Desde finales de 2019 y principios de 2020, como consecuencia directa de la pandemia provocada por la Covid-19, el teletrabajo se ha convertido en una realidad más dentro de las posibles acepciones de empleabilidad. Además, este ha traído consigo muchos otros aspectos positivos, como una mayor conciliación entre los diferentes componentes de la unidad familiar gracias a la flexibilidad en el horario o el ahorro en los desplazamientos a la oficina, por ejemplo, Pero también ha contribuido a un mayor reparto de las tareas del hogar y a una reducción en la brecha de género.
No hay mentira alguna al pronunciar que España contempla una diferencia de sexos muy profunda y llamativa. Según Statista, portal de referencia en estadísticas a nivel internacional, España cuenta con una brecha de género de índice 79.1% (a mayor número de índice, menor brecha), ocupando la posición 18 (que también comparte esa correlación negativa mencionada en la anterior cifra) en el ranking mundial de los países con diferencias entre el hombre y la mujer.
El índice de esta comparativa analiza varios aspectos, como la división de los recursos, las oportunidades, la desigualdad en la participación económica, la presencia en el mundo laboral cualificado y en la política, el acceso a la educación o la esperanza de vida, entre otras muchas. Fijando el caso de España en el foco, bien es cierto que las diferencias entre ambos sexos se han visto reducidas con el paso de los años, pero aún siguen mostrando una alta tendencia en un país sumamente desarrollado, a este respecto.
Esta particular brecha ha sido objeto de estudio de la última investigación del Observatorio Social de la Fundación La Caixa. En base a los efectos también del teletrabajo, la entidad nacional ha proporcionado sus resultados a través de un informe en el que destaca, sobre todo, la implicación de los hombres en las tareas y funciones del hogar cuando estos trabajan desde su domicilio.
Los empleados españoles con teletrabajo se implican más con las tareas de casa
Así lo avala el proyecto de exploración liderado por Marta Curull y Laia Maynou, investigadoras de la Universidad de Barcelona; y por Lídia Farré, del Instituto de Análisis Económico del CSIC y de la Barcelona School of Economics. La principal conclusión que constata el estudio es que la contribución de las mujeres en las tareas domésticas es muy similar independientemente de si teletrabajan o no. Este paradigma marca tendencia dispar en ellos.
El 30% de los hombres que tienen teletrabajo, al menos un día a la semana, declara implicarse más que sus parejas en las tareas del hogar, frente al 51% de las mujeres que hacen esta misma afirmación. Por su parte, solo el 18% de los hombres que nunca experimentan trabajo online afirma tener una carga superior que sus parejas en las tareas domésticas, frente al 50% de las mujeres en la misma situación. Importante brecha que acentúa la diferencia particular entre ambos géneros y, aun más, en el contexto familiar.
"La participación de los hombres en las tareas domésticos y los cuidados a menores, en relación con sus parejas, es mayor entre quienes trabajan en casa que entre los que no. Por lo tanto, el teletrabajo está asociado a una mayor participación en la producción doméstica por parte de los varones", destaca Farré. De esta manera, si se tiene en cuenta que alrededor del 12,5% de los hombres españoles acusan de teletrabajo (unos 1.372.000 trabajadores), la cifra que cumpliría los criterios propuestos por el estudio sería, aproximadamente, de 411.600 sujetos masculinos.
Ante tal panorama, cabe destacar también que el 88% de las mujeres y el 86% de los hombres coinciden en señalar que el teletrabajo mejora el equilibrio entre las responsabilidades familiares y personales, siendo esta la característica más valorada de trabajas desde casa. Con ello se abre una vía más para incidir en la posibilidad de reducir esa notable brecha existente en España entre estos sexos.
El teletrabajo como nueva realidad
Además, la investigación de La Caixa realizó un sondeo a 4.000 personas de entre 25 y 50 años a través de un cuestionario que también incluía un experimento de elección discreta con el que se quería conocer la valoración monetaria que los participantes otorgaban al teletrabajo. De esta manera, se constata que hay trabajadores que están dispuestos a renunciar a una fracción de su salario a cambio de este fenómeno, pero las estimaciones también sugieren aceptar un trabajo peor pagado pero con teletrabajo.
De este modo, cuando el recorte salarial es de más del 10%, las oportunidades de aceptar la oferta laboral con posibilidad de teletrabajo se reducen en más de 20 puntos porcentuales. Se acentúa, no obstante, aún más (incluso hasta un 40% menos) cuando la penalización salarial se sitúa por encima del 35%.