Política

Moncloa se lanza a por Yolanda Díaz tras sentarse Bolaños en su escaño: "Quien deja hueco, se lo ocupan"

La vicepresidenta segunda se borró este miércoles de la agenda. Ni fue al Congreso ni tuvo ningún acto de Sumar. Mientras, el lado socialista del Gobierno la arrincona cada día más

Un aviso a navegantes. Al núcleo duro del Gobierno no le gustó un pelo la ausencia de Yolanda Díaz este miércoles en el Congreso. La vicepresidenta segunda se borró y se quedó sin agenda pública. Ni fue al hemiciclo ni tuvo ningún acto de Sumar. Mientras, el lado socialista del Ejecutivo la arrincona cada día más. Muestra de ello fue la imagen del ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, sentado en su escaño. Una alta fuente del núcleo duro del presidente del Gobierno le manda un recado en conversación con este diario: "Quien deja hueco, se lo ocupan".

La 'anécdota' de ver a Bolaños en el sillón azul de Yolanda Díaz no pasó desapercibida para algunos diputados de la bancada popular, como el navarro Sergio Sayas. Tampoco el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska se sentó en su lugar. Eso sí, no es la primera vez que Bolaños se sienta en el escaño de la líder de Sumar. El mes pasado incluso votó desde él una proposición de ley del Parlamento catalán sobre cajeros automáticos en pequeños municipios, de manera que el Congreso se vio obligado a anular el sufragio de Bolaños, cuyo escaño está cuatro sillas más allá del Díaz.

La vicepresidenta segunda y líder de Sumar está completamente desdibujada. El peso de la legislatura lo lleva el PSOE y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no va a darle oportunidad de armar ruido. En especial ahora que se viene un ciclo electoral potente en el que Ferraz se lo juega todo. Tras el fiasco de las elecciones gallegas, el equipo electoral de Moncloa pone todas sus esperanzas en las elecciones vascas del 21 de abril para reeditar el gobierno con el PNV y en las catalanas del 12 de mayo, donde esperan que el PSC de Salvador Illa entre en la Generalitat. El examen final serán las europeas del 9 de junio, pero esas son más temidas tanto en el PSOE como en Moncloa.

Yolanda Díaz intenta desesperadamente tener una agenda propia que le permita ganar foco mediático. Sin éxito alguno por el momento. La agenda la marca el PSOE. Y la amnistía, a la que intentó sumarse como protagonista con un equipo de expertos jurídicos, la tiene noqueada. Cabe recordar que se ausentó del pleno la primera vez que se votó -consciente de que no saldría adelante-. En Ferraz, pese a que son conscientes de que las claves sobre la negociación con Junts las maneja Sánchez, están sorprendidos con sus ausencias.

Sumar está fuera de juego en Moncloa. La vicepresidenta segunda ha pasado en menos de dos años de arrastrar toda la atención mediática a casi ser ignorada por la prensa. Hasta el momento, solo el viaje que tiene planeado a Palestina sin el concurso (y la autorización) de Exteriores ha sido una seria llamada de atención al PSOE. Pero lo cierto es que el bagaje legislativo de Sumar es nulo en lo que va de legislatura. La vicepresidenta tan solo puede arrogarse la última subida del Salario Mínimo Interprofesional.

Y ni eso, ya que se trata de un decreto prerrogativa del todo el Ejecutivo. Las propuestas de Sumar se han ido encontrando, una a una, con el muro socialista: desde gravar los márgenes de las empresas de distribución para bajar la inflación de los alimentos a subir las rentas del capital en el IRPF para atacar el 60% de los ingresos de los altos directivos, pasando por revisar el "marco colonial" en los museos de España y terminando con eliminar los vuelos dentro de España con una duración menor de 2 horas y media.

La tortuosa relación con Bolaños

Todas y cada una de ellas han contado con un estruendoso silencio del tándem Ferráz-Moncloa. Y falta por comprobar el devenir de su medida estrella: la reducción de la jornada laboral, que despierta recelos no solo en la patronal, sino en el lado socialista del Ejecutivo (Economía). Pero este acervo de golpes aún tiene un fracaso más importante: el que supuso el decreto de reforma del subsidio por desempleo, impulsado por Trabajo, que Podemos, PP y Vox tumbaron en el Senado obligando a Yolanda Díaz a empezar de nuevo la tramitación del texto. Los morados, que se la tienen guardada tras el veto a Irene Montero, no van a contribuir en modo alguno a que su exlíder se cuelgue medallas sin sudar. Quieren que negocie de verdad.

El distanciamiento de Yolanda Díaz con el lado socialista del Gobierno lleva tiempo fraguándose. En Moncloa lamentan la "oportunidad perdida" de la líder de Sumar de erigirse en una dirigente con una voz que se escuche en el progresismo español. Pero hay quien la ve más preocupada de su imagen y de lo que transmite que de lo que realmente propone. O de sus planes políticos. Yolanda Díaz, además, tiene otro problema en el Consejo de Ministros: el titular de Justicia, Presidencia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños.

Ambos mantienen una tensa relación.

Las fuentes consultadas explican que hay una batalla de poder entre ambos. Bolaños ha asumido un enorme peso en el Gobierno de Sánchez. No por casualidad, el titular de Justicia, abogado de formación, es el autor intelectual de la ley de amnistía, la llave del PSOE para seguir en Moncloa. Su perfil, pues, opaca a cualquier otro compañero de Moncloa que pretenda tener un papel político relevante. Y ese el caso de Yolanda Díaz, quien se empeña en sacar la cabeza del Consejo de Ministros para marcar línea política propia con visitas al Papa y viajes internacionales.

Los dos, en efecto, chocan. No solo porque tienen criterios políticos distintos, sino porque buscan debilitarse para crecer electoralmente a costa del otro. Una victoria de uno es la derrota del otro y viceversa. Basta certificar la 'alegría´ con la que Bolaños recibió el golpe a Sumar en la votación de los tres decretos de enero. Díaz sigue necesitando una némesis para diferenciarse del PSOE. Hasta la salida de Nadia Calviño de Moncloa, era la extitular de Economía quien reunía todas las cualidades para guerrear. Y así lo hacía. Se trastabillaban la una a la otra con las medidas económicas del Gobierno. Ahora, Bolaños es la nueva china en el zapato de la la vicepresidenta.

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