Política

El PP se impone por cuatro puntos ante un PSOE que resiste a costa de sus socios

El PSOE pierde más de dos millones de votos, pero sólo se deja un escaño respecto a 2019. Entre socialistas, Sumar y Podemos, la pérdida global supera los tres millones de votantes

El Partido Popular ha ganado las elecciones europeas, volviendo a superar al PSOE en unos comicios de carácter nacional, logrando cuatro puntos de diferencia sobre los socialistas y 14 puntos y nueve escaños más respecto del año 2019. Entonces, obtuvo sólo 13 escaños en Estrasburgo, en plena crisis del Gobierno de Mariano Rajoy, y por la oleada de un sanchismo que superó la moción de censura y convocó elecciones generales en 2018.

El PP se ha impuesto en estas europeas con 22 escaños, lo que supone un triunfo claro, pero agridulce y por debajo de sus propias expectativas para distanciarse del PSOE. Es cierto que si el 2019 el PP obtuvo cuatro millones y medio de votos y el 20,15 por ciento de los votos, ahora logra prácticamente seis millones, un millón y medio por encima, y el 34,19 por ciento Es decir, una notable recuperación de más de 14 puntos.

Todo lo contrario le ocurre al PSOE, que si bien mantiene el tipo respecto al número de euroescaños -solo pierde uno respecto a 2019, de 21 a 20-, lo cierto es que se deja en estos comicios 2.100.000 votos, lo que refleja no solo un voto de castigo hacia Pedro Sánchez, sino una severa desmovilización socialista en unas elecciones que habían sido concebidas por el propio presidente del Gobierno como un plebiscito hacia su persona. Si el PSOE mantiene el tipo es por el deterioro electoral de Sumar. No será difícil que el PSOE analice los datos desde una perspectiva optimista en la medida en que el PP le ha superado exactamente en cuatro puntos. No se trata en ningún caso del ‘empate técnico’ que venía preconizando el PSOE, pero tampoco es un distanciamiento drástico por encima de los cinco puntos, cifra que Génova habría interpretado como una derrota palmaria del sanchismo.
De hecho, el triunfo del PP, pese a ser claro, no deja de ser agridulce en la medida en la que el PSOE no sufre el deterioro electoral que los populares esperaban en las semanas más convulsas del sanchismo, con la mujer del presidente del Gobierno imputada formalmente por un Juzgado de Madrid por presunto tráfico de influencias y corrupción en los negocios, y con su propio hermano a las puertas de ser investigado por un Juzgado de Badajoz que ha abierto diligencias previas contra él por presunta malversación de caudales públicos. Las denuncias de corrupción han pasado factura a Pedro Sánchez en términos de votos pero apenas en escaños.

Votación por municipios

El relato de la remontada victimista de Sánchez

El triunfo del PP es incontestable respecto a sus propios datos de hace cinco años. Pero no contribuye a derruir el relato que el PSOE ha fabricado durante toda la campaña electoral, basado en una ‘remontada’ victimista encabezada por el propio Pedro Sánchez, quien inicialmente iba a protagonizar solo cinco mítines para tratar de realzar el perfil de su candidata y vicepresidenta del Ejecutivo, Teresa Ribera, y que finalmente ha aparecido públicamente el doble de veces, incluso utilizando a Begoña Gómez en un mitin en Benalmádena (Málaga) como reclamo electoral tras su imputación.

La pretensión de Sánchez iba mucho más allá de un mero respaldo a Ribera, que confía en ser comisaria europea próximamente. La pretensión de Sánchez era convertir los comicios europeos en un refrendo de su figura política sobre la idea del peligro que representan la derecha y la extrema derecha en España, sobre su propia fabricación de un muro ideológico
entre los españoles
, y sobre una fractura social creciente entre progresismo y conservadurismo que le permitiese absorber votos de Sumar y sostener la tesis de que ha ‘salvado los muebles’.
Y en ese sentido, los resultados le avalan pese a la notable pérdida de apoyos. Los resultados de este domingo le permitirán, sin duda, y pese a la evidencia de haber perdido de nuevo unos comicios ante el PP, mantener la idea de que el PSOE “aguanta” y de que el PP, aunque haya crecido exponencialmente, no es capaz de superar al sanchismo con la solvencia suficiente como para poder gobernar tras unas elecciones generales. Más aún, y dado el nítido triunfo de la derecha en toda Europa, en contraste con el notable declive de la socialdemocracia y toda la izquierda ideológica, Sánchez se sentirá legitimado para enarbolar la bandera en España de la supervivencia del progresismo frente a otros países. Los partidos de la derecha suman 31 escaños y el resto de 'coalición Frankenstein' 30.

El factor clave de la abstención

Extrapolar los datos de los comicios de este domingo a unas hipotéticas elecciones generales es complejo por la alta abstención que se ha producido. Ha votado el 49,2 por ciento del censo
electoral frente al 64,3 que acudió a las urnas en 2019
, aunque es cierto que en aquella fecha estos comicios se celebraron conjuntamente con los municipales y varios autonómicos en España. El factor de distorsión es relevante a efectos de una extrapolación. De hecho, la suma de los porcentajes obtenidos por el PP, Vox y Se Acabó la Fiesta, el partido sorpresa de Alvise, que ha irrumpido en Europa con tres escaños ‘hurtados’ a Vox y al PP, es del 48,40 por ciento, mientras que la suma del PSOE con el porcentaje obtenido por el resto de socios parlamentarios es del 47,17.

Un empate a todas luces cuya traslación a escaños en el Congreso de los Diputados sería tan ajustada como actualmente. Incluso, teniendo en cuenta el ‘factor Alvise’, de marcado carácter antisistema y populista entre un electorado joven, pero que abre una senda en España similar a la que otros partidos extremistas han abierto en Europa, generando profundas crisis en partidos tradicionales en Francia, Bélgica, Austria o Alemania. Lo ocurrido el domingo, y pese a la derrota, representa en cierto modo un éxito de la estrategia de polarización y fractura social puesta en marcha por el presidente del Gobierno.

Daños calculados para Sánchez

Pedro Sánchez tiene bien diagnosticada la sociología electoral española, consciente por un lado de que la división en la derecha termina por anular entre sí al PP y a Vox en la consecución de escaños, y por otro, de que el castigo por la aprobación de una ley de amnistía para el separatismo catalán, o la presunta corrupción de su propio entorno familiar, ha supuesto una pérdida sobresaliente de más de dos millones de votos, pero apenas le ha restado escaños. Sin duda en este caso, la proporcionalidad del voto no le ha penalizado en idéntica medida que supone la pérdida real de votantes.
Vox se sitúa una vez más como tercer partido español pasando de cuatro a seis escaños y sumando casi 300.000 votos respecto a 2019, lo que le consolida como un partido capaz de reponerse a sus crisis internas y capaz, asimismo, de mantener un discurso público distanciado del PP que le fortalece.
A su vez, los socios de Sánchez, ERC, Bildu y BNG, aunados en torno a la candidatura llamada Ahora repúblicas, han pasado de 1.252.139 votos en 2019 a poco más de 856.000. Eso sí, y pese a la pérdida de 400.000 votos, conservan los mismos tres escaños de que disponían. Algo similar ocurre con las dos marcas disgregadas de la extrema izquierda en 2019. Si en aquellos comicios Podemos-IU sumaron más de 2.200.000 votos y seis escaños, ahora las dos marcas separadas, Sumar y Podemos, suman 1.381.271 votos, es decir en torno a 800.000 votos menos. Sin embargo, en la traslación de escaños -Sumar, 3 y Podemos, 2, con la incorporación de Irene Montero como eurodiputada-, suman cinco. El desgaste del voto en la izquierda es notorio. A los más de dos millones de votos perdidos por el PSOE se unen los 800.000 perdidos por sus aliados gubernamentales, aunque la cifra de escaños le permitirán mantener el discurso poco autocrítico de que han superado el desafío de unas nuevas elecciones de carácter nacional.
También la caída de votos del separatismo, que ha beneficiado al PSOE, es relevante. Y más aún sobre las consecuencias que pueda tener en la legislatura. Junts ha pasado de tres escaños y más de un millón de votos, a un solo escaño y poco más de 443.000 votos. Este dato del partido de Carles Puigdemont, unido al fuerte retroceso de ERC, puede tener consecuencias hoy mismo, cuando se reúne la Mesa del Parlament de Cataluña, donde todo se dirime entre una entente independentista frente al PSC de Salvador Illa, o entre un acuerdo entre socialistas y ERC que margine a Junts y aleje a Puigdemont de la presidencia de la Generalitat y de su chantaje a los socialistas para gobernar más allá de que la amnistía se ejecute en breve o quede paralizada durante meses.

Quien gana en Europa, vence en las generales

El PP partía en estos comicios de la idea de que lograr más de cinco puntos sobre el PSOE habría sido un éxito que refrendaba el liderazgo y la gestión de oposición de Núñez Feijóo. Tres puntos por encima del PSOE serían en la práctica un empate técnico, según el discurso planteado por Sánchez y de algún modo asumido por Génova, y menos puntos habrían dado al PP una sensación paradójica de derrota. Lo cierto es que nunca el PP obtuvo en unas europeas más de cuatro puntos sobre el PSOE. Y la historia de los comicios europeos enseña que quien los gana, vence después en unas elecciones generales. Es el consuelo que le quedará al PP tras una campaña convulsa en la que el presidente del Gobierno dirigió su segunda carta a la ciudadanía en defensa de Begoña Gómez frente a las acusaciones de corrupción, y en la que la participación, más que preocupante, no alcanzó ni siquiera a la mitad del electorado español.

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