Días de entendimiento entre los miembros de la OTAN y de cerrar filas ante las nuevas amenazas, pero también de limar diferencias ante posturas enfrentadas. La gran Cumbre celebrada en Madrid culmina con la redacción de un nuevo concepto estratégico que marcará el devenir de la Alianza en la próxima década y, en cierta medida, de la geopolítica de todo el mundo. Rusia, China o terrorismo son algunos de los aspectos que preocupan a los aliados, pero el modo en que se debe afrontar cada desafío es diferente en función del interlocutor. Por eso consideran que la firma de un documento de consenso es un hito "histórico".
Fuentes diplomáticas consultadas por Vozpópuli detallan que la redacción de un acuerdo estratégico se perfila durante meses. Este ha sido el caso. Por ejemplo, España ha trabajado para que la OTAN incorpore el flanco sur -y no se centre exclusivamente en las amenazas procedentes del este de Europa- como una de sus prioridades fundamentales en la próxima década. "Cada palabra del texto está aprobada por unanimidad", indican las mismas fuentes.
Pero a Madrid no se llegó con todos los deberes hechos -como es habitual en estos casos-. Quedaban unos últimos flecos. De hecho, la presencia de los máximos mandatarios de todos los miembros de la Alianza y de otros invitados de la Unión Europea sirvió para desbloquear algunos de los aspectos más controvertidos.
Para muestra, lo sucedido en la jornada del martes, víspera de que arrancara la Cumbre de forma oficial: en esa jornada, se pasó de la versión número siete del borrador a la número diez. Una redacción que discurrió de forma paralela al desbloqueo de la incorporación de Suecia y Finlandia a la Alianza, tras levantar Turquía su veto.
Las últimas negociaciones
Así se llegó al miércoles. Los representantes de la OTAN se reunieron a puerta cerrada en el corazón del Recinto Ferial de Madrid. Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, participó por videoconferencia en la reunión. Se manifestó "en términos duros" y pidió una mayor implicación de la comunidad occidental en su lucha contra Rusia, señalan fuentes presentes en el encuentro: "Espero asistir presencialmente a la próxima cumbre; si no lo hago, será que todos habremos fracasado", inquirió a los asistentes.
Su intervención dejó una de las imágenes de la semana: Zelenski, vestido con camiseta militar y con gesto sobrio, detalla desde la pantalla la situación que viven desde Ucrania; ante él tiene a Jens Stoltenberg, Joe Biden, Boris Johnson, Recep Tayyip Erdoğan y Pedro Sánchez, que escuchan con solemnidad.
Pero aún quedaba mucha tela por cortar. El apoyo a Ucrania y definir a Rusia como la "principal amenaza" contra la OTAN fue uno de los puntos que suscitó una mayor unanimidad. Todos ellos manifestaron su "apoyo" a Ucrania y hubo quien se atrevió a vaticinar la "gran derrota de Putin" en el conflicto. Consideraciones aparte, la redacción unánime del texto quedó del siguiente modo: "La Federación Rusa es la amenaza más directa y significativa para la seguridad de la Alianza y la paz y estabilidad en el área euroatlántica", detalla el concepto estratégico.
Diferencias por China y presupuestos
Llegó el momento de abordar la situación de China. ¿En qué términos hacerlo? "Hubo tensión entre las delegaciones", señalan las mismas fuentes. España se remitió a la postura que mantiene la Unión Europea, que la definen como "rival sistémico" o "competidor". Otros apostaban por términos más duros, especialmente aquellos actores con los que Pekín mantiene mayores tensiones -regionales o de cualquier otra índole-.
También hubo debate sobre los presupuestos de los países miembro. La OTAN suscribió la necesidad de incrementar la partida común dedicada a mantener sus estructuras internas, que llevaba sin modificarse desde hace 25 años. Pero no se alcanzó una concreción sobre cuánto deberá aumentar cada país su contribución a la Alianza o a fondos destinados a Defensa. España, por su parte, prevé duplicar su inversión entre 2028 y 2030, para llegar al 2% del PIB. Otros países fueron aún más ambiciosos y hablaron del 2,5 o el 3%.
El despliegue de fuerzas de la OTAN en los países próximos a Rusia fue otro de los asuntos que se puso encima de la mesa. Los países bálticos sugerían que hubiera una fuerza constante y de gran envergadura de la Alianza sobre sus territorios como medida de disuasión frente al avance de las tropas rusas, pero finalmente se asumió que el despliegue se aumentaría de forma sustancial pero sólo cuando se considerase necesario.
Los objetivos de España
Por su parte, España logró introducir algunas modificaciones que consideraba de interés estratégico. La primera fue que en el concepto estratégico se definiese la defensa común de la "integridad territorial de todos los aliados". Fuentes de Gobierno consideran que es un matiz más preciso que la anterior fórmula, que apelaba a la "integridad territorial aliada". Y que, de este modo, queda enterrado de una vez por todas el debate de si territorios como Ceuta o Melilla quedaban bajo el paraguas de la Alianza.
Otro aspecto que la maquinaria diplomática española aplaude es la inclusión de una referencia específica al Sahel, donde el terrorismo se está extendiendo, mientras que Rusia y China extienden su área de influencia. "Se aprobó por unanimidad", aseguran las fuentes.
Cada objetivo alcanzado era motivo de aplauso entre los asistentes. Cada punto suscrito, un "éxito" de negociación colectiva. Así hasta alcanzar un acuerdo de mínimos -12 páginas y 49 apartados- que marcarán el devenir de la Alianza Atlántica en la próxima década.