La Policía considera que la amenaza surge desde el mismo instante que las armas son creadas, aunque los fines sean supuestamente recreativos -su mera fabricación ya constituye un delito-; porque al hacerse mediante una impresora 3D en lugar de en un taller autorizado, carecen de cualquier número de seguimiento o trazabilidad. Así, es posible que con el paso del tiempo se extravíen, terminen en el mercado negro y, finalmente, en manos de terroristas o criminales. Y un arma limpia, sin ningún tipo de expediente o historial, constituye por la facilidad con la que se podría ocultar una amenaza aún mayor para la seguridad. Ese es uno de los extremos que temen desde la Policía Nacional.
El pasado jueves se informó de la detención de un vecino de Betanzos que había fabricado un subfusil AR9 gracias a su impresora 3D. Se trata de un "arma híbrida", indican fuentes de la Comisaría General de Información, puesto que además de las piezas creadas a partir de polímero también se incorporan otras de origen metálico; éstas últimas son necesarias para resistir las altas temperaturas que se produce en el momento de la detonación. El individuo había fabricado otros compuestos para más armas y disponía de ballestas customizadas y otros elementos intervenidos.
Fuentes próximas a la investigación detallan a Vozpópuli el riesgo que supone la fabricación de estas armas. Primero, para el propio autor, puesto que un fallo en cualquiera de los elementos puede generar una reacción contraria a la hora de apretar el gatillo. Pero, fundamentalmente, para la sociedad en su conjunto, toda vez que se desconoce cuál puede ser el destino final de las pistolas o rifles.
Cabe poner como ejemplo el supuesto de un atraco en la vivienda del autor. Los ladrones se llevarían las armas sin ningún tipo de código alfanumérico que facilite su trazabilidad, como ocurre con el resto de armas fabricadas en los talleres legales. A partir de ahí se ponen a la venta en el mercado negro, a disposición de criminales y terroristas que busquen stock con el que perpetrar sus acciones a un precio asequible. Que el arma no tenga ningún tipo de número de serie facilitaría aún más sus acciones: "Son armas muy ligeras, limpias y vírgenes".
Armas impresas en manos terroristas
¿Hasta qué punto existe la posibilidad de que un terrorista mate con un arma impresa en 3D? Ya existen antecedentes. En el año 2019, un neonazi se lanzó a una sinagoga de la localidad alemana de Halle con la intención de "matar cuantos más antiblancos fuera posible, preferiblemente judíos". El atentado se saldó con el asesinato de dos personas. La policía alemana intervino un fusil que el terrorista fabricó gracias a una impresora que tenía en su vivienda.
Las armas fabricadas en 3D tienen una ventaja nada desdeñable para los terroristas: al ser fabricadas en su mayor parte en plástico, pueden superar los controles en zonas de accesos restringidos, como aeropuertos o infraestructuras oficiales. Las autoridades no las pueden detectar por su material y sólo serían detectables por su forma.
Las mismas fuentes de la investigación detallan la existencia de foros restringidos en los que individuos que comparten el interés por las armas y por las impresoras 3D aportan sus conocimientos para su fabricación; desde manuales que localizan en internet hasta consejos para un mayor perfeccionamiento en sus creaciones. Ese fue el caso del individuo detenido en Betanzos.
Ciberpatrullaje policial
En ese mismo foro también se compartió la noticia sobre el asesinato del exprimer ministro japonés, Shinzo Abe, abatido por un arma de fabricación casera. A pesar de que no se creó a partir de una impresora 3D, los miembros del chat manifestaron su interés en saber qué clase de procedimiento había utilizado el asesino para forjar una suerte de pistola casera.
Para más abundamiento, la evolución tecnológica también corre a favor de los fabricantes de armas con impresoras. Las que se fabricaban hace un años eran más "arcaicas" y apenas resistían diez o doce disparos hasta su destrucción; las actuales tienen una vida útil más larga y las piezas son más fácilmente intercambiables, por lo que se pueden fabricar elementos idénticos en caso de registrar algún daño.
La Comisaría General de Información de la Policía Nacional cumple funciones de "ciberpatrullaje" con el objetivo de detectar las maniobras de los individuos interesados en fabricar armas de fuego a partir de impresoras. También comparten información con otros cuerpos policiales europeos: en países como Reino Unido, Holanda o Noruega ya se han llevado a cabo numerosas intervenciones contra estos delitos. Y con los avances tecnológicos registrados en el sector "lo más probable" es que el problema "vaya a más".