Un lunes cualquiera en la sede de Podemos en Madrid, un edificio gris sin cartel alguno en la calle de Francisco Villaespesa, pilla a Pablo Fernández (León, 1976) postrado ante los medios de comunicación. Y es que este licenciado en Derecho a caballo entre las universidades de León y Complutense de Madrid es, desde el pasado verano, uno de los portavoces morados. También es el candidato del partido para presidir la Junta de Castilla y León. Por eso le verá más a menudo en televisión.
La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, apostó por él tras la salida de Pablo Iglesias de la dirección y puso a su lado a Isabel Serra. Ambos intentan todas las semanas marcar la agenda política y comunicativa de España desde sus atriles blancos con fondo morado. Y lo hacen justo después de que Pablo Iglesias se haya explayado en una de sus tertulias radiofónicas: 'El mon a Rac1'.
El problema es que desde que el presidente castellano y leonés, Alfonso Fernández Mañueco, decidió convocar elecciones anticipadas, Fernández se pasea por la sala de prensa del cuartel general morado con ojeras y pegado al móvil. Cada vez que tiene ocasión suelta algún chascarrillo de lo que le espera. Porque las campañas son duras. Muchos kilómetros por la comunidad más extensa de España (más grande que Portugal) y justo en enero, con los termómetros más bajos del país.
Una fuente que le conoce bien: "Pablo no es intelectualmente fuerte"
Esta campaña electoral le ha pillado sin muchas ganas. Se le nota cansado y resignado porque sabe que la plaza en la que le toca torear otra vez es difícil para la izquierda. Pero él no se rinde. No le gusta bajar los brazos. Quizá por eso, cuando terminó la carrera y tras foguearse en un despacho de abogados, decidió prepararse las oposiciones de inspector de trabajo y regentar después un kiosco en su ciudad natal.
Ese último destino profesional antes de su entrada en la política es el que le ha valido el sobrenombre de 'El kiosquero'. El mote de marras es el arma de la derecha para hostigarle (y desprestigiarle), aunque él y los suyos le han intentado dar la vuelta para demostrar que representa, precisamente, el ideal de Podemos: gente común en los escaños. Él ocupa uno en las Cortes de Castilla y León desde 2015 que le granjea 98.411,28 euros brutos al año.
Fernández es un histórico de Podemos. No obstante, lleva a los mandos del partido en su comunidad desde 2015, un año después de estrenar carné de militante morado tras ver a "un chico joven", en referencia a Pablo Iglesias, "que decía las verdades del barquero" y expresaba, dice, lo que él también sentía. Lo suyo con su tocayo fue un amor a primera escucha que le hizo ser más 'pablista' que el propio Pablo.
Ascenso meteórico
Desde entonces, su ascenso ha sido meteórico, siempre fiel a la dirección. Ya fue el candidato de Podemos para presidir la Junta en 2015 y en 2019. Entre medias, fue reelegido secretario general dos veces, en 2017 y 2019. La última pese a perder 8 de los 10 diputados que logró en 2015. Ahora, en 2022, concurre en coalición con Izquierda Unida por primera vez y espera, al menos, lograr un escaño más.
Quienes han trabajado con él en Podemos no dudan en señalar que su principal cualidad política es no contrariar a sus jefes. "Jamás mostró discrepancia alguna con la dirección. Ni en público ni en privado. Lo suyo fue hacer seguidismo del mando para garantizarse buen trato y recompensas. Es muy leal con la dirección actual. Y en su día era del equipo Pablo a muerte. Claro, eso va provocando que, al no entrar en debates, vaya ascendiendo", cuenta una fuente morada que le conoce bien.
Otra fuente que ha participado en extensas reuniones con él aclara que pese a su presencia y su buena oratoria, Pablo Fernández "no es intelectualmente fuerte". "Ni ha marcado línea ni ha abanderado grandes cuestiones ideológicas en el partido ni ha tenido criterio propio. Eso sí, es un tipo bastante apreciado en Castilla y León por cómo habla. Es verdad que lo hace muy bien".
Él mismo se considera, en un vídeo grabado en Twitter, la mejor opción para los ciudadanos de Castilla y León porque va a llevar a las instituciones "la voz de la gente, la voz de la mayoría social, de los servicios públicos, de la igualdad, del feminismo"... y, en definitiva, todo el argumentario morado. Lo mejor de su tierra, dice, es "su gente, su calidad de vida y su tranquilidad". Eso sí, lo peor son, sorpresa, "las políticas del PP". Más 'pablista' que Pablo.