En los dos bandos que enfrentan al PSOE se percibe el pesar por haber llegado tan lejos en la guerra sin cuartel que libra el partido y que ha metido en un callejón de difícil salida tanto a los barones regionales como a Pedro Sánchez. De momento, el secretario general no muestra señal alguna de su disposición a tirar la toalla y resiste el asedio a Ferraz como se si tratara de una fortaleza inexpugnable. En realidad lo es porque sigue cerrada a cal y canto. Su intención ha quedado clara después de reunirse esta mañana con los miembros de la Ejecutiva que le son fieles: espera que el sábado el comité federal fije para el 23 de octubre la celebración de las elecciones primarias y para los días 12 y 13 de noviembre un congreso extraordinario.
De confirmarse, finalmente, la celebración el sábado del comité federal, será, sin duda, el momento en el que los dos bandos podrán medir sus fuerzas. Si Pedro Sánchez pierde cualquier votación que eche por tierra sus planes, su aguante no dará más de sí, afirman fuentes de su entorno. Sin embargo, si consigue demostrar que tiene la mayoría absoluta en el máximo órgano del partido entre congresos, su resistencia a partir de entonces será férrea.
El objetivo de corto plazo, pues, es salir vivo del comité federal, donde cerca de 300 dirigentes del partido decidirán qué hacer en el corto plazo
El objetivo de corto plazo, pues, es salir vivo del comité federal, donde cerca de 300 dirigentes del partido decidirán qué hacer en el corto plazo. En segundo lugar, Sánchez quiere llegar a las primarias de octubre, convencido de que tiene la victoria asegurada con el apoyo de la militancia. Si fuera así, el congreso extraordinario de noviembre sería para él un paseo militar, ante la rendición de las tropas que ahora aspiran a convertirle en un simple afiliado más de los casi 200.000 que tiene el PSOE.
Esta mañana, durante la reunión de media ejecutiva, se ha comprobado una señal clara de debilidad en la federación andaluza. El brazo derecho de Susana Díaz, Verónica Pérez, se ha presentado en el cuartel general del PSOE para exigir la reunión de la comisión de ética y garantías, órgano en el que los críticos confían para disolver toda la ejecutiva. La han dado con la puerta en las narices y en el equipo de Sánchez se preguntan algo muy lógico: ¿por qué si los barones están convencidos de que tienen la mayoría en el comité federal no han esperado al sábado para matar al secretario general? ¿Por qué quieren acabar con él antes del fin de semana? La emoción continúa.