La misión de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) es la defensa de los derechos de los ciudadanos de España y, con ello, la creación de una sociedad de consumo transparente y justa. Para cumplir esta tarea, la entidad ofrece información objetiva y veraz para que las personas tomen las mejores decisiones, dando cabida a cientos de informes sobre diferentes temas de ámbito social, como consejos del trabajo, sobre la alimentación, acerca de la salud, etc.
Pero también sobre consumo, tal y como ocurre con la última alerta que la propia entidad a dado a conocer en su página web. La OCU ha hecho público un informe tratando uno de los principales debates planteados en aquellos que se compran una cada por primera vez, en quienes se muda de hogar o incluso en los que piensan hacer una reforma en sus domicilios. El meollo en cuestión gira en torno a la calefacción y sus diferentes modos de manifestación. Elegir uno u otro puede llegar a ser un verdadero quebradero de cabeza para mucha gente y aquí es donde toma partida, una vez más, la OCU.
La Organización de Consumidores y Usuarios se fundó en el año 1975 con un objetivo claro: salvaguardar los derechos de los españoles y erradicar los abusos de las multinacionales. Casi 50 años después, la OCU sigue dando pasos. Su labor, es más, ha hecho que se haya ganado un hueco y el respeto de todos los ciudadanos, llegando a convertirse en una fuente muy fiable de información a la que recurren miles de personas a diario. Pero eso no es todo: sus informes también causan tentación entre los propios medios, quienes considera a la OCU un portal de transparencia e impulso.
El debate sobre qué energía es más sostenible, barata y adecuada para los hogares ha llevado a la organización a publicar un informe aclarando y reuniendo los aspectos más importantes de una de las dos opciones. Todos los sistemas, como sucede con lo demás, tiene sus particulares ventajas y desventajas en términos, por ejemplo, de eficiencia, instalación e impacto ambiental. En ellos pone el foco la OCU para aconsejar a quienes tomen una decisión inminentemente.
Las ventajas e inconvenientes de instalar calderas de gas en casa, según la OCU
Aunque los consumidores actuales están recurriendo cada vez más a los sistemas eléctricos, como bombas de calor y otras energías renovables, el gas todavía tiene algunas ventajas en determinados contextos. Por ejemplo, en el informe de la OCU se destaca que será eficiente cuando se trate de un fallo en la caldera de un hogar que ya tiene montado este particular sistema. En estos casos, sustituir la caldera de condensación por otra más reciente será suficiente.
En torno a ello, la OCU apunta que el precio medio de las calderas de gas (analizando sobre todo aquellas que tienen una potencia de 24kW) es de unos 1.300 euros. Junto con la instalación y la adaptación del sistema, en caso de ser necesario, el coste total ascendería hasta los 1.900 euros. En cambio, poner unos radiadores nuevos, más aún si son de baja temperatura, o si se opta por el suelo radiante, las facturas oscilarán entre los 3.000 y los 5.850 euros.
Sin embargo, si comparamos estos precios con los de otros sistemas, como la biomasa o la aerotermia, resultan menores. Esta es una de las principales ventajas de las calderas de gas: su inversión inicial es menos costosa. Además, los sistemas de radiadores de agua proporcionan mayor comodidad que los de aire al no producir corrientes y tener más inercia térmica. Todos ellos calientan bien, independientemente de la temperatura exterior y se pueden aprovechar las instalaciones anteriores pasa su funcionamiento, lo que abaratará aún más los costes. Por último, estas calderas son eficientes: aprovechan el 100% de la energía.
En cambio, tal y como señala la OCU, este particular sistema también cuenta con diferentes inconvenientes. En primer lugar, se necesita tener acceso al suministro de gas natural, algo que inexistente en algunas ubicaciones, lo que hace que su instalación deba de efectuarse donde haya conexiones al gas, la electricidad y un desagüe propio. Además, el gas no es un combustible renovable (produce emisiones contaminantes de dióxido de carbono y azufre), por lo que puede estar sujeto a futuras restricciones y fluctuaciones de precio. Por último, cada dos años la caldera deberá superar una revisión y cada cinco una inspección a fondo por los profesionales.
Las calderas de gas han evolucionado en los últimos años, no obstante. La OCU apunta a la introducción de la condensación, que recupera gran parte del calor de los humos evacuados tras la combustión, como una de las principales mejoras en su eficiencia. Al reaprovechar el calor que ya se ha generado, se reduce el consumo de energía y se enfrían los humos de salida, lo que disminuye las emisiones de contaminantes hasta un 70%. Pero, de forma paralela, han ido floreciendo nuevos sistemas, como las bombas de calor.
La versatilidad de las bombas de calor, la nueva tendencia de calefacción
La tecnología que se usa en una bomba de calor es similar a la que hay en un frigorífico o un aire acondicionado. Su funcionamiento consiste en extraer el calor de una fuente, como el aire circundante o la energía geotérmica del suelo y amplificarlo y extenderlo por donde se necesita. Además, la energía es obtenida de fuentes externas, gratuitas y sostenibles y el consumo de electricidad, por lo tanto, se reduce al centrarse en el ejercicio del compresor y los accesorios.
La Agencia Internacional de la Energía (IEA) asegura que la bomba de calor puede ahorrar casi 900 euros en la factura. En términos de gastos mensuales, depende de los precios de la luz y del gas. No obstante, es importante tener en cuenta el desembolso que supone la instalación de este sistema. Si bien es cierto que la caldera necesita una instalación más cuidadosa para evitar accidentes por fugas en las tuberías, la bomba de calor es mucho más sencilla de colocar. Aun así, la caldera supone un gasto mucho menor en su instalación. El coste de poner una bomba de calor en un hogar ronda entre los 2.000 y los 6.000 euros, dependiendo de la compañía.