España

Regreso al verano del '95: la sequía traerá un acceso restringido al agua y pérdidas al campo

España no tenía unas reservas de agua tan pobres desde aquel año, cuando millones de españoles sufrieron restricciones de acceso al agua

  • Tierra cuarteada debido a la sequía en el embalse de Lindoso en Lobios (Ourense).

El verano de 1995 es muy recordado entre los españoles por las consecuencias que produjo una de las peores sequías de la historia de nuestro país. Este 2022 y ya metidos de lleno en el periodo estival, la capacidad hídrica de España se sitúa en el 42% de su totalidad, la cifra más baja desde aquel periodo, por lo que la posibilidad de que haya restricciones y cortes de agua durante estos meses es una realidad.

Esto se ratifica al observar la tendencia de la reserva hídrica, que muestra una gráfica negativa. España posee 25.433 hectómetros cúbicos, lo que supone un descenso del 0,9% (525 hm cúbicos menos) respecto a la semana pasada. Además, si lo comparamos con años anteriores, las cifras son terribles: estamos 10,1 puntos por debajo del verano de 2021 y 17,4 menos que estas mismas fechas de 2020. Esta cifra aún está por encima del 37,7% de capacidad que reflejó el verano de 1995, pero cada vez España se sitúa más cerca de una situación de alerta máxima como la que se vivió por entonces.

¿Cuáles fueron las consecuencias de aquella sequía y para qué se tienen que preparar los españoles? Por entonces, doce millones de personas sufrieron cortes puntuales en el abastecimiento de agua, siendo Sevilla, Cádiz y Mallorca las zonas más afectadas. Además, los campos del sureste del país (Murcia o Almería) fueron los que más sufrieron, ya que pese a ser áreas muy áridas, necesitan grandes cantidades de agua para poder llevar hacia delante sus labores de agricultura.

600.000 hectáreas de campo español se vieron afectados y las pérdidas fueron de entre 30.000 y 42.000 millones de euros. Esto produjo una importante crisis en el sector agroalimentario, ya que se perdieron muchos puestos de trabajo debido al descenso de la producción. Además, la falta de agua hizo que los ganaderos tuviesen que comprar pasto en lugar de utilizar el que produce el propio campo. La situación se resolvió con lluvias a finales de año, pero hasta entonces, la situación para el campo español fue crítica.

Hablamos sobre qué podría suceder este verano con Ernesto Tejedor, geógrafo físico, actualmente inmerso en un proyecto europeo Marie Curie en el CSIC (Museo Nacional de Ciencias Naturales) en Madrid. Nos cuenta que la situación "sí que parece preocupante" teniendo en cuenta la media del total peninsular "comparado con la media de julio de los últimos 10 años, que se sitúa en un 61%".

Considera importante "desagregar esa cifra por cuencas hidrográficas, ya que el nivel de los embalses es muy heterogéneo". Pone como ejemplo la cuenca del Ebro, donde los embalses están al 65% con la cuenca del Guadiana, que se sitúa en un 28%. "En determinadas cuencas, sobre todo en el sur de España, la situación va a ser mucho más comprometida", señala este experto.

Preguntado sobre restricciones de agua, Tejedor señala que "seguramente las haya en aquellas cuencas donde el déficit actual es muy acusado. La recuperación de las mismas es altamente inviable durante los meses estivales", aunque considera que faltan datos para conocer si esta sequía será como la de 1995: "España es un país Mediterráneo, y como tal, lo normal es sufrir sequías con cierta frecuencia. Para saber si esta sequía que está comenzado va a ser más importante que las anteriores todavía necesitamos los datos del año hidrológico completo, así como conocer las consecuencias de la misma, tanto socioeconómicas como medioambientales".

¿El cambio climático tiene algo que ver con la sequía?

Ernesto Tejedor señala que las sequías son habituales en el clima mediterráneo, pero cree que la subida de las temperaturas están provocando "una mayor evapotranspiración en los sistemas naturales". Que crezca este valor supone una pérdida de humedad de una superficie por evaporación directa junto con la pérdida de agua por transpiración de la vegetación, de modo que las sequías tienen un mayor impacto que hace años.

Señala que el problema se ha producido "por la escasez de precipitaciones, sobre todo en los meses de enero, febrero y mayo, donde los valores han estado muy por debajo de lo normal", aunque recalca que "los periodos secos de los últimos años no se deben tanto a variaciones en el volumen de precipitaciones, sino a un aumento de la evapotranspiración".

Eso sí, respecto a 1995, España tiene más trasvases para, precisamente, generar cierta equidad en España y ser solidarios en épocas de carestía, aunque Tejedor no los considera fundamentales para luchar contra la sequía. "La creación de trasvases puede aliviar la situación de algunas zonas de manera puntual, pero no parece una solución estable a largo plazo", señala. Para él, la solución pasa por "empezar a cambiar la mentalidad de que el agua es un recurso infinito". "No tenemos que irnos muy lejos, para ver como en África hay muchos países en los que no tienen esa suerte, y en los que además las sequías están provocando hambrunas que a su vez, influyen altamente en los movimientos migratorios", apunta.

"Debemos comenzar a adaptar nuestras actividades socioeconómicas al agua disponible en proximidad. Las proyecciones de escenarios futuros, apuntan a una mayor recurrencia de sequías, por tanto, debemos concienciarnos cuanto antes, y actuar en consecuencia", reflexiona.

Cree que es un problema más extendido en entornos urbanos, donde "abrimos el grifo y tenemos agua" sin ser "realmente conscientes de que en muchas partes de España hay un déficit hídrico que puede causar graves consecuencias". En cambio, cree que "agricultores y ganaderos sí son conscientes de las sequías", ya que "las viven y sufren todos los días".

Árboles centenarios para analizar el cambio climático

Tejedor señala que en sus "estudios dendrocronológicos" utilizan árboles del género Pinus sp. para observar cómo generar sus anillos de forma anual. Así, es posible "contextualizar las sequías actuales en un periodo más amplio", ya que esos anillos son más o menos gruesos en función de las condiciones climáticas de cada año.

"Si un año ha habido una sequía muy prolongada, el anillo que obtendremos será muy pequeño. Esto nos permite relacionar el crecimiento con, por ejemplo, las precipitaciones actuales, y al mismo tiempo, como los árboles que utilizamos son longevos, 300-400 años, nos permite inferir cómo fueron las condiciones ambientales en el pasado. En este caso, nos permite identificar si hubo periodos en el pasado tan secos como los que tenemos hoy, o si, por el contrario entran dentro de lo normal en el clima mediterráneo", señala a Vozpópuli.

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