Los últimos sondeos anuncian un pulso muy ajustado entre el PP y el PSOE de cara a los comicios europeos. Algo que, de entrada, no inquieta demasiado en el cuartel general del partido en el poder por dos motivos. Es tradición que las europeas incluyan más voto de castigo al Gobierno que otros comicios, en los que hay mucho más en juego. Y también es normal que el PP sufra un retroceso tras la aparición de pequeñas formaciones que acogen el voto de militantes o simpatizantes quejosos con su gestión política. UPyD puede que rebañe adhesiones tanto a PP como a PSOE, pero Vox o Ciudadanos se nutren del riñón más beligerante del PP, ese que rechaza políticas contemporizadoras con el desafío soberanista en Cataluña o con el supuesto 'final' de ETA.
Mariano Rajoy dará mañana, en el debate del estado de la Nación, el pistoletazo de salida a la campaña electoral rumbo a las urnas de mayo. Su intervención girará fundamentalmente sobre un eje: recuperación económica y fin de los sacrificios dramáticos. No será un mensaje de optimismo infantil, pero sí se basará en los dos aspectos que más impactan en la población: desempleo e impuestos. El presidente del Gobierno anunciará medidas positivas en los dos frentes. Buenos datos sobre el paro y una política fiscal beneficiosa para las clases medias y para los menos favorecidos. No incurrirá en más detalles que una somera descripción de políticas económicas en marcha, que cuajarán en 2015, el año de las generales.
Motores para ganar votos
La 'idea fuerza' que manejan los estrategas de Presidencia estriba en que la economía es el factor que decide unas elecciones. Algo suma, naturalmente, el terrorismo, el aborto, la educación... pero son asuntos no determinantes. También han preparado un tratamiento especial sobre Cataluña, arduo asunto que, según fuentes de Moncloa, está evolucinando hacia vías más manejables. Las presiones de los empresarios (siempre bajo cuerda y algunos de ellos a impulsos del Monarca) así como las invocaciones desde la UE hacen mella en los espiritus menos recalcitrantes del secesionismo. Rajoy va en ésto de la mano de Rubalcaba, aunque esta semana escenificarán planteamientos no estrictamente idénticos.
Mareas blancas y aborto
En el PSOE piensan incidir en el coste social de la pretendida recuperación y en otros asuntos de los que ha hecho bandera, como 'la marea blanca', esa batalla que los sindicalistas de la sanidad ganaron a la Comunidad de Madrid o el proyecto de reforma de la ley del aborto de Gallardón, en la que la izquierda ha desempolvado sus armas más demagógicas. Pero este año no será la corrupción el protagonista del debate, en contra de lo ocurrido en el pasado, cuando el 'caso Bárcenas' monopolizó gran parte del intercambio de invectivas entre el jefe del Gobierno y el líder socialista y demás portavoces de la oposición. El Gobierno, además, acaba de aprobar un intenso paquete de medidas sobre financiación y transparencia económica de los partidos que les servirá de argumento cuando se agite la bandera de los escándalos.
Los analistas del PP apuntan a que este empate demoscópico puede romperse en favor del PP en las próximas semanas, cuando arranque formalmente la precampaña y empiece a calar en la población el goteo de 'buenas noticias' económicas. "Si crecemos un 1,5 por ciento este año, si el paro sigue su tendencia declinante y se traslada con acierto los aspectos más positivos de la reforma fiscal, tenemos media campaña hecha", comentaba un miembro del equipo del gabiente presidencial.
Rajoy no aparece inquieto, dicen estas fuentes. Pese a que considera importantes las elecciones europeas, no muestra signos de intranquilidad por lo que avanzan los sondeos. Pero en Moncloa no se exhibe tal sangre fría. Consideran que estos comicios al Parlamento de la UE tienen una "lectura" determinante en el orden doméstico. Mucho se juega Rubalcaba, pendiente de unas internas que le repatean. Y también el PP, donde hay enorme inquietud interna en las baronías autonómicas, que habrán de saltar al ruedo electoral a la vuelta de unos meses.
Los errores del partido
En el entorno del presidente ya se buscan "chivos expiatorios" para el caso en el que los peores pronósticos se hagan realidad. La teoría es: la gestión del Gobierno marcha en la dirección adecuada, las políticas económicas empiezan a salir bien y van a ir mejor. Sin embargo en el partido el panorama es bien distinto.
La penosa gestión de la designación del líder andaluz es paradigmático como ilustración de esta teoría. Y ya se habla sin disimulos de los errores de Génova. Dolores Cospedal tiene todas las papeletas de pagar el pato de una posible derrota. La secretaria general, que durante un año hizo frente en solitario a las embestidas de Bárcenas y su entorno para blindar la figura del presidente del Gobierno, ofrece ahora una imagen debilitada. En el partido se está a la espera de un gesto de Rajoy que la reivindique frente a quienes piensan que su estrella ha empezado a apagarse. Entre otras cosas, porque sin un partido bien armado, con una dirección fuerte y compacta, resulta imposible ganar unas elecciones. Hay quien ve en estos escarceos una muestra más del pulso en la sombra que mantienen las dos damas en las que se apoya el presidente. En las últimas semanas, las teorías sobre el "postmarianismo" circulan con una celeridad asombrosa por los despachos del Gobierno y del partido. No es, desde luego, la mejor manera de afrontar un desafío electoral.