Política

Elsa Artadi rumbo a Palacio: Todos los enemigos de la 'presidenta'

Elsa Artadi, camino de la Generalitat, cuenta con enormes apoyos en el mundo soberanista y, también, con una buen puñado de enemigos

  • La diputada de Junts per Catalunya, Elsa Artadi.

A Elsa Artadi le tenían miedo. La 'agenda del procés' lo pone de manifiesto. En ese cuadernillo de Jové, el número dos de Junqueras, se recogen párrafos reveladores. Se le ocultaba o suavizaba información para evitarse problemas. Artadi coordinaba las consejerías de la Generalitat desde el aterrizaje de Puigdemont a la presidencia. Era su mano de derecha. La controladora del 'ala oeste' del Palacio de San Jaime. Cara de ingenua y puño de hierro.

Tenía voz en todos los departamentos y enviaba instrucciones a todos los altos mandos. Unos mails que investiga la Guardia Civil, desvelados por Vozpópuli, la localizan en actividades relacionadas con los preparativos del golpe. Lleva dos años en el núcleo duro de Puigdemont. Fue su jefa de campaña y le llevó a la victoria. Evitó que el fantasma de Flandes cayera en el olvido y lo catapultó haca la victoria. 

Contaminación y simbiosis

Siempre fue la 'pubilla' de las quinielas sucesorias, la alternativa fiable a la presidencia imposible de Puigdemont. Desde el sanedrín de Bruselas se lanzaron otras liebres para animar la caza. "President solo hay uno", era la monserga oficial. El nombre de Artadi siempre estuvo ahí. Y ahora ha vuelto, con trompetería. "No despierta odios, si acaso, alguna envidia", dicen los soberanistas informados. Aparecen ahora otros rivales, un par de alcaldes sin nombre pero con peso en la familia de la DUI. 

El misterio se desvelará pronto. El jueves lanzaron el globo sonda de 'Elsa for president'. Sorpresa general en el independentismo, algún gesto de contrariedad y poco ruido. Las críticas se disimulan, los reproches circulan por senderos privados. Enemigos, tiene. "Muchos odiadores de Puigdemont los ha hecho suyos. Es inevitable, ha estado tan cerca de él, que se ha contaminado", señalan estas fuentes. 

Los principales enemigos los tiene en PDeCat, el que fuera su partido. Rompió el carnet cuando la precampaña, para crear JxCat, la plataforma del 'president'. Artur Mas y Marta Pascal, por entonces los líderes de la neoconvergencia, acusaron el golpe como una afrenta. Pascal, ahora desaparecida, nunca disimuló su irritación. Las relaciones entre ambas es mala. "Una está de subida y otra de bajada", recuerdan en los círculos de la antigua Convergencia. 

El móvil delator

Altos cargos del PDeCat, diputados y alcaldes no disimulan sus censuras. Incluso lanzan versiones venenosas sobre su vida privada. Ahí está el foco del rechazo, en su propia formación. Los 'pedecatos' no la quieren de candidata. Preferirían a Jordi Sánchez, pero está en prisión. Incluso en su propio grupo parlamentario, que ahora ella preside. Sabe que al menos la mitad de los 36 escaños de JxCat está en su contra. Los odios se estampan contra un frontón de hielo. "Iba la número diez en la lista y pretende ser ahora la primera", arguyen. 

Artadi no se inmuta. Hace yoga, cultiva la sofrosina y raramente pestañea. Tampoco mantiene espléndidas relaciones con Marta Rovira, la número dos de ERC. Rovira se enfrentó agriamente a Puigdemont en las tumultuosas reuniones previas a la proclamación de la república. Con Artadi no se entiende. Están en frentes distintos y en posiciones opuestas. Guardan las apariencias. ERC, el eterno segundón del secesionismo, no pondrá pegas a la designación de Artadi, según comentan. No es su guerra. Junqueras tan sólo empuja para consumar una investidura sin víctimas judiciales. No más gente a prisión. 

La tercera pata del banco separatismo es la CUP, donde también despierta recelos. La consideran del ala 'liberal' del independentismo

Toni Comín, famoso por su móvil y los mensajes supuestamente ocultos, figura en las filas de quienes no aman tanto a Elsa. Durante la campaña, se le escucharon comentarios poco amables. Artadi tampoco lo valora. Como consejero de Sanidad fue un desastre. Una concesión a ERC. Como político, muy poco de fiar. Se guardaban las apariencias pero sin más. Comín no estará en el futuro Gobierno. 

La tercera pata del banco separatismo es la CUP, donde también despierta recelos. La consideran del ala 'liberal' del independentismo. Y demasiado 'pija de la zona alta, de Diagonal para arriba'. Los antisistema son muy fieles a Puigdemont, quien bien podría ser su líder. Por eso no pondrán zancadillas al acceso de la 'princesa' al Palau. La CUP reclama compromisos con la independencia. Y rápidos. Está por ver si los tendrán. Sus cuatro diputado siguen siendo clave en la aritmética parlamentaria.

Hay más denostadores ocultos de la futura presidenta en especial en el entorno artúrico (de Artur Mas). Es un grupo en declive, de retirada. Enredan, provocan pequeños incendios, agitan episodios incómodos. Artadi ni siquiera los escucha. Seguramente los desprecia. 

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