Sí que consiguieron quemar sus teléfonos móviles. En la casa de Miguel y Antonia se intervinieron más de 125.000 euros en efectivo, 11 vehículos contando varios de ellos con habitáculos preparados donde escondían parte de las diez armas de fuego incautadas así como casi 700 cartuchos.

La investigación puso de manifiesto el alto nivel de vida de los investigados que contaban con un enorme patrimonio de propiedades inmobiliarias y vehículos que no concordaba con sus trabajos o ingresos. De este modo se logró la detención de 24 personas, diez mujeres y 14 hombres, los cuales ocupaban diferentes peldaños en la estructura criminal. En total once de ellos ingresaron en prisión.

Los policías que han diseñado el operativo advierten a los que quieran ocupar el nuevo trono de la Cañada Real. "No lo van a tener tan fácil". Tras este duro golpe a la venta de drogas pasará un tiempo hasta que alguna familia quiera o intente instalar su imperio.

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