Nueva plusmarca del Gobierno de Pedro Sánchez, y esta vez no es en número de asesores. Una investigación puesta en marcha por Civio acredita que el Ejecutivo de PSOE y Podemos es el que más ha recurrido en la historia de la democracia a la figura del Decreto-Ley, una figura que esquiva el debate parlamentario y permite al Gobierno tomar decisiones sin el apoyo de los representantes del pueblo.
Según los datos de este portal de investigación, el Gobierno de Sánchez es el que más decretos aprueba por cantidad y por extensión de páginas. El número de decretos ley por año que aprobó José María Aznar es de 15. José Luis Rodríguez Zapatero recurría a este recurso unas 14 veces al año, y Mariano Rajoy, 17. En cambio, Pedro Sánchez, solo el año de la pandemia (2020), aprobó 39 decretos, casi el equivalente a tres años de Gobiernos anteriores.
No hay que olvidar que la Constitución reserva su uso para casos de urgencia y extrema necesidad, pero Sánchez no se ha limitado a utilizar esta herramienta solo en pandemia. En sus primeros 6 meses al frente del Gobierno en 2018, aprobó de una tacada 24 decretos ley, mientras que en la primera mitad del año Rajoy solo acudió a esta fórmula en 4 ocasiones.
39 leyes modificadas con un solo decreto
Pero la guinda de Sánchez está en el número de páginas por cada decreto. Ahí, el presidente socialista, saca una ventaja inalcanzable sobre sus antecesores políticos. De los cinco decretos con mayor extensión en páginas, cuatro pertenecen a su Gobierno. Uno de ellos fue el aprobado en marzo de 2022 para intentar frenar la escalada de precios y otras consecuencias de la guerra en Ucrania. “Fueron 160 páginas que modificaron 39 leyes del tirón”, señala Civio.
Así, el número de páginas aprobadas por esta vía ha ido creciendo: de 61 páginas al año de Aznar a 115 de Zapatero y 336 de Rajoy. Y los gobiernos de Pedro Sánchez, que llevan ya aprobados 125 decretos ley en total, superan -con mucho- todos los récords: su media anual es de 918 páginas. Esta vía ha permitido al Ejecutivo de Sánchez seguir adelante con su agenda política pese a no contar, en muchísimas ocasiones, con el respaldo de las Cortes.