Política

La guerra de Podemos hunde la imagen de Iglesias entre los votantes de izquierdas

Pablo Iglesias, líder de Podemos.

La batalla interna de Podemos está pasando factura a su secretario general. Pablo Iglesias, que busca este fin de semana la reelección y que sus tesis se impongan a las del número dos del partido, Íñigo Errejón, es ya el líder político peor valorado de España y, lo más preocupante para sus intereses, cada vez genera menos entusiasmo entre los ciudadanos de izquierdas. En octubre, los electores de los tres nichos que agrupan al espectro más izquierdista en la escala del CIS -los que se autoubican del 1 al 3 en el eje donde 1 es la izquierda y 10 la derecha- le otorgaban más de un 5 de nota media. Hoy, solo le aprueban los que se colocan en el 2 (con un 5'61).

Además, ha empeorado considerablemente su valoración en los electorados de todas las fuerzas de izquierda: Unidos Podemos, las confluencias, PSOE y ERC. Su liderazgo ha sufrido una considerable erosión desde otoño, sin duda como consecuencia del enfrentamiento que mantiene con Errejón y de que su figura solo sea noticia últimamente por detalles, declaraciones o decisiones relacionadas con la pugna interna.

Los españoles otorgan a Iglesias una puntuación media de 2’87, la peor de todos los líderes nacionales. El dato por sí solo no dice mucho, ya que se debe en gran medida a la baja nota que le ponen los electores de derechas, ciudadanos que nunca le votarían. De hecho, tener una mala valoración como consecuencia del rechazo que se genera en los caladeros de los adversarios puede ser un activo electoral, como ha defendido en varias ocasiones la todavía responsable de Análisis Político y Social de Podemos, Carolina Bescansa. Vendría a ser una muestra de liderazgo fuerte, que no deja indiferente, algo mucho más conveniente para movilizar masas que presentar un perfil plano que merece el aprobado de personas de todas las tendencias.

El problema para Iglesias llega al analizar los datos cruzados por ideología y recuerdo de voto del barómetro del CIS de enero. Ahí es cuando se comprueba que está perdiendo ascendencia en la izquierda, en su propio electorado y en el de los partidos que compiten con Unidos Podemos y a los que se supone pretende arrebatar apoyos. Así, los cuatro grupos de ciudadanos que se consideran de izquierdas le otorgan respectivamente un 4’63, un 5’61, un 4’60 y un 3’50 de valoración. Hace cuatro meses, su resultado era bastante mejor: 5’86, 5’76, 5’06 y 3’64, respectivamente. Igualmente, ha caído en el centro (de 2’88 a 2’66) y en el grupo de electores que no sabe dónde ubicarse (de 2’52 a 2’15).

El último barómetro del CIS también indica que el líder de Podemos ha empeorado sus registros entre los ciudadanos que el 26-J le dieron su confianza. En el electorado de Unidos Podemos, pasa de obtener un 6’63 a sacar un 6’33; en el de la confluencia catalana, En Comú Podem, de 7’04 al 6’72; en el de la gallega En Marea, de 6’06 al 5 raspado; y en el de la valenciana Compromís-Podemos, de 6’53 a 5’85. Iglesias fue el candidato a la presidencia del Gobierno de todos esos espacios donde hoy genera mucha menos aprobación que hace unos meses.

Una caída muy importante, que también experimenta en el electorado del PSOE -le puntúan hoy con un 2’68, mientras en octubre le daban un 3’28-, en el de ERC -pasa de 5’27 a 3’81- y entre los abstencionistas -de 2’44 a 2’29-. Los de PP, Ciudadanos y la antigua Convergència también le puntúan peor y solo en el caladero del PNV cosecha un repunte.

No hay nada que desgaste más a un político que mostrar sus debilidades como líder, con una guerra como la que está abierta en el Podemos que dirige Pablo Iglesias”, opina la consultora Imma Aguilar. A su juicio, “tiene mucha lógica que pierda apoyos y se desgaste su imagen, en conjunto y entre sus votantes” porque el proyecto que impulsó ha incumplido una de sus apuestas más que reconocibles: que “vino para hacer política de otra manera”.

La batalla Iglesias-Errejón es una muestra “de la más antigua de las políticas”, explica Aguilar, el contrapunto perfecto de lo que buscaron al hacer coincidir su asamblea con el congreso del PP. “Querían dar una lección de democracia interna y debate transparente frente a la vieja política que no discute nada y toma las decisiones por imposición autoritaria; lo que prueban es que en España sigue sin ser posible que un partido afronte un debate sin convertirlo en una guerra a muerte, creo que mucho votante de Podemos ha perdido ilusión y se pregunta por qué les hacen elegir, que quieren a los dos”, resume en referencia al enfrentamiento entre los dos líderes morados.

¿Condicionará el voto?

Una pugna que está desgastando a Iglesias -quizá también a Errejón, pero él no sale en los estudios del CIS- y podría lastrar el futuro de Podemos independientemente de lo que ocurra en Vistalegre II. “El CIS está capturando el efecto de esas disputas”, opina el politólogo Pablo Simón. “El trabajo de campo del último estudio se hizo en la época en que se cesó a José Manuel López como portavoz en la Asamblea de Madrid, se hizo la campaña en Twitter contra Errejón… Las disputas tuvieron una visibilidad muy notable y pasaron factura en términos de popularidad” al líder de Podemos.

Sin embargo, Simón advierte de que la popularidad del candidato “no necesariamente condiciona el voto al partido”, como prueba que Rajoy sea “el presidente peor valorado desde que se tienen datos” y su formación esté en cabeza en todas las encuestas. O que los líderes mejor valorados de los últimos tiempos hayan sido políticos que “no ganan elecciones”, como Rosa Díez, Alberto Garzón o Albert Rivera. “No hay una traslación directa” entre el carisma y aprobación del candidato y el resultado electoral de su partido, “aunque puede condicionar”.

Iglesias obtiene mucha peor valoración entre las mujeres que entre los hombres, y entre exvotantes de IU que entre votantes de Podemos

El profesor de la Universidad Carlos III y editor de Politikon añade que “en términos internos sí es importante” el debilitamiento de Iglesias. Y es que pone de manifiesto que “hay ciertos problemas de institucionalización y organización del partido, está en cuestión si el líder es capaz de engarzar todas las sensibilidades internas para competir en el siguiente ciclo electoral”. Iglesias obtiene “mucha peor valoración entre las mujeres que entre los hombres, y entre exvotantes de IU que entre votantes de Podemos”, datos que “marcan qué segmentos se pueden movilizar o desmovilizar en un momento determinado, y ahí el liderazgo de Pablo Iglesias sí puede marcar la diferencia”.

De momento, la estaría marcando para mal, puesto que acusa un deterioro hacia adentro que no solo se refleja en los estudios sociológicos, sino también en la evolución que han seguido algunos referentes de Podemos. Así, han mostrado críticas con el 'pablismo' figuras que en su día fueron importantes apoyos del secretario general, como Luis Alegre -cofundador de Podemos-, el filósofo Carlos Fernández Liria o algunos de los fichajes estrella de Iglesias: el juez Juan Pedro Yllanes, el filósofo Santiago Alba Rico o el abogado David Bravo. Circunstancias todas ellas que, puestas en conjunto, dibujan un futuro cuanto menos lleno de interrogantes para el político que en 2014-2015 fue decisivo en la transformación del sistema de partidos español.

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