El presidente en funciones no se someterá a una sesión de investidura hasta tener amarrado un resultado favorable, según las fuentes de Vozpópuli. No acudirá al Congreso hasta tener asegurada la abstención del PSOE, única vía para salir airoso en la votación. Si no lo tiene, no dará el paso. Así se lo explicará a Su Majestad llegado el momento. Hay desconcierto y un cierto temor en el entorno de Mariano Rajoy, donde se considera que, una vez asumido el encargo del Rey, resultaría un error no dar el paso al frente. Rajoy no informa, no desvela sus planes. Tan sólo hay una certeza. No será el candidato de una investidura fallida, ni siquiera para poner en marcha la cuenta atrás para las generales. Lo ha sugerido en otras ocasiones. "Se puede gobernar con 137 diputados, pero no ir a una investidura con 137 diputados", dijo en su día. “Si el PSOE no cede, seguiremos en el limbo”, señala esta fuente, sumida en la perplejidad. Abriría entonces ese 'periodo de reflexión' que mencionó en su día, una situación inédita y sin salida.
El ministro de Justicia en funciones, Rafael Catalá, dio alguna pista al insistir, en una entrevista televisiva, en que "no hay una infracción de la Constitución si entre la propuesta del Rey y la exposición del programa hay un corte porque no se cuenta con mayoría suficiente para sacarlo adelante". Ese 'corte' fue traducido por "una nueva espantada" entre algunos dirigentes del PP, que tienen temor a que se repita otra escena similar a aquella de 'declino la deferencia de Su Majestad' del pasado 23 de enero.
En la dirección del partido se ignora qué va a pasar, todo son palos de ciego. Hay muchas dudas sobre los planes del presidente. Y un cierto temor
Son tiempos atípicos, según el Monarca, y el presidente tiene un comportamiento muy extraño. No por sus silencios o por su hermetismo, marca de la casa. Está mucho más activo que nunca, ha tomado las riendas de los pactos, la búsqueda de una salida al actual embrollo. "Ahora, sin embargo, es el más pesimista de todos nosotros", revela esta fuente. El encuentro de esta semana con Pedro Sánchez resultó nefasto. "Casi fue mejor aquella reunión de enero, cuando el líder del PSOE sólo abrió la boca para espetar un 'no' y se acabó. Ahora sólo habló para reclamar fecha y hora de la investidura, es su obsesión, no quiere otra cosa". En la dirección del partido se ignora qué va a pasar, todo son palos de ciego. Hay muchas dudas sobre los planes del presidente. Y un cierto temor.
Aumenta la presión
"Cuando haya acuerdo, habrá fecha, señaló este viernes la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, muy voluntariosa en el empeño de justificar por qué Rajoy no ha conversado aún con Ana Pastor, presidenta del Congreso, para señalar el día del debate. Génova confía en que la negociación con Ciudadanos avance sin contratiempos. El líder del PP presentará a Albert Rivera un pack en el que se incluye el techo de gasto, los presupuestos y la investidura. Tres severos escollos que urge remover. El partido de centro insiste en que no se moverá de la abstención. Sus responsables económicos no se niegan, sin embargo, a respaldar al PP en el Congreso para aprobar el techo de gasto, paso previo a los presupuestos. "Si ya negocian presupuestos, hay que dar por hecho que entran en el Gobierno", es el comentario que fluye por la Moncloa, donde los ministros de Hacienda y de Economía envían propuestas y papeles a los expertos de C's.
Esta semana arranca la fase intensa del cortejo. Rajoy y Rivera, de nuevo, mano a mano. El líder del PP lleva ofertas tangibles y muy reclamadas por la formación naranja, como reducción del elefantiásico aparato del Estado. Esperará también sugerencias y reclamos por parte de su interlocutor. El 'sí' de Ciudadanos no va a ser fácil, pero se advierte buena sintonía. “Al menos hay con quien negociar”, señaló Rajoy tras su charla de hora y media con Rivera. Los portavoces de Génova saltaron raudamente a los medios para proclamar su optimismo. Primer paso en la envolvente de cariño hacia C's. Un vicesecretario deslizó incluso la idea de una investidura a finales de agosto o primeros de septiembre. Los compromisos con Bruselas imponen celeridad. El ritmo, ahora, se adivina más lento. Hay quien desempolva 'la vía PNV', consistente en aguardar a que se celebren las elecciones en el País Vasco, 25 de septiembre, para contar luego por los cinco diputados nacionalistas vascos.
Un entorno delirante
Excepcionalmente, Rajoy se muestra más desconfiado y abatido que su círculo íntimo. Llamó la atención su semblante sombrío en la rueda de prensa tras el despacho con Rivera. Todo parecía haber salido bien, pero el presidente en funciones ofreció una imagen triste, gris y apesadumbrada. Soltó la frase del 'primer paso y la larga caminata' y ni una broma más. Ni ironía gallega ni bromas ocurrentes. Confía en superar la asignatura de C’s pero ve a Sánchez muy enrocado e intratable. “Es delirante, no atiende a razones, parece enajenado, abducido por su entorno más próximo”, comenta esa fuente.
Piensan en el PP que las presiones sobre los barones y vieja guardia del PSOE empiezan a hacer mella en Sánchez. El fiel Antonio Hernando tuvo que salir, a toda prisa, desde su descanso en Almería, para asegurar que "nadie va a quebrar al PSOE". La invitación de Rodríguez Zapatero a que se abra una negociación interna se recibió entre la gente de Ferraz como un puñetazo en el estómago. Uno más que se suma a los de Bono, González, Solana, Borrell, Guerra, Leguina, Sevilla, Elorza...
Los santones del PSOE reclaman una salida al colapso, aunque haya que conceder la abstención. Los barones socialistas muestran su inquietud por el frenazo presupuestario. Sin techo de gasto, se planifica a ciegas. Moncloa aprieta por esta vía. Los líderes regionales, ahora silentes, están nerviosos ‘por lo suyo’. En el PP se da otra vuelta de tuerca. Confían en que esta labor de ‘reblandecimiento’ dará sus frutos. Rajoy es más escéptico. Comenta en privado que Sánchez se mueve por un mero cálculo de supervivencia política, por un egoísmo personal. No escucha a su dirigencia, no asume lo excepcional de la situación, no argumenta, no negocia. Enrocado en el no, tan sólo espera a que Rajoy se despeñe en la investidura. No lo hará. El líder del PP no piensa dar ese paso, de acuerdo con las mencionadas fuentes. Sin garantías, no habrá investidura. El limbo.