España

El pueblo de España "sin vértigos": 1.000 personas viven en un acantilado provocado por dos erupciones volcánicas

Esta localidad catalana es uno de los términos más pequeños de todo el territorio nacional

  • Castellfollit de la Roca -

Una de las primeras cosas en las que se fijan los viajeros a la hora de planificar una ruta por un pueblo es su arquitectura, bien sea interna o externa. Muchas provincias y regiones españolas son conocidas por sus históricas y acreditadas infraestructuras: castillos, iglesias, puentes, acueductos, cuevas, etc. Pero también están aquellas que cuentan con una estructura municipal muy atractiva y poco común.

Entre ellos destaca Barcelona, catalogada por mucha gente como la ciudad más hermosa de España desde la vista aérea. Si se observa desde las alturas, lo más llamativo es el patrón que forman sus manzanas. A pesar de existir desde la Edad Media, la ciudad está organizada de forma sorprendentemente ordenada en una retícula perfecta, lo cual es inusual en los municipios europeos. Sin embargo, dentro de la propia comunidad catalana también se esconden otros rincones y pueblos que comparten ciertas ubicaciones privilegiadas.

Castellfollit de la Roca, el pueblo de España que se sitúa en un acantilado

Este es el claro ejemplo de Castellfollit de la Roca, el pueblo más pequeño de toda la provincia de Girona (con una extensión de solo un kilómetro cuadrado) y el segundo de Cataluña. Situado en pleno Pirineo catalán, esta urbanización es una de los más visitadas de la zona ya que se encuentra en un entorno único donde las coladas de lava diseñaron, años atrás, una comarca de lo menos característica.

Castellfollit de la Roca, el pueblo de España que se sitúa en un acantilado/Europa Press

Esta particular cantera de basalto de Castellfollit de la Roca es la única que está activa desde el año 1929, aunque existen varios documentos anteriores (de 1887) que ya hablan de esta cantera. No obstante y aunque no lo parezca, este pueblo catalán formaba parte de una antigua villa rodeada de muros, pero fue destruida por todos los terremotos de 1427 y 1428. Unos años más tarde, de forma más concreta 1462, el pueblo calló en manos de los remesas de Francesc de Verntallat durante la extensa guerra civil catalana (1462-1472).

Castellfollit de la Roca es una muestra de cómo la naturaleza y la humanidad pueden convivir en armonía, respetando y aprovechando los recursos del entorno. El basalto, además de ser un elemento paisajístico, ha sido utilizado como material de construcción y decoración desde la antigüedad, dando lugar a casas, calles, fuentes y murallas de gran belleza y solidez. Además, el pueblo ha sabido adaptarse a las condiciones climáticas y geográficas, creando así un sistema de regadío, un molino de agua y un horno de pan que todavía se conservan y son visitados a diario por muchos extranjeros.

En cuanto a zonas turísticas, desde el pueblo se puede acceder a diferentes rutas de senderismo y bicicleta que permiten explorar el parque natural y sus volcanes, como el de Santa Margarida, el de Croscat o el de Montsacopa. También se puede disfrutar de varias actividades como el kayak, el rafting, el barranquismo o el puenting en los ríos Fluviá y Toronell. Además, el paisaje también puede ser admirado desde el aire con los vuelos en globo o el parapente.

Por otro lado, casi todo el pueblo se conecta gracias al 'carrer Major', que conduce hacia las calles más pintorescas de Castellfollit de la Roca, como la de la Fuente o la de la Iglesia que lleva el nombre de Vieja de San Salvador, restaurada desde los años 80 por iniciativa de los vecinos. Esta misma ofrece en su plaza el lugar más venerado del pueblo, donde se ubica también el mirador de Josep Pla y desde donde se puede ver de cerca el risco sobre el que está construido.

Finalmente, este municipio catalán también tiene una rica tradición cultural, manifestada en sus costumbres que presentan en todas sus fiestas. La más popular es la de Sant Roc, el patrón del pueblo, que se celebra el 16 de agosto, la de Sant Antonio (el 17 de enero) o la de Sant Jordi (el 23 de abril). Su gastronomía también es ampliamente conocida, destacando platos como el paté de Castellfollit, elaborado con hígado de cerdo, cebolla, ajo, perejil y coñac, el trinxat de col o los carquiñolis, unos dulces muy típicos de almendra y azúcar.

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