La mayoría de las críticas que está vertiendo la oposición sobre la política económica del Gobierno son más suaves que las emitidas por José María Aznar en su reaparición pública. El ministro Cristóbal Montoro desmontó ayer con cifras los argumentos del expresidente bajo media docena de premisas que expuso en el Congreso: ya no se puede gobernar como si el PP tuviera mayoría absoluta, el déficit público está bajo control, habrá rebaja de impuestos antes de que acabe la legislatura, hay que estar a la altura de las circunstancias y generar confianza en los mercados internacionales y, por último, sería absurdo cambiar una política generadora de crecimiento y empleo.
Montoro asegura que no harán falta nuevas medidas para ajustar 16.000 millones este año
Los Presupuestos de 2017 y la nueva financiación autonómica no saldrán adelante sin el acuerdo con otros grupos políticos. Es una obviedad en la que Hacienda se mueve con una línea roja: el gasto público no crecerá por encima de la actividad económica. En otras palabras, el temor expresado por el expresidente a que los pactos políticos disparen los compromisos de gasto y desboquen el déficit, carece de sentido.
El Gobierno aprobó antes de Navidades la nueva senda de estabilidad presupuestaria con un apoyo sin precedentes del arco parlamentario: 251 votos. Esta senda incluye la reducción del déficit desde el 4,6 al 1,3% hasta 2019, para llegar un año después al equilibrio de las cuentas públicas. Según Montoro, España se liberará de la vigilancia que impone el procedimiento abierto por déficit excesivo cuando las empresas no financieras y las familias ya se han desendeudado en cerca de 450.000 millones de euros, 40 puntos de PIB, las exportaciones han alcanzado su máximo histórico hasta llegar al 33% de la riqueza nacional, la balanza por cuenta corriente está en positivo durante cinco años consecutivos y se ha generado una dinámica que convierte todo el crecimiento –el año pasado se cerró en el 3,3%– en empleo, con el objetivo de llegar a 20 millones de ocupados en 2020. “Será entonces cuando podrá darse por enterrada la crisis”, admitió el ministro.
2017, el año más difícil
Este año habrá que encarar un ajuste de 16.000 millones y será el más difícil de la legislatura, aunque para ello no hará falta adoptar nuevas medidas de reducción de gasto o aumento de impuestos. En todo caso, poco que ver con los 22.000 millones que se redujeron en 2012, el ajuste más brusco que han incorporado los presupuestos en un solo ejercicio. A quienes como Aznar censuran la política económica, Montoro les recordó ayer que esta consolidación presupuestaria ha sido compatible con un aumento del gasto en educación, sanidad, pensiones y dependencia. Si en 2011 el gasto público superó los 490.000 millones, casi el 46% del PIB, de los cuales 296.000 se dedicaron a estas partidas, el año pasado de 474.000 se destinaron a ellas más de 300.000, el 63,6% del total, el mayor volumen de la historia.
El objetivo ahora es reducir la deuda pública para mejorar la financiación de las empresas y aumentar la inversión y la competitividad. Para lograrlo es imprescindible la estabilidad política, advirtió Montoro, por lo que el Gobierno intentará que las principales leyes lleguen pactadas al Congreso, como también las grandes reformas, incluidos Presupuestos y financiación autonómica y local.
El ministro avisa de que hay que estar a la altura de las circunstancias para no minar la confianza de los inversores internacionales
Y un último aviso del ministro de Hacienda a Aznar y a todos los grupos que desde la oposición cuestionan la política fiscal, los controles sobre el gasto o los recursos a las emisiones de deuda para financiar las pensiones: “Hay que estar a la altura de las circunstancias y transmitir confianza. El Estado no puede comportarse como un banco. La mitad de las emisiones de deuda la tienen los inversores extranjeros porque confían en España. Nunca en la Bolsa han participado como ahora tantos inversores internacionales, señal inequívoca de que confían en nosotros”, señaló Montoro, orgulloso de cómo el Gobierno mejora los pronósticos económicos y gana al de bastantes analistas.