Política

El encarcelamiento de los 'Jordis' entierra cualquier salida negociada antes del jueves

PP y PSOE han intentado hasta el último minuto que el presidente catalán adelantará las elecciones, la única posibilidad de no forzar su desalojo por la fuerza vía artículo 155 de la Constitución.

Se acabó. En la montaña rusa de emociones que está siendo la crisis catalana, PP y PSOE han pasado de una cierta euforia motivada la pasada semana por la unidad de acción y la esperanza en que Carles Puigdemont volviera a la legalidad constitucional, a mostrar un indisimulado pesimismo.

La carta remitida ayer por el presidente catalán a Mariano Rajoy y, sobre todo, el encarcelamiento anoche de los líderes de la ANC, Jordi Sánchez, y de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, han enterrado cualquier posibilidad de acuerdo antes de que este jueves, a las 10:00, expire el plazo dado por el Estado a Puigdemont para que rectifique y vuelva a la legalidad constitucional.  

"Está llevando Cataluña al abismo", señalan destacados dirigentes populares, que todavía ayer confiaban a media mañana en que estas 48 horas sirvieran para que Puigdemont fuera sensible a las presiones de los sectores más sensatos del PDeCat y del empresariado catalán que le aconsejan encarecidamente poner freno a la deriva. El PSOE albergaba ya ayer pocas esperanzas de que el president se avenga a presiones o razones y ven prácticamente imposible que antes del jueves presente otra respuesta diferente a la que dio este lunes.

Máxime cuando desde las propias filas del PSC, mucho más sensible a medidas de fuerza que el resto del PSOE, numerosos dirigentes, empezando por Miquel Iceta, salieron anoche a criticar el encarcelamiento de los 'jordis'. Iceta colgó en Twitter que la medida es "desproporcionada"; lo mismo que las alcaldesas de Santa Coloma de Gramenet y Hospitalet de LLoobregat, Nuria Parlon y Nuria Marin, y el portavoz del PSC en el Ayuntamiento de Barcelona, Jaume Collboni.

Pero las dificultades para que Puigdemont diera su brazo a torcer no empezaron anoche. Ya por la mañana su "no" contestación al requerimiento del presidente del Gobierno fue considerada por los dos grandes partidos un mal augurio; una "provocación", síntoma de que el núcleo duro independentista había decidido atrincherarse hasta el final. Y eso obliga irremisiblemente al Estado a desalojarle del poder vía artículo 155 de la Constitución, y a olvidarse de la única salida no traumática que barajaban hasta ayer: que el mandatario catalán disolviera el Parlament y corriera el aire en términos políticos -él ya ha anunciado que no se presentará a los comicios-.

Rajoy no quería pasar a la historia como el poder ocupante que convocó esas elecciones previo desalojo del president; ni el líder del PSOE, como quien le ayudó en tan ingrata tarea

Ese último era el plan pergeñado por Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en los numerosos encuentros que han mantenido en La Moncloa. Rajoy no quería pasar a la historia, a ojos de los catalanes y del mundo entero, como el poder ocupante que convocó esas elecciones previo desalojo por la fuerza del presidente de la Generalitat, ni el líder del PSOE como su socio político en tan ingrata tarea.

Legalmente pueden hacerlo -el Consejo de Ministros tiene informes que lo acreditan- y lo harán, porque el riesgo para la economía y la estabilidad de España empieza a ser considerable. Aún así, son conscientes de que el coste electoral para el constitucionalismo en Cataluña será grande, con un Puigdemont desalojado del poder y mártir de mitin en mitin, dando alas al independentismo. No digamos ya con los "primeros presos políticos" del procés, como anoche empezó a llamar el independentismo a los líderes de ANC y Òmnium encarcelados.

El 155, "la única salida posible"

Muy reacios a mentar el artículo 155 de la Carta Magna durante todo septiembre, y en los días inmediatamente posteriores al 1-O, una vez Rajoy lo ha puesto encima de la mesa, ya no es tema tabú para los socialistas. En Ferraz insisten en que no es "deseable" acudir a este artículo, pero el portavoz del PSOE, Óscar Puente, dejaba claro por la mañana que, si Puigdemont no vuelve a la legalidad, "la única salida posible es la aplicación de ese precepto constitucional". "Nos preguntamos si realmente el señor Puigdemont deja otra salida, con su actitud, que la aplicación de ese precepto", se lamentó Puente.

El portavoz dejó una duda en el aire pero, en privado, en Ferraz admiten que no tienen ninguna: hay nula confianza en que haya otra vía que ir al 155. Y menos con encarcelamientos y martirologio de por medio. Hasta el jueves, insistirán en su llamamiento a la legalidad y al diálogo, pero con ninguna esperanza de que el presidente catalán pliegue velas.

Al final creen que habrá que aplicar ese precepto que han estado despejando desde hace meses, avisando de que no era el bálsamo de fierabrás, pero ahora convencidos de que es la única manera de "reconstruir el autogobierno en Cataluña". Aunque por el momento nadie habla de los detalles: ni medidas, ni plazos, ni órganos de gobierno alternativos. Eso sí, los socialistas aseguran que, haya lo que haya, será pactado entre Moncloa y Ferraz.

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